El copo 'renace' en San Cristóbal
Cuarenta años después y en honor a la Virgen del Carmen, Almuñécar recupera un arte de pesca extinguido , 'echa el trasmallo' al rebalaje del mar Mediterráneo y tira de la tralla
María José Arrebola
Martes, 15 de julio 2025
El reloj marca las 20.00 horas y el sol, ya a ras de horizonte, convierte el mar en un espejo del atardecer. En la playa de San Cristóbal, en Almuñécar, la luz dorada se filtra entre sombrillas, creando largas sombras de los marineros que se van acercando al mar. Tras más de cuarenta años de silencio, una barquilla de madera se prepara para recrear por primera vez en la Costa Tropical de Granada la extinguida tradición del tiro del copo, aquella faena que un día dio de comer a tantas familias sexitanas.
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Con el primer acorde de 'Yo nací en el Mediterráneo' del mítico Serrat la playa se prepara para recordar su historia. Manuel Mateos, presidente de la Asociación Almuñécar Patrimonio Cultural, alza emocionado la voz: «Hoy no solo recreamos una faena ancestral, sino que rescatamos el alma marinera de Almuñécar. Gracias a la Delegación de Pesca, Agua y Agricultura de Granada, recuperamos el copo para añadirlo a las fiestas de la Virgen del Carmen».
El tiro del copo es una 'coreografía' milenaria. Surgió en las calas mediterráneas cuando los primeros pescadores aprendieron a encerrar los bancos de pescado en un semicírculo de red, tirando de un cabo anclado en la orilla mientras el otro sigue en el mar. Con el paso de los siglos, cada término adquirió su nombre propio: beta (cabo), tralla (parte que tiran los pescadores), boguero (quien remonta la barca), patrón (el que dirige la barca) y coronel (el fondo de la red donde se concentran las capturas). Hasta los años ochenta, San Cristóbal vibró con el golpe seco de la tralla contra la arena. Según relatan los propios pescadores, familias enteras participaban: los mayores bogaban y los jóvenes tiraban de la tralla.
En 1985, bajo la presión de las nuevas regulaciones y las multas diarias de la Guardia Civil, el tiro del copo se extinguió. «Cada mañana había una sanción para quien sacaba la red al mar», rememora José Valentín Galdón, pescador de pura cepa, con la mirada clavada en el horizonte. «Nos vimos obligados a buscar otros oficios: la construcción, el turismo… y se nos fue el copo de las manos».
Veteranos de Los Marinos
La playa está repleta de entusiasmo. Los marineros ya están ataviados con trallas auténticas, tejidas a mano por los veteranos del barrio de Los Marinos. La barca, de unos cinco metros, aguarda en la orilla. En la popa, José Ortuño, patrón a punto de cumplir 80 años, comprueba que la pértiga de madera que abrirá la red está bien sujeta. A su lado, el boguero entrena con los brazos las maniobras de remo.
Los tres remeros gritan «1… 2… 3…» y la barca, surcando el mar sexitano, se adentra 200 brazas –unos 340 metros– mar adentro. En tierra, los tiradores avanzan para tensar la primera beta. Cuando la red se desliza hasta el extremo de la pértiga, José explica que: «Aquí tenemos la beta que flota gracias a las piquetas, y el plomo, que mantiene la red pegada al fondo. Cuando la barca completa el semicírculo, unimos la segunda beta en tierra y tiramos de la tralla para atrapar el pescado»,
Cada tirón de la tralla desafía el silencio que hay en la playa, que se rompe solo por el crujir de la red y las voces de los pescadores. La gente de la orilla se asoma para observar la maniobra con admiración. Poco a poco, la red se acerca al rebalaje y en el coronel se dibujan siluetas de peces plateados, son sardinas, jureles y bogas. Un chasquido anuncia que la faena termina y, en un último esfuerzo, la tralla sube y se abre ante los bañistas que miran ansiosos.
Las capturas son exhibidas brevemente y luego se vuelven a echar en el mar. «Respetamos el ciclo de vida porque este oficio siempre fue de subsistencia, no de depredación», subraya Valentín Galdón. Los jóvenes, y no tan jóvenes, que nunca habían visto un tiro del copo gritan de emoción; los mayores, con los ojos vidriosos, rememoran tardes de pesca.
El hilo que une al pasado
Esta recreación se ha venido realizando en otras zona costeras como Málaga, concretamente en Los Boliches, en Fuengirola, pero en la costa granadina se trata de la primera vez que se realiza desde que desapareció. «Que esta jornada sea el punto de partida de una tradición que se integre cada año a nuestras fiestas de la Virgen del Carmen. El copo no es solo una red, es el hilo que nos une a quienes nos precedieron y el compromiso con quienes nos seguirán», recalca Mateos.
Y mientras el sol cae, los pescadores se secan el sudor mientras se oye el murmullo de las olas. El tiro del copo, reposa en la playa de Almuñécar pero esta vez sin la condena de ser el arte olvidado, sino con la esperanza de volver cada verano, para contar de nuevo la historia de un pueblo dedicado a la mar que resucita de sus raíces.
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