Henrique Alvarellos | Investigador sobre Lorca en Galicia
«García Lorca necesitó ayuda lingüística para escribir sus poemas gallegos»Las investigaciones de Alvarellos revelan la fascinación de Federico con Galicia a través de su paisaje, su cultura y Rosalía de Castro
García Lorca visitó por primera vez Santiago de Compostela cuando tenía dieciocho años, en el transcurso de un viaje de estudios. Aquello fue un 'flechazo'. Tanto es así que regresó en tres ocasiones. El editor y escritor Henrique Alvarellos ha investigado en profundidad la relación del poeta de Fuente Vaqueros con Santiago. Ayer ofreció una conferecia en el Centro Lorca.
–¿Qué fue lo que tanto fascinó a Federico de Santiago en aquel viaje junto a los compañeros de la universidad el 25 de octubre de 1916?
–Federico era un chico de 18 años, estudiante de primero de carrera, que cruzó en diagonal la Península para sumergirse en un paisaje y una cultura muy distintas. En sus diarios escribió en algún momento «esto me hipnotiza». Es justo cuando iba de Santiago a Coruña bajando por una carretera. Después está la presencia fortísima de Rosalía de Castro. En ese viaje tomó contacto con sus poemas, aunque es probable que ya la tuviera leída. Un año después Lorca ya está escribiendo versos inspirados en 'Negra sombra' de Rosalía. Y después una ciudad, Santiago, que impactó al grupo. Que les dejó pasmados. Aunque criticaron que en medio de la plaza del Obradoiro hubiera una escultura de Montero Ríos de Mariano Benlliure. «Qué salivazo más odioso», escribió Lorca en 'Impresiones y paisajes'.
–¿Hay algo en la forma de ser del gallego que coincida con la forma de ser del granadino?
–Lorca hablaba en alguna de sus conferencias de una «corriente subterránea» que unía Galicia con Granada. Esas migraciones de los gallegos a la Alpujarra, esos topónimos por toda la provincia... No soy antropólogo, pero lo que sí es evidente es que Lorca y sus compañeros conectaron con Galicia, exótica por entonces para un andaluz. El tiempo en aquellos días fue lluvioso. Lorca le dio a la lluvia un carácter estético que igual los gallegos tenemos un tanto arrinconado.
–¿Cómo fue la acogida Lorca en sus viajes posteriores?
–Lorca visitó tres veces Galicia en 1932. El grupo de intelectuales, estudiantes, artistas, escritores y escultores de la época lo arroparon. El día que actuó la Barraca en la plaza de A Quintana todas las crónicas hablaban de más de seis mil personas. Según confesaría después uno de sus compañeros, Arturo Cuadrado, la actuación en la plaza A Quintana y el estreno de 'Bodas de sangre' en Buenos Aires un año después fueron los momentos estelares en la trayectoria de la Barraca.
–La representación de los 'Entremeses' cervantinos en A Quintana tuvo que ser impresionante.
–Así fue. La actuación estaba programada a las once y a esa hora la Berenguela tocó sus once campanadas en do grave. La Barraca comenzó unos minutos antes, pero decidieron parar en señal de respeto. El público aplaudió.
«Lorca hablaba de una 'corriente subterránea' que unía Galicia con Granada»
–Desde 1916 hasta 1932 Lorca tuvo mucha relación con artistas e intelectuales de la tierra. ¿Hasta qué punto influye Galicia en el conjunto de su obra?
–Yo diría que Rosalía es una influencia fundamental. Y Rosalía es Galicia. Tenía una angustia existencial grande, pero al mismo tiempo era combativa. Uno de los primeros escritos de Lorca en 'Impresiones y paisajes' lo redacta en un hospicio de Galicia. Ahí hace un texto brutal en prosa social para un chico de dieciocho años. La conexión de Lorca con Rosalía en relación a esa defensa de las clases populares es más que evidente. Y también estuvo seducido por la generación de intelectuales del 32. En Santiago hubo una confluencia de ellos a través del Comité de Cooperación de la República de Arturo Soria. Lorca fue su primer invitado.
–Su fascinación hacia Galicia era tal que incluso anticipó algunos poemas de 'Poeta en Nueva York'. ¿Cómo interpreta que Lorca se guardara esta primicia para Galicia?
–En la conferencia de 6 de mayo, que iba a ser sobre el jardín de Soto de Rojas, Martín Barbeito cuenta que Lorca teatralizó diciendo que se le habían olvidado los papeles, pero sacó otros y empezó un avance de 'Poeta en Nueva York'. Las crónicas, que están en mi libro, decían que la gente no entendió muy bien lo que hizo Federico, pero estaba subyugada. Él dijo a los periodistas que Santiago le inspiraba para hacer poemas ambientados en Compostela.
«La Barraca detuvo su representación en la plaza A Quintana para que se escucharan las campanas de la Catedral»
–Si hay un libro insólito en la carrera de Lorca, ese fue sin duda 'Seis poemas galegos', escritos en una lengua que no era la suya. ¿Aprendió el idioma?, ¿le ayudaron?, ¿cómo lo hizo?
–Él tenía un conocimiento pasivo de la lengua. La leía pero no la podía escribir. Leyó a Rosalía y la recitaba de memoria. También cántigas medievales. Lo que hizo fue pedir ayuda. Sabemos que existió esa ayuda en cinco de los seis poemas. Fue Ernesto Guerra da Cal, que aparece con él en una foto que he incluido en el libro. Pero hay uno donde nadie le ayudó, en el que hay un gallego lleno de errores. Él quiso escribir en gallego, pero necesitó un diccionario viviente, que fue Ernesto Guerra da Cal. Lorca iba improvisando los versos y Ernesto le daba las palabras que mejor se ajustaban. Quizá en puridad la autoría del libro debería de ser compartida. Los poemas son profundamente lorquianos, está la camelia blanca... pero también está el universo gallego. De los seis manuscritos, dos están con la letra de Lorca y cuatro con la de Guerra da Cal.
–Hábleme del Santiago de Compostela más lorquiano hoy día...
–A raíz de mis investigaciones, he trazado una especie de ruta lorquiana por la ciudad. Una ruta que empieza por la plaza A Quintana, de la que Lorca llegó a decir que aquí se quedaría a vivir toda su vida en una carta que le escribió a su amigo Carlos Martínez Barbeito. «Da recuerdos a mi plaza», le dijo. Fue el antiguo cementerio de la ciudad, detrás de la Catedral. Después hay un hotel que conserva su estructura externa, el Compostela, que está en la plaza de Galicia, donde Lorca se alojó las tres veces que estuvo en 1932. En el hall dedicó libros y también dibujó. Muchos de estos dibujos están guardados en la biblioteca de Martínez Barbeito. Y allí se le hizo un homenaje. Los cronistas dicen que Lorca hizo mimo, tocó las 'Cántigas de Santa María'... tenía un conocimiento profundo de la cultura y la literatura gallegas. Y en la propia Alameda de Santiago logramos que el Ayuntamiento colocara una escultura lorquiana junto a la de Rosalía hace cuatro años. El 25 de octubre celebramos el Día de García Lorca en Galicia.
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