Para aquellos que creían que lo del VAR la semana pasada en el Santiago Bernabéu iba a suponer un revulsivo en los jugadores rojiblancos, ahí ... lo tienen: el Almería de la mandíbula de cristal de la jornada 1, en un encuentro que parecía comandado por el mismísimo Vicente Moreno, aunque, a estas alturas, no sé yo con cuál de los dos entrenadores que han pisado el banquillo almeriense esta temporada me quedaría.
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En Almería hay barra libre. Puedes conseguir tres empates en trece partidos y seguir viendo la paja en ojo ajeno e incluso encararte a través de los micrófonos con otro míster. Todo haya que decirlo, a Luis García Plaza le salva el partido que tiene cedido un delantero de categoría en sus filas (no a Baptistao), algo que el Almería podría haber buscado de no estar erre que erre con la política de sacar dinero por los jugadores antes que ser resultadista y fichar a los futbolistas que necesita el Almería ahora, no los que va a vender dentro de dos años.
Todo en este Almería está enfocado en generar dinero. Algo comprensible, pues antes que nada para sus dueños, se trata de una empresa que debe ser rentable económicamente hablando. Los jugadores y el estilo que se ha ofrecido durante los tres han estado siempre enfocados en que los atacantes puedan lucirse para, a la postre, revalorizarlos, fichar nuevos atacantes atractivos y continuar con el ciclo.
Lo que ocurre al final es que el Almería está completamente desequilibrado. Está creado para tener una propuesta que Garitano no tiene en su ADN. Ni Garitano tiene lo que necesita ni los jugadores, alguien que pueda sacar lo mejor de cada uno. Dentro de unos años veremos a siete u ocho jugadores del peor equipo de la historia de Primera División triunfando en sus respectivos clubes, llegando incluso a jugar en Europa. La calidad está, pero no hay alma en un equipo diseñado para salir del mismo nada más destacar. No hay equipo.
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