El particularísimo camino de James Ellisor
Atípico ·
El escolta del Covirán pasó dos cursos sin jugar por la falta de ofertas, antes de hacerse leyenda en Portugal donde, en 2019, adoptó el veganismo para lograr prolongar su carreraJose Manuel Puertas
Granada
Jueves, 21 de octubre 2021, 00:33
La vida de James Ellisor (Glendale, Arizona, 9 de marzo de 1990), dista bastante de ser la del baloncestista profesional tipo. El nuevo escolta del Covirán nunca fue estrella ni tipo de renombre. Salir de la División II de la NCAA, en la modestísima universidad de Bemidji State, en Minnesota, no ayudó. De hecho, de sus compañeros en aquel equipo de 2012, es el único que sigue en activo. «Sólo uno fue profesional, y apenas una temporada», ratifica. Y sin embargo, el polivalente escolta, vegano, perseverante y ferviente cristiano, ha conseguido labrar un camino que, superada la treintena y convertido en una leyenda en Portugal, le hace debutar al fin en España.
Cabría afirmar incluso que su senda es prácticamente única. Su primer capítulo profesional en el Planet University de la segunda división rusa –«la adaptación no fue fácil, pues nunca había vivido nada así y fue toda una lección de humildad de la que aprendí mucho», asegura–, bien pudo ser el último. Volvió a Estados Unidos, y a la bandeja del correo electrónico no llegó ni una oferta. «No tenía a nadie que me ayudara en mi carrera, un agente o algo así. Pero intentaba encontrar un sitio donde jugar», expone. Pasó dos años en el paro baloncestístico, aunque «entrenando con fe, dos veces al día cinco días a la semana, porque en mi cabeza siempre estuvo el volver a jugar». Veinticuatro meses –«los peores momentos de mi vida, porque era chocante no tener oportunidades», admite– en los que ejerció como voluntario en una iglesia baptista en Houston, al tiempo que hizo sus pinitos como entrenador de jóvenes mientras esperaba una opción que, con el paso del tiempo, parecía más complicada. «Traté de mantenerme ocupado, pero la situación era compleja, pues no conozco a nadie más que haya dejado de jugar dos años y haya vuelto, ¡Es mucho tiempo!», analiza.
Momento clave
Fue avanzado 2015 cuando lo más parecido a un ángel de la guarda se cruzó en su carrera. «Un entrenador local vino a verme y resultó que tenía conexiones en Portugal, así que mandó a sus contactos un vídeo mío», cuenta. Y de ahí, de uno de tantos clips disponibles hoy en los que cada jugador muestra solo lo mejor de sí, surgió la anhelada opción en el Oliveirense, uno de los mejores clubes del país luso. No sin dudas, claro, de afrontar el fichaje de un jugador sin demasiado caché y virtualmente retirado. «Estoy seguro de que sintieron eso, cualquiera lo habría hecho. Pero, por alguna extraña razón que no sé el entrenador se decidió por mí. Supongo que le gustó la forma en que jugaba en la universidad. Sí sé que me hizo muy feliz poder volver a jugar», explica hoy, consagrado con honores en el país vecino. En su currículo constan tres títulos ligueros, dos con el Oliveirense y otro, la pasada campaña, con el Sporting de Portugal, y el honor de integrar el mejor quinteto histórico de la década.
Cambio de dieta
Precisamente en el cambio entre los dos equipos lusos, en el verano de 2019, fue cuando Ellisor tomó otra de las decisiones de su vida: hacerse vegano. «Volví a casa, investigué un poco sobre otros deportistas que habían tomado esa vía y me interesó mucho», explica. Obviamente no fue sencillo, por las exigencias de un profesional. «Me llevó entre seis y ocho meses de transición comprobar qué tal me iba y cómo me sentía, pero tras ese tiempo entendí que mi cuerpo estaba mejor. No tenía dolores y siempre estaba listo para trabajar al día siguiente, los beneficios fueron enormes», valora.
Una decisión valiente y complicada, especialmente trabajando tan lejos de su zona de confort. Primero, porque «ninguno de mis amigos o compañeros de equipo lo son», lo que no ayuda en el día a día. Segundo, porque no se debió al desapego de alimentos con los que disfrutaba. «Fue muy difícil retirar el pollo y el pescado de la dieta, los tomaba mucho y desde luego que me gustaban», admite. En todo caso, el norteamericano está seguro de haber tomado el camino correcto para prolongar su carrera: «cuanto mejor me encuentro, más convencido estoy, porque me encantan los beneficios que me reporta», zanja. Además, una vez superado el periodo adaptativo, se encuentra con la situación bajo control. «Necesito tomar algunos suplementos y el primer año fue muy complicado porque no sabía qué necesitaba mi cuerpo exactamente, pero ahora ya lo sé porque he trabajado mucho en ello, así que tomo proteínas y algunos snacks, lo que necesito para que mi cuerpo esté a un alto nivel», concluye.
Para el anecdotario de Ellisor quedará también este verano, en el que pasó varias semanas en San Antonio sin poder viajar a Granada. «Emocionalmente tuve altibajos, porque quería estar con el equipo cuanto antes», aclara. Un Covirán que le seguía de cerca tiempo atrás –«Pablo Pin ya habló conmigo hace dos años», desvela– y en el que, ejerciendo como el «todoterreno» que se considera, espera deja huella. Para que nunca más el baloncesto se olvide de lo que puede ofrecer.
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