Cuando un tendedero se convierte en poema

La poesía se hace con las palabras.Pero también se puede hacer con los objetos. ¿Cómo? Tiene la oportunidad de verlo y comprenderlo en la interesante exposición instalada en la Corrala de Santiago hasta finales de mes. Treinta obras en las que Alfonso Salazar muda su piel de gestor cultural y novelista para mostrarse como un rapsoda que, conjugando la poética de un extintor, unos guantes de boxeo o una diana, rima versos en el imaginario del espectador. Él propone –y lo hace, además, con una clara intención– para que usted se pregunte y usted mismo se responda. Una suerte de 'jeroglífico' que va más allá de lo evidente. Lo llaman 'poesía visual'.

Les pongo algunos ejemplos. Cuando usted visite 'Salazar, instalaciones y reformas', que así se llama el 'invento' pergeñado por Alfonso Salazar, podrá observar un tendedero con diecinueve pinzas de secar la ropa coloreadas con las banderas de las diecisiete comunidades y las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla que conforman el reino de España. No cuelgan de cuerdas, sino de unos alambres de espino. El título de esta obra es 'El tendedero español' y el subtítulo, 'un país pillado con pinzas'. Lo dicho, Salazar plantea; usted descifra... como quiera o como entienda.

O la señal de prohibido el paso con una mancha que deja entrever un juego de rayas rojas y amarillas emulando la señera catalana. «Este objeto –explica Salazar– carece de valor expresivo por sí solo, pero al denominarse 'referéndum' ya sí tiene un claro componente interpretativo». La palabra es fundamental para resignificar esas cosas que forman parte de lo cotidiano. «Se trata de llamar la atención en la mente del público».

Según Salazar, el nombre de esta exposición, 'Salazar, instalaciones y reformas', es un homenaje a las pequeñas empresas de autónomos, con esa alusión a 'instalaciones' convertidas en reflexiones sobre temas como las ideologías, los problemas sociales o la política, más difíciles de abordar desde la narrativa poética más convencional. Una propuesta que es fruto de veinte años de trabajo de Alfonso Salazar en esta línea de la poesía visual, entendida como un canal de expresión que permite 'jugar' en clave de ironía y de sarcasmo.

Un periodo de tiempo en que el artista ha desarrollado más de un centenar de creaciones –ya ha expuesto en otras ocasiones en Granada–, de las que ha seleccionado treinta para esta cita en la Corrala de Santiago, abierta por las mañanas de doce a dos y por las tardes de seis a ocho –las restricciones del nivel cuatro de alerta han obligado a restar una hora en horario vespertino–. Los interesados pueden solicitar, si les apetece, una visita guiada a cargo del propio autor los lunes y los viernes a las siete de la tarde. Para ello, tan solo hace falta rellenar un formulario en la web de Alfonso Salazar, un procedimiento que garantiza el cumplimiento de las limitaciones de aforo dictadas por las autoridades sanitarias.

La pieza más antigua está fechada en 2009, mientras que la más moderna, la bautizada 'Entre el cielo y el suelo', data de 2020. Se trata de un mosaico de cuatrocientas fotografías realizadas por Salazar y publicadas en la red Instagram entre octubre de 2018 y octubre de 2020. Durante los primeros doce meses subió imágenes de cielos y en los doce siguientes, de suelos. «Todo ello –asegura– con la consciencia de elaborar un diario fotográfico con dos miradas continuas, separadas y persistentes; no esperaba que en esta dinámica interfiriese el confinamiento, pero seguí adelante con el experimento». «Amigos, familiares y conocidos fueron testigos de ello, colaborando de forma consciente e inconsciente en esta instalación que necesitó dos años para armarse», dice Salazar.

La poesía visual de Alfonso Salazar, influida por poetas como Joan Brossa o fotógrafos como Chema Madoz, trabaja desde la indagación en la ambigüedad, las ideas preestablecidas y una apuesta por el mensaje disruptivo, a veces incómodo. Para ello se vale de objetos colocados a veces fuera de su contexto.