No era el calendario
Que un Sevilla miedoso, jugando mal y hasta peor al fùtbol, superara al Almería en intensidad, fe y amor propio es algo llanamente descorazonador
Javier Gómez Granados
Almería
Lunes, 13 de marzo 2023, 19:29
Ya no podemos mirar al calendario para excusar los malos resultados del Almería. Ayer, en Sevilla, comenzaba un período de partidos ante rivales directos, adversarios ... dañados con la autoestima por los suelos. Especialmente el Sevilla, diseñado para pelear con otro nivel de adversarios y por objetivos más notorios, vapuleado hace unos días y con más miedo que vergüenza, parecía la víctima perfecta para empezar a recuperar las posiciones perdidas por culpa del exigente calendario. Y resulta que no era el almanaque, no. Era otra cosa.
Que un Sevilla miedoso que, además, encaja un gol en el primer minuto, jugando mal y hasta peor al fútbol, superara al Almería en intensidad, en fe y en amor propio, es algo simple y llanamente descorazonador. El guion, tantas veces repetido, empieza a causar desazón. Las clarísimas ocasiones desperdiciadas por falta de confianza seguidas del gol encajado de siempre, el del balón colgado entre los centrales, el que retrata a la defensa, es la justificación de que la UDA sea el segundo por la cola. No es el calendario, no.
La cara de Rubi en el banquillo después de dos fallos groseros de sus atacantes en ocasiones que, normalmente, deben ser goles, era la de un tipo entregado a su mala suerte. No es cuestión de trabajo táctico. O tal vez sí, no lo sé con certeza. Lo que sí tengo claro es que los futbolistas del Sevilla quisieron ganar más que los del Almería que convirtieron la tensión del momento en miedo y este en apariencia de desidia. Seguramente la presión del momento. La misma o menos que la que tenían los sevillistas que, sin fútbol, sin juego, sin prácticamente nada más que amor propio, ganaron un partido que retrató, de nuevo, a Ramazani y a alguno más.
La UDA, ayer, le hizo daño a su futuro inmediato y a la fe de la afición. Perdió credibilidad porque a un equipo que está donde están los rojiblancos sólo se le exige, de forma absolutamente innegociable, que haga indiscutiblemente visible su orgullo, intensidad, entrega y sacrificio. Y no lo vimos. Por muy cansados que acabaran.
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