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El 'Maserati Multi 70'. Abajo, Giovanni Soldini a la caña. MIKEL PRIETO
Volando en el mar con un 'pirata' como capitán

Volando en el mar con un 'pirata' como capitán

Navegamos con el 'Maserati Multi70'. Acaba de batir el récord de la Ruta del Té, de 24.000 km

FERNANDO MIÑANA

Sábado, 14 de julio 2018, 02:14

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Es mediodía y hace un calor pegajoso en Valencia. El 'Maserati Multi70' sale de la marina cargado de invitados y en unas millas la tripulación ha desplegado las velas del imponente trimarán de 21,2 metros de eslora y 16,8 de manga. En cuanto superan los 14 nudos, sumergen el foil (un apéndice con forma de L) y el velero se eleva majestuoso y flota en el aire, en lo más parecido a un vuelo rasante que uno vaya a experimentar jamás. Ya no hay calor, solo emoción.

Una emoción que ya es rutina para Giovanni Soldini, una leyenda de la navegación en solitario que cumple con el compromiso sentado en una pequeña silla desde la que maneja la caña y da las órdenes. El trimarán recuerda al logotipo de la marca de coches que paga sus aventuras, el tridente que tomó como modelo la Fuente de Neptuno que hay en Bolonia, donde nació la firma.

Soldini, un milanés de 52 años que ahora vive en Sarzana, en La Spezia, al norte de Italia, tiene el rostro repleto de surcos, la huella que el sol y el salitre le han dejado después de décadas de navegación. Una afición que arraigó de niño, cuando este hijo de un industrial del textil conoció a Vittorio Malingri, el primer italiano que participó en la Vendée Globe, la vuelta al mundo en solitario y sin escalas. La vela le caló tan hondo que con 16 años ya había cruzado el Atlántico por primera vez.

Este regatista italiano ha navegado mucho desde entonces. Decenas de océanos, un par de vueltas al globo y todo tipo de regatas. De su oreja izquierda cuelga un aro, digno de un pirata, que fue la recompensa por cruzar el cabo de Hornos en su primera vuelta al mundo en solitario. Parece un hombre de otro tiempo, como el tatuaje de una ballena desgastada en su brazo derecho.

Quizá por eso ahora persigue viejos récords, como el que batió en febrero, con los españoles Oliver Herrera y Álex Pella en la tripulación, en la Ruta del Té, una travesía de 13.000 teóricas millas náuticas -unos 24.000 kilómetros- entre Hong Kong y Londres, adonde llegaron, surcando el Tamesis, para cruzar el gigantesco arco de meta de 137 metros de alto y 812 metros de largo, el puente Queen Elisabeth II.

El barco necesitó 36 días, dos horas, 37 minutos y dos segundos para mejorar en cinco días y 19 horas la marca que estableció el 'Gitana 13', de 30 metros de eslora, en 2008. Aunque primero hubo que hacer algunos retoques. «Al principio, al volar, todo lo que flotaba lo recogíamos con el timón -lleva un foil y dos timones-. Rompimos dos, y eso es mucho... Así que lo cambiamos, con la ayuda de los ingenieros de diseño de Maserati, con un fusible que se recoge al impactar y cae el barco», explica Soldini, quien recuerda que llegaron a alcanzar una punta de velocidad de 46 nudos (unos 85 km/h).

Rescató a Isabelle Autissier

Lo de la brusca desaceleración y posterior caída del multicasco da cierto vértigo, pero no asusta a un navegante tan experimentado como el italiano, que ha vivido de todo en el mar. La vida y la muerte. La adrenalina y la depresión. Una alegría fue rescatar el 16 de febrero de 1999 a Isabelle Autissier, para lo cual desvió su rumbo y recorrió 350 kilómetros en el Pacífico Sur para socorrer a la histórica regatista francesa. Una vez a salvo, lo celebraron con un plato de pasta y una copa de vino. Aquello, además, no evitó el triunfo del milanés, quien fue condecorado con la Legión de Honor francesa y las bromas de Gianni Agnelli, el nieto del fundador de Fiat, que aseguró que Soldini es el único hombre capaz de encontrar una mujer en medio del Pacífico. Aunque también tuvo que experimentar la traumática experiencia de perder a un compañero -Andrea Romanelli- en plena travesía.

Nada evitará que siga toda la vida persiguiendo la línea del horizonte. Navegando de Cádiz a San Salvador, de Nueva York a San Francisco o de San Francisco a Shanghái. Esta pasión, unida al eco de sus éxitos, le permitió popularizar la vela en Italia, donde fue nombrado oficial de la Orden del Mérito de la República. Honores incapaces de eclipsar el placer de surcar el océano. Ahora en el 'Maserati Multi70', donde una pequeña hawaiana baila al son de las olas en la boca de entrada al interior del trimarán.

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