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Los secretos del ama de llaves más poderosa

Los secretos del ama de llaves más poderosa

La 'housekeeper' de la gran mansión de Chatsworth cuenta la historia de su comunidad y los trucos de su oficio

ÍÑIGO GURRUCHAGA

Jueves, 1 de noviembre 2018, 01:27

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Christine Robinson, que trabajó durante 35 años en el servicio de los duques de Devonshire, ha publicado dos libros sobre su experiencia como ama de llaves de Chatsworth House desde su jubilación y piensa en escribir ahora una novela. No debe preguntarse a una autora sobre la trama en la que sueña, pero sí puede apuntarse que el mayordomo es el sirviente protagonista en la literatura. 'El admirable Chrichton', del autor de 'Peter Pan', J. M. Barrie, era el salvador de una rica familia que naufraga en una isla desierta. Stevens, en 'Los restos del día', del Nobel Kazuo Ishiguro, emprende un viaje para ver de nuevo a la señorita Kenton, con quien pudo emprender una vida diferente. Jeeves y su patrón Bertie Wooster hacen reír a generaciones de lectores de P. G. Wodehouse. Pero ¿amas de llaves?

«La 'housekeeper' de Pemberley le enseña la casa a Elizabeth Bennet», puntualiza Robinson. Efectivamente, la señora Reynolds muestra la mansión a la protagonista de 'Orgullo y Prejuicio' y a sus tíos en la escena en que Fitzwilliam Darcy llega de manera imprevista a su mansión, provocando el reencuentro casual que altera el curso de su historia de amor.

Jane Austen describe el paseo de los visitantes por un paisaje «donde la belleza natural ha sido tan poco contrariada por gustos extraños», por «hermosas habitaciones de techos altos», con cuadros de la familia y «mobiliario de auténtica elegancia más que esplendor». En la cena posterior, entran «los sirvientes con carnes frías, pastel» y dejan en la mesa «bellas pirámides de uvas, pavías y melocotones».

Comunidad

La Pemberley de la gran novelista inglesa está también en Derbyshire y su retrato de la mansión y de la naturaleza que la circunda -donde en el tiempo del ficticio Mister Darcy ya había dejado su huella Capability Brown, inspirador de la jardinería paisajística que se ha calificado como la mayor aportación británica al arte europeo- está sin duda inspirada en Chatsworth, la hacienda de los Cavendish.

La familia que sostiene el ducado de Devonshire expandió mediante matrimonios las propiedades que hicieron de ella una de las más ricas del reino. Su parque y mansión han sobrevivido a los recortes de su patrimonio por el impuesto de sucesiones. Los duques pagan ahora un alquiler por vivir en su casa, administrada por una fundación y abierta diariamente a los visitantes.

El primer libro de Christine Robinson, 'Chatsworth, The Housekeeper's Tale' (La historia del ama de llaves), es afectuoso con los undécimos duques, él Andrew Cavendish y ella Deborah Mitford -una de las hermanas de una saga que dio una fascista, una comunista, una admiradora de Hitler,...-, y muestra su inteligencia para gestionar la hacienda o ganarse la fidelidad de sus empleados.

Pero es sobre todo un retrato de la comunidad de los sirvientes. Comunidad es una palabra que brota a menudo en la conversación con Robinson. Sus tatarabuelos trabajaban la tierra arrendada por los duques, la relación de los ancestros de su marido, Clive, es aún más larga. Viven en una villa en un pueblito vecino, cuyas casas son propiedad del ducado, cedidas a sus empleados.

Otra palabra que salpica las explicaciones sobre su oficio -cosió el vestido de su boda y los de los pajes, cocinó la tarta nupcial, cultivaba su huerto y daba conferencias, mientras criaba dos hijos llevaba su casa y ocupaba una de las posiciones de más responsabilidad en una casa-empresa con cerca de trescientos empleados- es planificación.

«Mis primeros días como ama de llaves -escribe- parecían bastante simples, con la pauta anual avanzando como un reloj. Es una casa enorme, con 297 habitaciones, 1.044 metros de pasillos, 18 escaleras, 359 puertas, 2.084 bombillas, 7.873 marcos de ventanas, y un recorrido de ochocientos metros para los visitantes». La 'limpieza profunda' lleva tres meses, cuando se cierra al público.

Pulsos

En esa historia de su comunidad, Robinson despliega la variedad de oficios y tareas. Las calderas consumían media tonelada diaria de carbón. Se producían el hielo o la cerveza para el suministro doméstico. Ya no hay en la cocina una cisterna con peces vivos, pero hay tiendas y restaurantes. Además de mayordomos o guías de visitas, hay jardineros, guardabosques, cocineros, responsables de platería, electricistas, carpinteros,...

Entre los 'housemen', contratados para labores variadas de mantenimiento, había uno interesado por la filosofía que preguntaba a sus colegas si eran deterministas o creían en el libre albedrío, y que fue un día sorprendido por la duquesa enfrascado en la lectura de un tomo de álgebra avanzada. Robinson pudo emprender también otro camino.

Inició estudios universitarios de Geología, pero decidió cambiar y se licenció en Historia, Noruego y Estudios Religiosos. Un verano, tuvo un empleo menor en Chatsworth, le gustó la experiencia y, tras la Universidad, surgió la oportunidad de volver a la mansión. Una serie de imprevistos la llevó a encargarse del catálogo y transporte de las obras de arte que iban a exponerse en Estados Unidos.

Aprendió sobre gestión de grandes casas en un curso del National Trust (Patrimonio Nacional), en conferencias de expertos en polvo. Su segundo libro es 'The Housekeeper's Tips, Tales and Tipples' (Consejos, historias y bebidas). Es su despedida literaria de Chatsworth. Antes de regresar a su casa tras la fiesta de Navidad, que ella organizaba, se detenía un rato sola y apoyaba su mano en una pared quizás cubierta con lámina de roble para sentir el pulso de la mansión.

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