28 ataúdes blancos contienen los pocos huesos que quedan de las 28 personas asesinadas hace 26 años por el ejército peruano. Aunque los restos fueron exhumados en 2007 y 2008, no ha sido hasta ahora cuando se los han entregado a sus familiares. A hombros con los féretros y sonando la banda municipal, han recorrido el pueblo peruano de Ayacucho. Entre rezos y cánticos, han enterrado y llorado a sus muertos.