Cierra su negocio en Granada para cumplir el sueño solidario de su hijo fallecido por cáncer
Una madre de Santa Fe comienza a vender las camisetas que creó para facilitar el tratamiento de Alejandro, que perdió la vida por la enfermedad hace tres años
Cuando habla de Alejandro, su hijo, tiene que tragar saliva. Esperar unos segundos. Limpiarse las lágrimas que corren por sus mejillas. Respirar hondo y tratar de armar las palabras. A Encarni Ruiz se le paró la vida el 1 de diciembre de 2019, día en el que Alejandro perdió la vida a causa del cáncer. Han pasado ya casi tres años, pero él está más presente que nunca. Encarni ha cerrado su negocio para dedicarse a la idea que él le propuso durante su tratamiento: crear camisetas para facilitar los tratamientos oncológicos. En cada una de ellas va una parte de Alejadro.
El joven, muy simpático y «payasete», era un apasionado del baloncesto. Como cualquier joven de 19 años, jugaba durante horas. Hasta que empezó a sentirse extrañamente cansado. Le dolía la barriga y la zona lumbar y un día no pudo aguantar más. En el hospital detectaron rápido que algo no iba bien y a los días llegó el diagnóstico, linfoma de Burkitt.
El tratamiento comenzó rápidamente. Encarni recuerda el «shock» que sintieron al ver a los pacientes de Oncología con las camisetas bajadas por el hombro para pincharles la vía en el brazo. Aquello no era cómodo. «Yo quería que Alejandro se sintiera como en casa, así que diseñé una camiseta y le pedí a una mujer que hacía arreglos que la hiciese. Me dio siete y él fue feliz con ellas puestas», explica Encarni. Al joven le hacían sentirse menos enfermo y más cómodo.
Las camisetas causaban furor en la planta de Oncología. Alejandro se dio cuenta y le propuso a su madre que las patentase y las vendiese. «No era el momento, así que la cosa quedó ahí», comenta ella. Alejandro se marchó, triste e injustamente, hace ya tres años, cuando él tenía 20 primaveras. Fue hace poco tiempo cuando una mujer le recordó a Encarni la idea de las camisetas y algo se activó en su cabeza. Ahora sí era el momento.
Cambio de rumbo
Se armó de valor y cerró su tienda de congelados de la Avenida Cervantes para dedicarse en cuerpo y alma a las camisetas. «Para tres años que me quedan para jubilarme, quería hacer algo por los demás», apostilla. Cuando tomó la decisión, encontró a multitud de personas que se ofrecían a participar en el proceso de elaboración. En cuestión de un mes tenía las primeras 80 listas. En ellas -hay un diseño para adultos y otro para niños- está plasmada la 'A' de Alejandro, un balón de baloncesto y una frase. La frase. 'Sonrisas en el bolsillo'.
La historia que se esconde detrás pone el vello de punta. «Durante la enfermedad le dije a mi hijo que escribiese lo que sentía, para ayudarle a sanar. Cuando se fue, leímos aquellos textos y encontramos lo que puso el día del diagnóstico. Dijo que, sin haberlo escuchado, al verme la cara sabía que era algo malo, porque me vio rota. Entonces escribió que siempre tendría sonrisas en el bolsillo para darnos a los que lo necesitáramos, que se iba a tomar la enfermedad de forma que no le doliese ni a él ni a los demás», recuerda su madre entre lágrimas. Ella, su otro hijo y los amigos de Alejandro se tatuaron la frase. 'Sonrisas en el bolsillo' es también el título del libro que Encarni escribió durante su duelo con el fin de ayudar a otros que estén pasando por lo mismo.
Utilidad
Las camisetas son, ante todo, muy útiles. Se pueden abrir completamente gracias a los broches situados en el lateral, que permiten introducir las vías. «El brazo se queda libre y se pueden abrochar los botones de la parte baja para estar más cómodos», detalla la creadora. Así, los pacientes no tienen que bajarse el camisón y quedar con el hombro al descubierto.
Su precio, 12 euros, va dedicado a la Asociación Relevos x la Vida contra el Cáncer Juvenil, y se pueden personalizar con un mensaje dedicado. Se pueden regalar a alguien, pero también comprarlas sin destinatario para que la asociación se las facilite a quien lo necesite. Es decir, realizar una compra anónima que llegará a algún paciente desconocido.
Encarni no gana nada, solo se queda la parte que cubre los costes para seguir pidiendo el producto, aunque ya está empezando a tener pérdidas. No le ha quedado ninguna ayuda tras cerrar el negocio, así que ahora mismo no tiene ingresos, pero por ahora no le importa. «Estoy demasiado ilusionada con este proyecto», confirma. Quien quiera adquirirlas puede contactar con ella en Facebook a través de la página 'las camisetas d'Alejandro'.
En efecto, Encarni siente que una parte de su hijo va en cada una de las camisetas que entrega. «Es una satisfacción, para mí es honrarle», asegura. No puede explicar con palabras lo que siente cuando entrega el producto a los pacientes, ni cuando le mandan fotografías con ellas puestas durante el tratamiento. Es demasiado emocionante. «Me ayuda mucho, es como si le dijera: 'mira, esto es lo que querías, es una realidad'», asevera. Una madre coraje que seguirá viendo a su hijo sonreír en cada una de esas camisetas. Y por una buena causa.
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