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Fernando Adrián torea de rodillas y por detrás al primero de su lote. Baltasar Gálvez

La predisposición puede con los malos vicios en tarde de triunfo

Puerta grande para las importantes faenas de Fernando Adrián y David Galván, con Emilio de Justo sin premio sólo por el acero

Juanjo Aguilera

Almería

Domingo, 29 de septiembre 2024, 21:00

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Aunque con diferente resultado porque los aceros también mandan, la letanía de los tres diestros sirvió para estar por encima de un encierro 'sin fondo', en el que la exposición permitió sacar faenas de mucho mérito. Importante la de Galván a su primer enemigo, pero también, y casi más por la dificultad, la de un Fernando Adrián muy poderoso en su exposición y concepto, tragando ante el último de la tarde en una pelea en la que las ganas pudieron con la querencia de un encierro dificultoso.

Los dos salieron por la puerta grande, premio que no pudo saborear Emilio de Justo, pese a que también logró cuajar dos buenas faenas, con la segunda impidiendo el trofeo que le abriera la puerta grande por el infortunio que el extremeño tuvo con la espada, pero igualmente importante por su difícil facilidad para conquistar al difícil cuarto.

Oficio y clase

Cuajó Emilio de Justo unos buenos lances de recibo para luego, con la muleta, enjaretar buenas series por el pitón derecho, en los que el diestro extremeño pudo exprimir a su primer enemigo que entraba con fijeza a la exposición del engaño. Con pausa y colocado en el sitio, De Justo aplicó oficio para convencer al de José Luis Marca para ligar tandas con gusto. Dio tiempo a 'Amante' para, con distancia y administrando el tiempo, conseguir buenas tandas de toreo al natural, por donde el burel quiso coger el engaño y Emilio de Justo logró muletazos con pulcritud.

Con el cuarto, Emilio de Justo tuvo que darle tiempo al animal, sin abusar de la duración de las tandas, ejecutadas, eso sí, con mucho gusto con la ejecución por el pitón derecho. El extremeño 'estudió' la embestida para sacarle buenas tandas, haciendo al toro y enseñándole a embestir con mucha técnica y a la distancia perfecta. En el toreo al natural, a 'Violetero' le faltó para rematar, cortando el viaje. De Justo midió la distancia para encontrarle la distancia perfecta, hasta convencerlo. De vuelta al pitón derecho, usó inteligencia para, con oficio, taparle la salida al toro, con visos de querer salirse de la pelea. Su fallo con el acero le costó no tocar pelo.

Por saber

David Galván se mostró cumplidor con el capote y con la muleta se mostró con valentía, aguantando el tirón para desengañar al toro, al que le consiguió sacar buenas tandas por ambos pitones, mejor por el derecho, siempre puesto y estando solvente para hacerse con el animal, entregado al engaño del diestro malagueño, que le dejó la muleta puesta para lidiarle con un par de tandas de muletazos invertidos, en una faena muy de verdad. Su entrega le costó un revolcón, ante las dudas del toro, al que despidió con manoletinas y estocada como consecuencia de una faena emocionante y de peso.

Al segundo de su lote tuvo que perderle pasos en los lances de recibo para torearlo, con la muleta, en los medios por el pitón derecho. Galván buscó los terrenos a base de tiempo. Escaso de fuerzas, pero con clase, el animal mostraba su déficit, pero Galván utilizó la pausa para aplicarle buenos pases por el pitón derecho, a la altura que pedía el cornúpeta, que protestaba el engaño y que buscaba la querencia. Ante tal disposición del animal, Galván se mostró predispuesto para armar la faena junto a las tablas, con mucha actitud.

En torero

Fernando Adrián se lució con el capote ante el jabonero tercero, con una exhibición variada, sin dar pasos atrás, con chicuelinas, tafallera y una media de mérito. Con la muleta, comenzó rodilla en tierra con pases por detrás y, con mucho gusto y temple, cuajó una poderosa faena a base de convencimiento y cadencia en la ejecución. Mostró un toreo puro, en el que movió el engaño con suavidad, aguantando en la cara de un toro que se quedó sin fondo y al que le sacó todo lo que tenía el animal.

Con el que cerraba, Adrián cuajó la faena desde el principio, con mucha verticalidad en su propuesta, erguido en los 'cruces'. También en la faena de muleta, en la que el tuvo que andar atento porque el animal, ante la predisposición a buscar la querencia, protestó en la embestida. El madrileño intentó cuajarlo con temple y mucho gusto ante un toro que protestaba la embestida e intentaba puntear los muletazos, pero Adrián se lo llevó a donde embestir era su 'obligación', pulseando y componiendo y exponiendo para retener al de José Luis Marca que sólo quiso irse, pero tragando en el toreo al natural, con mucha quietud.

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