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Fútbol / Eurocopa femenina 2025

El efecto Eurocopa: cómo creció el fútbol femenino tras cada edición

Cada Eurocopa femenina no solo deja goles y campeonas: deja también más licencias, más público, más inversión. Así ha crecido el fútbol femenino tras cada edición, dentro y fuera del campo.

Carlos Jimenez

La Eurocopa femenina no se juegan solo en el campo. Cada edición deja una estela que trasciende el marcador: más niñas se federan, más padres que acompañan a sus hijas al entrenamiento, más personas viendo fútbol femenino en prime time, más inversión, más respeto. El impacto real del torneo se mide también fuera de los estadios. Y si algo demuestra la evolución de los últimos veinte años, es que la Eurocopa ha sido –y sigue siendo– una palanca de crecimiento imparable.

Licencias que no dejan de crecer

En 2005, el fútbol femenino europeo apenas sumaba 1,2 millones de licencias federativas. Hoy, esa cifra supera los 2,2 millones, según datos recientes de la UEFA. El crecimiento ha sido sostenido, pero con picos evidentes tras cada Eurocopa. En 2009, tras el torneo celebrado en Finlandia, la media de licencias en Europa creció un 10%. Cuatro años después, en 2013, ese aumento fue del 13%. Pero la auténtica explosión llegó tras la edición de 2017 en los Países Bajos: solo allí, las fichas se dispararon un 20% en dos temporadas, impulsadas por el título logrado por la selección neerlandesa y la visibilidad mediática del torneo. 

Sin embargo, el verdadero punto de inflexión fue en 2022. En Inglaterra, la Eurocopa rompió con todo lo anterior. Según The Guardian, las licencias femeninas en Reino Unido crecieron más de un 28% en los 12 meses posteriores al torneo. Federaciones como la alemana, la sueca o la española también registraron subidas notables. La UEFA resumía así en su informe de legado: “Cada Eurocopa refuerza la base: más niñas juegan, más clubes invierten, más ligas se profesionalizan”.

El crecimiento en España: de la invisibilidad al lleno en estadios

En España, el efecto Eurocopa se ha hecho notar especialmente a partir de 2013, cuando la selección regresó al torneo tras 16 años de ausencia. Por entonces, las licencias femeninas apenas superaban las 30.000. Hoy, según datos de la RFEF, son más de 100.000. El salto más evidente se produjo entre 2017 y 2019, con un aumento del 27% en jugadoras federadas, coincidiendo con el crecimiento de la liga femenina y una mayor presencia en medios.

Tras la Euro 2022, el impacto fue también mediático y estructural: RTVE registró su récord de audiencia en fútbol femenino con el Inglaterra-España de cuartos, y clubes como el Barça, el Atlético o el Athletic empezaron a disputar partidos femeninos en estadios principales. El Camp Nou batió el récord mundial de asistencia a un partido de clubes femenino en dos ocasiones entre 2022 y 2023.

Además, la profesionalización oficial de la liga española en 2022 marcó un punto de inflexión. La Eurocopa ya no es solo un estímulo temporal, sino parte de un ecosistema en evolución. Cada edición refuerza la base sobre la que se construye el presente del fútbol femenino nacional.

Del nicho al prime time

Las audiencias televisivas han seguido una evolución similar. En 2013, la Eurocopa tuvo una audiencia acumulada global de 133 millones de espectadores. En 2017, fueron 178 millones. En 2022, la cifra se disparó hasta los 365 millones, según los datos consolidados de la UEFA. La final entre Inglaterra y Alemania fue vista por más de 17 millones de personas solo en Reino Unidos –récord absoluto para una emisión deportiva femenina en ese país– y alcanzó los 87.192 asistentes en Wembley, la mayor afluencia de público para un partido de Eurocopa, masculina o femenina.

En España, el seguimiento también creció. RTVE registró su récord de audiencia para un partido femenino durante el España-Inglaterra de cuartos de final, con más de un millón de espectadores y picos de 13% de cuota. A nivel continental, la Euro 2022 superó en audiencia media a varias ligas masculinas, según análisis de medios económicos británicos.

Estadios llenos, gradas diversas

La evolución de la asistencia presencial en estadios es otra prueba del efecto multiplicador del torneo. En 2005, la Eurocopa celebrada en Inglaterra reunió a 118.000 personas en total. En 2013, Suecia alcanzó los 216.000. En 2017, Países Bajos superó los 240.000, con una media de 11.000 espectadores por encuentro. Y en 2022, el salto fue histórico: más de 574.000 personas asistieron a los partidos, con una media de 18.544 por partido.

Más allá de las cifras absolutas, lo relevante es el perfil del público: familias, mujeres, jóvenes, niños. En muchas ciudades sede se vivieron fan zones abiertas durante toda la semana, con actividades para todos los públicos. Países Bajos triplicó la asistencia media en su liga femenina tras ser anfitriona y campeona en 2017. Inglaterra, tras la Euro de 2022, ha mantenido cifras récord en la Women’s Super League.

Inversión, patrocinios y profesionalización

Cada Eurocopa no sólo atrae más público, también más dinero. Tras 2017, se produjo un crecimiento notable en patrocinios privados y apoyo institucional. Tras la edición de 2022, ese crecimiento se convirtió en un salto estructural. Marcas como Visa, TikTok, Adidas, Heineken o Barclays entraron como sponsors principales del fútbol femenino europeo. El reparto de premios se duplicó en relación con 2017, y la UEFA lanzó nuevos planes de desarrollo para las ligas locales.

El informe “Raising Our Game”, publicado por la UEFA en 2021, ya apuntaba a un posible aumento del valor comercial del fútbol femenino europeo de hasta 686 millones de euros en la próxima década. Un año después, la Eurocopa confirmó que la proyección no era sólo teórica.

La Euro 2025, en tiempo real

La edición que se celebra ahora en Suiza ya ha superado las 600.000 entradas vendidas antes de la fase final, con 22 de 31 partidos colgando el cartel de “sold out”. La UEFA espera superar la asistencia total de 2022 y mantener una media por partido por encima de los 19.000 espectadores. Además, se estima que la audiencia global supere los 400 millones, gracias al impulso digital y la expansión del fútbol femenino en regiones como Asia, América Latina y el norte de África.

Y lo más importante: federaciones como la española, la suiza o la austriaca ya han anunciado programas de desarrollo post-Euro, centrados en aumentar la base de jugadoras menores de 14 años y consolidar estructuras profesionales en ligas regionales.

Lo que deja una Euro

Una Eurocopa no cambia el fútbol femenino por sí sola. Pero cada una ha dejado una marca. Desde aquella edición modesta de 2005 hasta el fenómeno global de 2022, pasando por las reformas silenciosas tras 2013 o el fervor popular de 2017. Hoy, la edición de 2025 ya está generando su propio efecto, aún en tiempo real.

Los datos son claros: más fichas, más público, más visibilidad. Pero también más clubes invirtiendo, más niñas creyendo, más medios informando. Porque cada vez que el balón rueda en una Euro femenina, el fútbol crece un poco más. Y no solo en el campo.

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