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Detalle de las bóvedas y arcos de ladrillo de la cloaca del Darro Turbio. MARCOS DOMINGO

El Darro, la cloaca donde se vertían las aguas turbias de la Granada medieval

La ciudad construyó otro cauce, el Darro Turbio, que iba por calle Elvira y Cárcel Baja, cuyos restos se conservan en el bar Siloé

ángel rodríguez

Domingo, 15 de marzo 2020, 03:02

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Hay dos aspectos fundamentales en todas las ciudades en los que con frecuencia no reparamos: uno es el abastecimiento de agua para sus habitantes y las actividades productivas que se desarrollan intramuros; y otra –no menos importante– es la evacuación de las aguas residuales y la limpieza general de los espacios públicos. Esto era sumamente importante para garantizar la salubridad de la vida confinada dentro de sus murallas. En las antiguas ciudades, cuando no existían mecanismos eficaces para ello, se propagaban con cierta rapidez enfermedades como el cólera y la peste que diezmaban fácilmente la población. Por tanto, estamos ante uno de los grandes retos del urbanismo: la limpieza sigue siendo uno de los aspectos que más nos preocupa siempre.

Imaginemos entonces la situación que se podía dar en Granada a finales del siglo XV, cuando era una de las ciudades más pobladas de la Península Ibérica, abigarrada dentro de sus murallas y en los populosos arrabales que la rodeaban, que iban creciendo de forma proporcional al avance de la Reconquista.

La ciudad de Granada contaba con dos grandes infraestructuras para sacar las aguas sucias fuera de las murallas: una era de origen natural –el tramo urbano del río Darro– y otra fue diseñada por el hombre, para complementar la capacidad del río en aquellas zonas alejadas de su cauce.

Darro Turbio, en la plaza Siloé, con el arqueólogo Santiago Pecete. MARCOS DOMINGO

Al Darro se vertían los desechos de las tenerías y curtidurías que se ubicaban en la ribera del río, en ambas orillas, además de los otros procedentes de las viviendas. De ahí viene la acepción que tiene la palabra 'darro' en nuestra ciudad, convertida en metonimia para indicar una conducción de saneamiento de aguas sucias o el olor que provocan las aguas fecales. 'Olor a darro' es una expresión granadina que todos utilizamos.

La limpieza del cauce del río también podía convertirse en un problema de salud pública de modo que no podía dejarse a la capacidad del propio caudal para arrastrar aguas abajo toda la suciedad acumulada. Para ello desde fechas muy tempranas se ideó un sistema de compuertas que, conectadas con los muros de contención del río, permitían por una parte impedir la entrada a la ciudad remontando el cauce, y por otra crear unas represas que, una vez levantadas, pudieran arrastrar por la fuerza del agua toda la suciedad fuera de la ciudad.

Existieron dos, una de ella ha pasado a formar parte de la tradición sobre la conquista de Granada. Se cuenta en las hazañas de Hernando del Pulgar que, acompañado de quince caballeros, entró en Granada una noche de 1490 remontando el río, superando la compuerta existente y accediendo al interior de la mediana por la puerta de Bibarrambla, para alcanzar el corazón de la ciudad por clavar un puñal en la misma puerta de la mezquita aljama con un Ave María.

Este hecho, ciertamente novelesco, ha sido referido en numerosas ocasiones por distintos historiadores y existen varias versiones en las que la compuerta que cerraba el Darro tenía un papel importante. Era conocida como la Bad al-Dabbagin, o de los Curtidores, que se encontraba un poco más abajo de la calle Salamanca en su encuentro con Reyes Católicos. No nos han llegado restos, salvo que se encuentren soterrados y en algún momento puedan ser rescatados por la arqueología.

Puerta de los Tableros

Aguas arriba existió otra compuerta, la conocida como puerta de los Tableros –la Bab al Difaf–, erróneamente llamado puente del Cadí. Se encuentra al pie de la Torre de la Vela, en la orilla izquierda del río. Queda en pie uno de sus estribos, que es un torreón de planta hexagonal, construido sobre una potente zarpa escalonada para evitar la erosión de las aguas, y alzado de tapial. En su interior dos tramos de escaleras descienden hasta la puerta cuadrada que tapiada vemos en su intradós. En la orilla opuesta existió hasta el siglo XVII un torreón similar que conectaba con el resto de defensas de las murallas del Albaicín y la alcazaba de la Alhambra. Coincidían en un mismo espacio el valor defensivo y la función de salubridad pública.

Darro Turbio, en la plaza Siloé, con el arqueólogo Santiago Pecete. MARCOS DOMINGO

Pero el desarrollo de la ciudad no siempre permitía acceder al cauce del río para evacuar las aguas residuales. Para ello a veces se utilizaron las acequias, especialmente la de Axares, algo que estaba fuertemente penado aunque con el tiempo, dado el problema que suponía la necesidad de sacarlas fuera de las murallas, se duplicó su trazado, uno para el abastecimiento y otro paralelo de evacuación. Este es el caso del conocido como Darro Turbio que, tras discurrir por parte de la calle Elvira, descendía por la calle Cárcel Baja para salir fuera de la ciudad por la puerta de Bibalmazán. Su permanencia a lo largo de los siglos hizo que se convirtiera en una verdadera cloaca que fue aumentando su capacidad hasta tal punto que cuando hace unos años aparecieron los restos arqueológicos en el edificio que hace esquina en Calle Cárcel Baja con la plaza Diego de Siloé, se excavó una galería de más de cinco metros de longitud y dos de altura, cubierta con una bóveda.

El aspecto monumental hizo que quedaran integrados dentro del bar Siloé como los únicos restos visibles del sistema de saneamiento histórico de Granada. Porque la arqueología no sólo recupera y explica los espacios domésticos, los más nobles y simbólicos, si no también las infraestructuras que dan sentido a la ciudad.

Ficha técnica

Lugar . Una de las compuertas es el Puente del Cadí, en el río Darro. La conducción conocida como Darro Turbio desciende por calle Cárcel Baja y salía de la ciudad por Bibalmazán.

Descripción . Puente del Cadí: Torreón de planta hexagonal de tapial con arranque de arco de piedra arenisca. Darro Turbio: conducción de cinco metros de longitud y una altura de dos, cubierta con bóveda de ladrillo.

Cronología . Compuerta del Puente del Cadí, siglo XI d.C. Darro Turbio, trazado a finales del siglo XI d.C., reformado y reconstruido hasta el siglo XIX.

Tipo de protección .El puente del Cadí es BIC.Los restos del Darro Turbio no tienen protección.

Acceso . Los restos del Darro Turbio se pueden ver en el bar restaurante Siloé.

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