Cómo dejar de ser un capullo
Con forma de pequeño brote verde que no llegó a su destino final pero que mantiene vida y sabia sana y que con algo de tierra saludable volverá a florecer en otra categoría para retornar a Primera.
Javier Gómez Granados
Almería
Viernes, 31 de marzo 2023, 17:58
Ahora sí que sí ha llegado la primavera. Y en esto del fútbol patrio todos sabemos lo que significa. El momento de la verdad, el ... definitivo, el de las alegrías y el de las alergias. La estación del año donde de verdad se sabe si el capullo llegará a florecer o no pasará de simple capullo. Donde la larva se convertirá en ninfa o no pasará de bicho feo. El primer caso será la consecución del objetivo natural en el momento adecuado. El segundo, el triste instante del ciclo inacabado y marchito. No todos los capullos acaban abriéndose en flor. Pero si ocurre, casi siempre es en primavera. Justo en esta época que con tantas ganas recibimos y nos lanza con la sonrisa en los labios a las calles.
Pues ahí está la UDA, viendo si se dan las condiciones para florecer o se queda en proyecto marchito. Rubi y los suyos intentan inyectar vitalidad a un plantel debilitado por las alergias primaverales en forma de lesiones y ausencias de sus delanteros. En la estación de la alegría, los rojiblancos la están perdiendo porque no saben cómo llegar al gol y, por tanto, a los puntos que les acerquen a los cuarenta y tantos. Y ese es el mayor de los problemas. Porque uno se puede ir a Segunda, sin florecer, con formato de capullo integral (es una metáfora alegórica primaveral, sin más pretensión) pero siempre con alegría, con satisfacción por haberlo intentado de todas las maneras posibles, con la conciencia tranquila. Con forma de pequeño brote verde que no llegó a su destino final pero que mantiene vida y sabia sana y que con algo de tierra saludable volverá a florecer en otra categoría para retornar a Primera. Pero jamás debe caer en el temor irracional, en el miedo al futuro inmediato, en la desconfianza de las posibilidades reales demostradas en ocasiones anteriores ante la mirada de todos.
Es cierto que la UDA, lejos de su estadio, es una moneda que da vueltas en el aire y que hasta la fecha siempre ha caído con la cruz hacia arriba. Pero puede salir cara en cualquier momento. Eso no es una buena noticia, ni mucho menos. Eso sólo refleja que los rojiblancos, por la inconsistencia emocional colectiva, no se reconocen en cada partido, no saben qué serán capaces de ofrecer ese día, desconfían de sus posibilidades por mucho que Rubi les haya incrustado su plan a fuego que, apenas surge un inconveniente, lo convierten en cenizas. Pero saben que están a tiempo de cambiar su suerte aplicando una cierta dosis de autoestima y confianza, doble ración de trabajo y compromiso, forzando así que salga la moneda de cara.
La UDA ha pasado el peor de los inviernos. Crudo y estéril. La primavera debe ser el momento de florecimiento. Hay chavales jóvenes en la plantilla que han demostrado un altísimo nivel ya hace unos cuantos meses y que deben dar todo de sí para seguir su proyección personal y elevar, con ello, las prestaciones de la UDA. Estamos en la estación del año favorita en Almería, ni mucho calor ni apenas fresquito, con horas y horas de luz para no dejar de sonreír y de ser optimistas. Es la hora de dejar de ser unos capullos y convertirnos, definitivamente, en flor. No sólo en fútbol, pero especialmente en fútbol.
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