Sadiq el 'Psicólogo'
Javier Gómez Granados
Jueves, 10 de febrero 2022, 23:11
Cada temporada está cargada de situaciones inesperadas que hacen variar la hoja de ruta marcada al principio. Sin embargo, pocas veces esos momentos son tan ... agudos como para no poder prever el modo de afrontarlos y las posibles consecuencias. La UD Almería no es ajena a estas circunstancias, especialmente en los últimos años, en los que no ha podido mantener la línea de equilibrio dentro de parámetros razonables, lo que le ha costado perder dos opciones de ascenso que tenían bien estudiadas, trabajadas y encauzadas.
Lo de esta temporada es un caso aparte. Los rojiblancos han llegado a este momento de la competición en la situación prevista allá por el mes de agosto. En ascenso directo y en dura pugna con los dos máximos favoritos, Eibar y Valladolid, recién descendidos, con dinero fresco y unas plantillas de alto nivel. Lo curioso es el camino seguido por los de Turki para llegar a este instante. Una línea creciente casi en vertical, imposible de alcanzar para sus mejores rivales, seguida de la misma línea con la misma pendiente, pero en caída. O sea, que la UDA está donde se le esperaba, pero negando la regularidad en el torneo que lleva por bandera esta cualidad.
Si de esta forma tan imprevisible hemos llegado al once de febrero, poco podemos aventurar de lo que está por llegar. Sólo las emociones nos permiten analizar algo que la razón no entiende. Entre otras cosas porque el batacazo que se dio la UDA en enero debería haber dejado secuelas. Y, sin embargo, la llegada de Sadiq, alegre y con ganas, ha eliminado de golpe cualquier daño mental. Los rojiblancos, temerosos por no ser un equipo completo durante el mes de enero, ahora que sí lo son y que tienen a su delantero, vuelven a tener las sensaciones de antes de Navidad. Y los rivales lo detectan y lo sufren.
El nefasto enero parece haber quedado sólo en un negro paréntesis ya cerrado. Es curioso que Sadiq, ajeno a los problemas anímicos de este inicio de año, ha vuelto a casa como si nada hubiera pasado y su presencia positiva ha podido más que la negatividad de enero. El nigeriano, de nuevo referencia para todos sus compañeros, sigue con su maravillosa anarquía sobre el terreno de juego. Anarquía celebrada por los demás futbolistas rojiblancos que ordenan sus ideas, sus posiciones y afianzan el rigor táctico para que el joven africano haga de las suyas en las defensas rivales y en la moral del adversario.
Enero ya se fue. No es que el Almería estuviera mal, simplemente estaba incompleto. Le faltaba un delantero. Ahora tiene a los tres. Pero, sobre todo, le faltaba Sadiq y su particular forma de entender el juego y la vida.
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