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Un primer plano de la tortuga gigante George. Rodrigo Buendía/AFP
George y otros animales que fueron los últimos de su especie
¿Sabías que...?

George y otros animales que fueron los últimos de su especie

Un recuerdo a cuatro de los seres más solitarios de la historia

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Domingo, 20 de septiembre 2020, 00:08

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La discreta despedida del tigre de Tasmania

Los 'endlings' son los últimos ejemplares de una especie, el paso inmediatamente anterior a la extinción, y también se trata de los seres más solos del mundo, privados de la compañía de otros como ellos. A veces, esa penosa condición pasó desapercibida en su momento: fue el caso de Benjamin, el último tilacino, una especie que suele recibir los nombres coloquiales de lobo marsupial o tigre de Tasmania. A Benjamin lo atraparon en 1933 y lo trasladaron al zoo de Hobart, donde sobrevivió tres años: falleció el 3 de septiembre de 1936, seguramente porque lo dejaron a la intemperie con temperaturas extremas. En aquel momento no había conciencia de la situación dramática de la especie, de modo que su muerte no tuvo repercusión. Pero, pese a las frecuentes noticias sobre supuestos avistamientos, no se ha vuelto a confirmar la existencia de otro tilacino vivo. De Benjamin quedan algunas fotos y 62 segundos de película que, gracias a un plano en el que se le ven los testículos, han servido para zanjar el largo debate sobre su sexo. El naturalista que rodó las imágenes se llevó como recuerdo un mordisco en el culo y fue, por lo tanto, una de las últimas personas heridas por un tigre de Tasmania.

Una triste 'superstar' de la ornitología

El caso de la paloma pasajera o paloma migratoria americana resulta especialmente dramático, porque era el ave más abundante de Norteamérica y seguramente del mundo entero. La caza masiva y la destrucción de su hábitat acabaron con ellas: en 1900, un niño abatió en Ohio el último ejemplar salvaje del que se tiene noticia y, diez años después, ya solo quedaba Martha, la paloma del zoo de Cincinnati, bautizada así en honor de la esposa de George Washington. Se convirtió en una especie de superestrella de la ornitología, incluso se estableció una recompensa de mil dólares para quien le encontrase un compañero, pero murió el 1 de septiembre de 1914, sin que ninguno de los intentos desesperados por salvar la especie hubiese tenido éxito. En cuanto falleció, congelaron su cuerpo en un bloque de hielo de 140 kilos para después preservarlo. Hoy, Martha está expuesta en el Museo Nacional de Historia Natural.

Benjamin, el último tilacino conocido, en una foto de 1933.
Benjamin, el último tilacino conocido, en una foto de 1933.

George, el gigante al que nadie esperaba

George el Solitario supuso una sorpresa para los zoólogos, porque su especie, la tortuga gigante de Pinta (en las Galápagos), se daba por extinguida hacía tiempo. En 1971, lo avistó un naturalista húngaro que investigaba los caracoles, y al año siguiente se organizó una expedición que lo localizó a la sombra de un palo santo y lo capturó, para cuidarlo en una estación científica. Le pusieron George por su parecido con el cómico George Gobel y pronto se añadió a ese bautismo el sobrenombre de 'el Solitario'. Ante la falta de hembras de su especie, le buscaron parejas de otras variedades de tortuga gigante, pero al principio George no mostraba mucho interés y, más tarde, sus cópulas no dieron fruto: tras su muerte –el 24 de junio de 2012, con una edad estimada en torno a los 100– se comprobó que un problema fisiológico le había impedido reproducirse. Su imagen ha aparecido en sellos y billetes, pero hay un homenaje más personal: Fausto Llerena, el hombre que lo cuidó durante cuatro décadas, talla en madera tortugas inspiradas en su viejo amigo.

El bucardo, extinguido y desextinguido

A principios de los 80 todavía quedaban más de treinta bucardos, una subespecie de cabra montés ibérica que, según algunos expertos, constituye una especie diferenciada, pero la decadencia fue rápida. El día de Reyes del año 2000, en Ordesa, hallaron muerta bajo un árbol caído a Celia, el último ejemplar. Y sin embargo, tres años después, los bucardos dejaron de estar extinguidos por unos momentos: uno de los intentos de clonar a Celia llegó a buen puerto y la cabrita resultante, primera representante de una especie 'desextinguida', sobrevivió unos minutos antes de sucumbir a sus problemas respiratorios.

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