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La oruga procesionaria se alimenta de las acículas de los pinos. JAVIER MARTÍN
Vuelve la procesionaria a Andalucía: qué riesgos conlleva y qué hacer para evitarlos

Vuelve la procesionaria a Andalucía: qué riesgos conlleva y qué hacer para evitarlos

Este tipo de orugas, consideradas plagas, pueden ocasionar «reacciones urticantes» a personas y «la muerte» de mascotas; la directora de ANECPLA, Milagros Fernández de Lezeta, vaticina un «incremento» de su presencia derivado de la crisis sanitaria

Chema Ruiz España

GRANADA

Domingo, 28 de febrero 2021, 13:03

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A la par que el mercurio asciende, desciende de los pinos la oruga procesionaria, cuya presencia ya ha sido notificada en este año, a pesar de la ola de frío que azotó el país durante el pasado mes de enero. Aumentarán los avistamientos con la llegada definitiva de la primavera, como cada año, si bien en esta ocasión se prevé una plaga mayor como consecuencia derivada de la crisis sanitaria generada por la covid-19. Así lo subraya la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA), que ha advertido a través de una nota de prensa de la posibilidad de que en este 2021 se produzca un «incremento» de la población de esta oruga. Su directora general, Milagros Fernández de Lezeta, atendió a IDEAL para hacer hincapié sobre esta contingencia y recordar que su descendimiento «puede suponer un riesgo para la salud pública».

«La procesionaria es una especie que tiene un ciclo anual, así que la vamos a ver todos los años. La importancia reside en que la veamos con mayor o menor proporción», matizó Fernández de Lezeta. El ciclo comienza con la puesta de huevos durante el verano, tras lo que las larvas crecen, alimentándose de las acículas de los pinos, en las que son depositadas. Con la llegada del frío, construyen unos «bolsones» para protegerse, fáciles de identificar en los pinares por su color blanco. El posterior aumento de las temperaturas acelera el desarrollo de sus diferentes estadios larvarios hasta convertirse en orugas, que descienden por el tronco hasta la tierra en procesión -una detrás de otra, formando largas filas-, para enterrarse y ahí formar una crisálida.

Nada particular de no ser por la incidencia que puede tener sobre personas, animales y el propio medio ambiente. En este último sentido, como apunta la directora general de ANECPLA, las procesionarias «pueden llegar, si hay una densidad de población muy elevada, a deforestar los pinares», debido a que se alimentan de sus acículas. En lo que respecta a la salud, el peligro reside en que «tienen unos pelos en forma de arpón que se desprenden, se pueden clavar y producen alergias».

«Pueden ser un problema sobre todo para personas que tengan un sistema inmunitario muy bajo o que tengan gran reacción a cualquier componente alérgico», asegura Fernández de Lezeta, quien, no obstante, puntualiza que «puede afectar a todos», aunque «cómo se desarrolle la reacción urticante dependerá también de la sensibilidad que pueda tener cada persona y de la concentración». «También puede tener importancia para nuestros animales domésticos, sobre todo los perros, porque sabemos que son muy curiosos y van olfateando. Las localizan, las husmean y se han llegado a producir ahogamientos, porque se les inflama todo el sistema respiratorio, lo que les puede ocasionar, incluso, la muerte», añade.

Tratamientos mermados

Existen tratamientos con los que se intenta controlar la plaga cada año, si bien «todos ellos controlan poblaciones más pequeñas de procesionarias, más localizados que otros más tradicionales, de pulverización y nebulización de insecticidas». «El problema es que para tratamientos de grandes masas forestales estamos muy limitados», subraya Milagros Fernández de Lezeta, quien vaticina este año la presencia de procesionaria podría ser mayor. «Dependemos mucho de la climatología. Si, de repente, empieza a hacer mucho frío, probablemente no haya tanto descenso como puede haber habitualmente, aunque sí decimos que, potencialmente, podría haber un incremento, porque no se han llevado a cabo algunas medidas», alerta.

«Lo que ha pasado -prosigue- es que la época de covid nos ha afectado a todos, sobre todo en cuanto al confinamiento y los recursos. La reclusión ha hecho que muchos de los trabajos que se hacían de forma rutinaria no se hayan podido hacer en el momento adecuado», profundiza la directora general de ANECPLA. Esta tesitura también se ha dejado notar en el control de otras plagas, según agrega. «Es evidente que durante el confinamiento ha sido mayor el avistamiento de ratas en las ciudades», ejemplifica.

Consejos

Para evitar los riesgos asociados al descenso de la oruga procesionaria, ANECPLA insiste en sus recomendaciones anuales. «Habría dos tipos de consejo», esclarece Fernández de Lezeta: «Primero, que aquellas autoridades que tengan la capacidad de establecer programas de lucha contra la procesionaria no olviden, dentro de estos, el control de esta especie, porque pueden causar muchos daños a los pinos y, además, a la población que esté cerca de estos pinares», detalla, para agregar, dirigiéndose al resto de ciudadanos, que, «dada la importancia que tienen estos pelos urticantes desde el punto de vista de salud, eviten tener contacto con ellos». «Hay que evitar el acercamiento. La gente tiende a pisarlas, pero cuando se entra dentro de su espacio, aunque estén en el suelo, esos pelos urticantes están en el ambiente», argumenta, para reclamar finalmente que se mantenga «alejados a los niños y a los animales domésticos».

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