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Soto perdió la visión y una pierna en la guerra de Bosnia. RAMÓN L. PÉREZ

José Soto, un granadino de la guerra de Bosnia a la Roma histórica de un plumazo

Un erudito ·

El escritor y profesor ha publicado 'Bajo el fuego y la sal', una novela sobre el saqueo que sufrió la ciudad 'caput mundi' a cargo de los piratas en 846

José Antonio Muñoz

Granada

Miércoles, 14 de diciembre 2022, 00:45

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José Soto Chica (Santa Fe, 1971), tiene una vida de película, o de libro. De trabajar como herrero en su localidad natal a convertirse en ganador del prestigioso Premio Edhasa de Novela Histórica el pasado año con 'El Dios que habita la espada' han sido muchas las peripecias vividas, algunas de ellas ciertamente complicadas. Miembro de la Misión de Paz de Naciones Unidas en Bosnia–Herzegovina, una mina le hizo perder una pierna y la visión, pero este hecho fue, como él mismo cuenta, la puerta hacia una segunda vida, distinta, que le ha convertido en investigador, escritor y profesor de la Universidad de Granada.

La producción literaria de Soto abarca por igual la novela y el ensayo. Y es ingente, porque no para de trabajar. De hecho, en apenas un mes ha publicado dos obras: el ensayo 'El águila y los cuervos' (Desperta Ferro), en torno a la caída del Imperio romano, y la novela 'Bajo el fuego y la sal' (Edhasa), que se sitúa en la Ciudad Eterna, 'caput mundi', en el escenario del saqueo que sufrió en el siglo IX a cargo de una coalición, o más bien conglomerado, de piratas de diversa procedencia. En medio de todo, uno de los secretos mejor guardados de la historia: el del llamado 'fuego griego', la que podríamos denominar como la primera arma de destrucción masiva.

Consecuencia directa de su pasión por la historia es su interés por el coleccionismo de piezas arqueológicas, «muy modesto», como aclara. Una colección adquirida con todas las garantías de origen y con certificados que guarda celosamente, aclara, para evitar suspicacias. Entre las piezas que integran su pequeño museo está una espada asiria con su pomo de la Edad del Bronce (siglo XIII antes de Cristo); un vaso ático del siglo IV antes de Cristo; un decadracma de Alejandro Magno acuñado en Babilonia el año de su muerte, el 323 antes de Cristo; una lucerna romana del siglo I; sólidos áureos y otras monedas de Adriano, Valente o Antonino Pío; una medalla al valor igualmente romana del siglo II después de Cristo, y otras piezas aun más exóticas, como una espada tuareg de Mali o una fusta kazaja realizada con una pata de cabritillo como mango.

Pasión

«Pienso que, junto a la visita a los lugares donde tuvieron lugar los hechos, la mejor forma de vivir la historia es tocar los mismos objetos que usaron nuestros antepasados, protagonistas de un salto al vacío a través de los siglos», afirma. La pasión por la historia de José Soto tiene su origen en sus primeras lecturas. «Con siete años encontré en la biblioteca de Santa Fe una versión para niños de la 'Anábasis' de Jenofonte, que cuenta la historia de unos mercenarios griegos deseosos de regresar a su patria», recuerda. Su interés por Roma es hijo inevitable de esa pasión. «Roma encarna la historia del mundo condensada en una ciudad que, precisamente por los muchos vaivenes que ha vivido, es eterna», asegura el escritor. «Todo lo que tiene relevancia en nuestro mundo: la religión, el derecho, las costumbres... tiene su origen en Roma». El Imperio que se derrumba, y que, según Soto, nos deja huérfanos, es el objeto de 'El águila y los cuervos', un ensayo con interesantes aportaciones.

Algunos de lso objetos que forman parte de la colección de José Soto. RAMÓN L. PÉREZ

Por ejemplo, el granadino desmiente a la historiografía que defiende una depauperación paulatina y una caída lenta e inexorable del Imperio romano de Occidente. Y para ello, se basa en las cifras: «A finales del siglo IV, 70 años antes de la finalización efectiva del Imperio con la deposición de Rómulo Augústulo, el último emperador, Roma era una capital próspera. De hecho, las últimas décadas del siglo IV fueron de un gran esplendor y paz, con emperadores tan señeros como el hispano Teodosio El Grande, quien dividió el territorio imperial entre sus hijos». A partir de aquí, según relata el autor en 'El águila...' comenzó a vivirse un rápido declive, motivado por una pérdida demográfica y económica, la acumulación de la riqueza en pocas manos y un aumento de la inseguridad provocado por las continuas luchas de poder. Esos son los cuervos a los que se refiere el título de su obra. Deja Soto, además, una pregunta en el aire: ¿por qué cayó el Imperio de Occidente y prosperó el de Oriente? Y tiene una respuesta, que podrán encontrar quienes se sumerjan en este ensayo.

Una urbe arrasada

La más reciente novela del profesor universitario sitúa al lector en un momento clave de la historia de Roma: el siglo IX. Tras dos saqueos –el de Alarico en 410 y el de Genserico en 455–, la ciudad vivirá un tercero, que afectó especialmente a los bienes eclesiásticos, la primera basílica de San Pedro –muy alejada de la renacentista– y a las tumbas de los apóstoles y sus reliquias. «De los 800.000 habitantes que tenía en el siglo IV, pasó a tener poco más de 50.000», señala José Soto. «La arena del Coliseo era un cementerio; sus gradas, un mercado. Los bueyes y las cabras pacían entre sus ruinas, pero seguía siendo la cabeza del mundo cristiano».

Es en esta ciudad, objeto de peregrinajes masivos procedentes de una punta a otra del mundo conocido, en la que se sitúa la acción de 'Bajo el fuego y la sal'. El 25 de agosto de 846, una turbamulta muy variada, formada por vikingos, piratas berberiscos, andalusíes y sicilianos, remontó el Tíber y se entregó al pillaje, rematando su faena con un incendio del Vaticano. En este ambiente, se desarrolla una acción en la que el papa Sergio II, una bailarina bizantina, un caudillo vikingo ambicioso e implacable, y un alquimista poseedor del secreto del fuego griego, son algunos de sus protagonistas. Precisamente, este último asunto ha sido uno de los objetos de investigación del santaferino, quien ya publicó en 2016 un interesante estudio sobre el tema.

José Soto muestra con ambas obras un conocimiento enciclopédico del amplio periodo reflejado. La suya es una historia de superación que se sigue escribiendo, como el devenir del mundo, día a día, hecho tras hecho.

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