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Vida y muerte del sanguinario 'El Directo'

Vida y muerte del sanguinario 'El Directo'

'Cartas desde Zacatraz' narra la historia del más sanguinario miembro de las maras salvadoreñas, que acabó asesinado en la cárcel. Allí le entrevistó Roberto Valencia

Sábado, 10 de noviembre 2018, 09:38

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E n Zacatraz, una de las prisiones más cruentas del planeta, aún recuerdan aquel día de marzo de 2002 en el que les dieron pizza. En aquellas semanas, en las que acababa de entrar en vigor la tregua entre las pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, el Estado quiso tener un detalle con aquellos a los que, como Miguel Gustavo Adolfo Parada, 'El Directo', el alto el fuego les había pillado entre rejas. Aquel día Miguel, uno de los líderes más sanguinarios de las maras salvadoreñas, devoró los dos trozos que le dieron casi sin darse cuenta. Para entonces hacía tiempo que se había ganado a pulso el apelativo de 'enemigo público número 1' y que, de algún modo, su vida estaba sentenciada. 'El Directo', líder de una de las células de la Mara Salvatrucha, la Pana Di Locos, desarrolló su actividad delictiva en el lugar en el que había nacido, el departamento de San Miguel, y en sus 31 años de existencia hubo de todo: drogas, amores, asesinatos, traición, cárcel-fuga-cárcel, supervivencia... Sobre 'El Directo', y sobre todo lo que está detrás de las pandillas más criminales del mundo, trata 'Cartas desde Zacatraz' (Libros del K.O.), obra del periodista Roberto Valencia.

La primera vez que Roberto Valencia (Vitoria, 1976) oyó hablar del muchacho que con 17 años ya se había sentado en el banquillo acusado de cometer 17 asesinatos, corría el año 2001 y apenas llevaba unos meses en El Salvador. En realidad, era casi imposible vivir en ese pequeño país centroamericano con la población de Madrid, ser periodista y no sentir curiosidad por aquel personaje que antes de cumplir los 20 se había convertido en el primer pandillero mediático de la historia. «Era un personaje muy atractivo. Una leyenda con un historial de crímenes difícil de igualar que trata de rehabilitarse y vuelve a las maras hasta su final», cuenta Valencia, que prepara las maletas para viajar a España e iniciar la gira con la que presentará su libro.

«La historia de 'El Directo' es lo que en América Latina llamamos una crónica de largo aliento, solo que el aliento se desparramó en casi 400 páginas. Es periodismo sin licencias de ningún tipo como la que ejercemos con orgullo en 'El Faro'; reporteo hasta el agotamiento», dice este periodista al que el destino había reservado un puesto en la redacción del mítico periódico especializado en el fenómeno de las maras, y al que, nada más desembarcar, su jefe le encargó cubrir la zona de San Miguel, el lugar en el que había crecido aquel chaval nacido el 25 de enero de 1982, cuando las maras aún no significaban nada.

«Era cruel, pero también inteligente; un superviviente en una sociedad violenta»

«Yo conocí a dos personajes distintos. La primera vez que le vi a 'El Directo' tenía 19 años. Fui a ver a un monstruo, a un chico capaz de matar sin temblarle el pulso, y lo que me encontré fue un muchacho tímido, de mirada esquiva, al que había que sacarle las palabras con sacacorchos. El de tiempo después era otra cosa; un personaje bien distinto. Seguía siendo igual de listo, pero el tiempo lo había convertido en un tipo extrovertido que enseguida intuyó que de nuestra relación podía sacar algún provecho».

Valencia insiste en que 'El Directo' fue un hombre muy inteligente. «No hablo de una inteligencia labrada en las aulas o haciendo másteres. Hablo de que él supo reaccionar a los estímulos que la vida le deparaba. Cuando se fuga y es recapturado, la Mara Salvatrucha ya lo tenía amenazado de muerte y él actúa y se adapta para hacer frente a esa situación. En un principio intentó anular esa 'luz verde' (condena a muerte), intentó incluso reconciliarse con la pandilla, pero cuando se da cuenta de que no podrá conseguirlo, se adapta. Es un sobreviviente dentro de una sociedad violenta».

Roberto Valencia explica que fue después de atesorar decenas de recortes con todas sus andanzas, y de haber firmado muchas crónicas en las que, de una u otra forma, él era uno de los protagonistas, cuando surgió la idea de escribir un libro. Muchas horas de conversaciones con su personaje, decenas de entrevistas en profundidad con personas que lo conocieron y un concienzudo trabajo de investigación en los tribunales de justicia se cerraron con el trabajo que Valencia está a punto de presentar y que el protagonista no podrá leer jamás porque a 'El Directo' se lo quitaron de en medio en la cárcel un mal día de 2013. Lo mataron los miembros de su pandilla en el penal en el que cumplía su enésima condena después de que hubiera ordenado asesinar a Rosa, su mujer y madre de sus dos hijos, y al líder de la pandilla con el que la muchacha, según dicen, había intimado demasiado. Un final a la altura de uno de esos personajes sembrados de luces y sombras en un país en el que la violencia parece incontenible. «Hay que entender su vida dentro de la complejidad del fenómeno de las maras. Era un asesino, pero también un ser humano y, según me reconoció Rosa, un magnífico padre. Quizá esa fuera la gran cualidad de 'El Directo'. Siempre había querido tener hijos, y para aquel mujeriego empedernido, machista hasta el extremo, el nacimiento de sus hijos fue lo más importante de su vida».

El fenómeno de las maras está detrás de la crónica de Valencia. Una corriente de pandilleros que llegó desde Estados Unidos y que, durante mucho tiempo, todos encontraron atractiva. «En abril de 1993, cuando la selección de fútbol venció 2-1 a México en las eliminatorias del Mundial con goles de Papo Castro Borja y Renderos Iraheta, las cámaras de Canal 4 enfocaron durante unos segundos eterno a un grupo de aficionados con una gran pancarta alusiva a la Mara Salvatrucha. Los comentaristas saludaron con orgullo la entrega y el amor patrio de esos salvadoreños incondicionales», cuenta Valencia en su libro, asegurando que incluso al Gobierno de turno el asunto no le sonaba mal.

La respuesta a cómo termina un chaval convertido en un asesino sin escrúpulos está en ese caldo de pobreza, violencia y falta de expectativas del que es casi imposible sacar la cabeza. «Él era un niño cuando se 'brinca' (rito de ingreso a la maras que es una paliza de 13 segundos en la que no puede defenderse) en la pandilla. Es complicado saber dónde está el principio, pero yo llegué al convencimiento de que la madre tiene un rol importante en cómo terminó siendo 'El Directo'. Y la madre era una mujer violenta, despiadada...».

En una de sus conversaciones con Roberto, 'El Directo' le confesó de dónde sacó fuerzas cuando todo pintaba realmente mal. «¿Cómo decirle? Una de las cosas por las que me empeñé en sobrevivir cuando las cosas empeoraron, cuando supe que me querían matar, fue pensar que no había cumplido aún». ¿Cumplir?, le pregunta el periodista. «Que no había dejado ningún hijo», contestó ufano 'El Directo'.

EN CORTO

Ejército de pobres

Las principales maras salvadoreñas son la Mara Salvatrucha y Barrio 18 (que está divida en dos grupos: los Sureños y los Revolucionarios). Los miembros de esta suerte de ejército de pobres extorsionan, roban y matan en 247 de los 262 municipios del país, por lo que los expertos aseguran que reinan en un 90% de los territorios de una nación que tiene la extensión de Badajoz. co.

pandilleros se estima que hay en estos momentos en El Salvador, en donde casi medio millón de personas están ligadas, de una u otra forma, a alguna estructura criminal de este tipo. Las maras nacieron en los años setenta en Los Ángeles (EE UU) y una década después se extendieron por Centroamérica.

En el 'top' criminal

A las maras salvadoreñas se las compara con los peores grupos violentos de la historia. Su historial no tiene nada que envidiar al de las bandas de narcos Jalisco Nueva Generación y Zetas mexicanas, ni tampoco al de la japonesa Yakuza, las mafias rusas o la Camorra italiana.

personas mueren asesinadas cada día en El Salvador y cerca del 70% de esas muertes llegan de manos de las maras. Hace ya más de tres años que la ONU viene denunciando incansablemente la violencia que asola el país, y son muchas las fuentes que apuntan a que el reguero de sangre es ya superior al que va dejando la guerra de Siria. Hace tiempo que nadie está a salvo en el que está considerado el país más violento del mundo.

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