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Elena Martín tapando el nicho de su padre, Cayetano. Rafael Vílchez
La hija del enterrador de Lanjarón da sepultura a su padre para cumplir su promesa

La hija del enterrador de Lanjarón da sepultura a su padre para cumplir su promesa

Cayetano Martín, hijo de sepulturero y sepulturera y marido de la encargada del tanatorio municipal, falleció una parada cardiaca a los 62 años de edad

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Miércoles, 7 de febrero 2024, 00:29

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Lanjarón ha despedido a su querido sepulturero Cayetano Martín, que ha muerto a los 62 años de edad. Su hija Elena, en su tercer mes de embarazo, para cumplir su promesa, ha sido la encargada de darle sepultura a su progenitor en el mismo nicho donde se encuentran los restos mortales de su abuelo paterno José, que también ejerció de enterrador y cuando él falleció ocupó el cargo su esposa Carmen.

Terminado el cerramiento del nicho, Elena, emocionada y con lágrimas en sus ojos, junto a su madre, hermano y demás familia, dio las gracias a todas las personas que habían acompañado a su familia en el tanatorio, en la iglesia y en el campo santo. Las muestras de dolor y lágrimas se hicieron patentes. El último a dios a Cayetano fue multitudinario. Cayetano fue un gran servidor público. Siempre entregado a los demás.

Elena dijo que su padre «siempre decía que los jóvenes tenían que enterrar a los viejos. Que el nuevo tenía que darle sepultura al viejo y por eso yo lo he enterrado porque me ha salido del alma y porque también me gusta este oficio desde corta edad. Para mi padre el cementerio de Lanjarón fue su segunda casa y a mí me pasa lo mismo. Yo cuando chica visitaba a mi padre con mi perrillo. Mi madre conocida por 'La Chica' también se preocupó y sigue preocupándose por mantener el cementerio en perfecto estado de conservación. Ella es también la encargada del tanatorio y ahora, lo más probable, es que también se encargue del cementerio porque lo que sabe lo aprendió de nuestro Cayetano», indicó.

Tres párrocos

La misa de difunto fue concelebrada por tres párrocos: Antonio Jesús Heredia, Enrique Ferrer y Cayetano Escobedo. Desde el tanatorio hasta la iglesia el féretro fue llevado en el vehículo de la Funeraria Lanjarón. Después, la caja mortuoria, cubierta con un paño de su cofradía, fue llevada a hombros hasta el cementerio por la cuadrilla de costaleros y costaleras de la Cofradía del Ecce-Homo y María Santísima de la Salud y Esperanza y por varios amigos del difunto. Dentro del campo santo el párroco Antonio Jesús Heredia cantó la canción religiosa 'Él Resucitó', porque a Cayetano le gustaba mucho. Cayetano era uno de los fundadores de la Cofradía. También lo fue su madre. Cayetano, Manuel Pérez, José Luis Estévez, José Antonio Orantes y otros fundaron la cuadrilla de costaleros hace muchos años. Cayetano estuvo relacionado también con las demás hermandades de su pueblo.

Costaleros de la cuadrilla de Cayetano portan su féretro a hombros.
Costaleros de la cuadrilla de Cayetano portan su féretro a hombros. R.V.

Rafael Jiménez Mingorance, empleado del Ayuntamiento de Lanjarón, ha ejercido de electricista y fontanero con su compañero Cayetano Martín durante los últimos ocho años. «Cayetano era formidable. Yo he aprendido mucho con él. Era una bellísima persona y muy querido en el pueblo. Le gustaba tomar varios cafés al día. El primero, muy temprano, era en el bar de la Plaza, de Alberto. También visitaba el bar de la Casita de Papel y el bar Molinillas para comerse un buñuelo. Era muy bromista y se metía mucho con los abuelillos. Le decía, en broma, que cuando le iban a dar trabajo. Yo y otras personas le hemos ayudado a realizar exhumaciones y a colocar luminarias. El cementerio lo tenía muy limpio. Él era muy pulcro y detallista a la hora de trabajar. Su Ford Fiesta que tiene 35 años, y que siempre lo ponía después de almorzar cerca de la entrada del cementerio, ha estado con las luces encendidas mientras ha durado el enterramiento. Ha sido la manera de 'despedirse, de su conductor. Centenares y centenares de personas, entre ellas las autoridades del Ayuntamiento, han querido también acompañarlo hasta su última morada», terminó diciendo.

Hace 54 años al cementerio de Lanjarón se le dotó de electricidad, agua potable y solería gracias a su alcalde Juan Pérez y al concejal Miguel Piñar. José, padre de Cayetano, fue enterrador a principios de los años 50 del pasado siglo. Estuvo 17 años trabajando con pico y pala gracias a Mariano, el dueño de la fábrica de orujo. José tomó la costumbre de llevarse consigo a su hijo Cayetano. Cuando murió José se hizo cargo de su trabajo su esposa Carmen en 1967. Años después su puesto lo ocupó su hijo Cayetano hasta hace unas semanas porque enfermó y fue hospitalizado, falleciendo a consecuencia de una parada cardiaca.

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