Así se siente una persona deprimida

«Es mi fase 'emo'». Se justificaba Juan Carlos Rincón cuando no sabía lo que le pasaba. Los 'emo' eran una de esas tribus urbanas por entonces de moda, con esa estética un tanto oscura. Ojalá hubiera sido eso. «Tuve una infancia feliz, fui un niño muy social, un líder en el colegio. Pero a los 15 o 16 años empezó a descontrolarse la ansiedad, empecé a sentir una tremenda tristeza, baja autoestima, comencé a aislarme, a encerrarme». «Aunque puede afectar a cualquiera, los jóvenes y las personas mayores que sufren soledad son más vulnerables a padecer depresión», alerta el psicólogo Antonio Cano, y llama la atención sobre la adolescencia: «La mitad de los adultos que tienen un trastorno de ansiedad ya lo tenían a los 14 años».

En los niños es más excepcional, pero no quiere decir que no sufran. «En el colegio no se enseña a manejar las emociones y el acoso escolar se gestiona a veces mal. Conocí a una chica de 38 años que sufría depresión. Había abandonado los estudios, sufrido anorexia y bulimia, dos intentos de suicidio... Fue una niña gordita y en la escuela se reían de ella, le tiraban las cosas, no querían jugar con ella. Cuando le decía a su madre que no quería ir al colegio, le respondía: 'No te preocupes hija, a mí de pequeña también me lo hacían'. Nadie dio importancia a su problema. Ni los profesores, ni el médico... ¡ni siquiera su madre!».

Eventos vitales estresantes

Un episodio de bullying es lo que los psicólogos llaman un «evento vital estresante», igual que lo son la ruina económica, la crisis de pareja, un asalto con violencia, una ruptura con un amigo cercano... «Todo eso afecta y estresa y una persona que en un año haya sufrido tres o más situaciones así tiene una probabilidad de caer en depresión ocho veces mayor que quien no las haya padecido. De hecho, en 2004, tras los atentados del 11-M, el porcentaje de personas con un trastorno depresivo mayor se duplicó y alcanzó el 8%».

Hoy, la prevalencia de esta enfermedad supera el 4% (300 millones de personas en todo el mundo), según los datos de la Organización Mundial de la Salud. Y afecta en doble número a las mujeres: «Hay condicionantes biológicos, que ponen en evidencia, por ejemplo, los casos de depresión posparto. Pero también un factor cultural, la mujer todavía tiene un papel más pasivo y toma menos las riendas. Otro factor, este social: sufren más pobreza, dependencia económica, asumen más cargas...», advierte la psiquiatra Ana González Pinto.