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Una mujer descansa en el campo. Archivo

El sueño, el guardián de las neuronas

Día Mundial del Sueño ·

Investigadores de la Universidad Bar-Ilan en Israel descubren que dormir permite a los cromosomas reparar el ADN de las células

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Viernes, 15 de marzo 2019, 00:18

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¿Qué tal has dormido? Que levante la mano quien haya contestado alguna vez a esa pregunta. ¿Por qué has dormido? Si nunca te lo han preguntado, sigue leyendo.

La privación del sueño se llama «tortura blanca» y, además de afectar a las capacidades cognitivas de una persona y causar alucinaciones, también puede ser mortal. Animales y humanos no pueden vivir sin dormir pero, ¿por qué? Es algo que se preguntan los científicos durante años. ¿Qué necesidad hay de perder la consciencia voluntariamente todos los días? Con todos los peligros que conlleva un estado tan vulnerable, más bien podría considerarse un deporte de riesgo. Pero no importa. Llevamos la siesta por bandera.

La evolución nos ha quitado parte del pelo, fuerza en la mandíbula y la posición encorvada, entre otras cosas, pero no la necesidad de dormir. El sueño se ha mantenido universal y esencial para todos los organismos con un sistema nervioso, desde las diminutas moscas de la fruta hasta las ballenas azules. Un nuevo estudio ha descubierto una función novedosa e inesperada del sueño que podría ser la razón por la que los animales, incluyendo los humanos, duermen.

Ya se conocía que el sueño posee multitud de beneficios. Ayuda a descansar, a tener mejor memoria, a procesar los recuerdos o a mantener las relaciones sociales, pero el trabajo desarrollado por investigadores de la Universidad Bar-Ilan en Israel y publicado recientemente en la revista 'Nature Communications' podría explicar, además, cómo el sueño afecta al rendimiento cognitivo, al envejecimiento y a diversos trastornos cerebrales.

«Los animales, desde los peces cebra hasta los humanos, tienen que dormir para permitir que sus neuronas realicen un mantenimiento eficiente del ADN»

Lior Appelbaum

El método de estudio ha consistido en analizar imágenes de lapso de tiempo en tres dimensiones de un pez cebra vivo, cuya transparencia corporal y su cerebro similar al de los humanos lo convierte en un organismo perfecto para estudiar las células. Así, utilizando un microscopio de alta resolución, los investigadores pudieron observar el movimiento del ADN y las proteínas nucleares dentro de las células del animal mientras este dormía o estaba despierto. Fue entonces cuando, para su sorpresa, descubrieron que los cromosomas -estructuras formadas por ADN y proteínas que se encuentran en el núcleo de las células- son más activos cuando el cuerpo descansa, y este aumento de su actividad les permite reparar el daño que la actividad diaria ha provocado en el ADN de cada neurona.

Este daño puede ser causado por muchos motivos: radiación, estrés oxidativo e incluso la propia actividad neuronal. El novedoso estudio muestra que durante la vigilia (al estar despierto), la actividad de los cromosomas baja y el daño en el ADN se acumula, por ello, dormir es necesario para estimular a estas estructuras a que lo corrijan. Es decir, «al igual que las carreteras acumulan desgaste, especialmente durante las horas pico del día, y es más conveniente y eficiente repararlas por la noche, cuando hay poco tráfico, con las neuronas pasa lo mismo», explica el profesor Lior Appelbaum, del Centro de Investigación Cerebral Multidisciplinario Gina (Goldschmied) de la Universidad de Bar-Ilan, Mina y Everard Goodman, quien dirigió el estudio.

«Hemos encontrado un vínculo causal entre el sueño, la dinámica de los cromosomas, la actividad neuronal y el daño y la reparación del ADN con una relevancia fisiológica directa para todo el organismo», expresa Appelbaum. «A pesar del riesgo de una menor conciencia del medio ambiente, los animales, desde los peces cebra hasta los humanos, tienen que dormir para permitir que sus neuronas realicen un mantenimiento eficiente del ADN, y posiblemente esta sea la razón por la que el sueño ha evolucionado y se conserva en el reino animal», agrega.

Vídeo. Dormir menos de seis horas al día quita años de vida.

Calidad mejor que cantidad

¿Y si duermes mal? El sueño de calidad es aquel que «es reparador y continuado a lo largo de la noche, haciendo que el despertar no sea costoso y colmando al individuo de la energía suficiente como para desarrollar su actividad diaria sin signos de somnolencia», aclara Carles Gaig, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología. Conseguirlo no debería ser difícil para la mayoría, el problema es: «En la sociedad que vivimos, queremos hacer tantas cosas que terminamos quitándole tiempo a nuestras horas de sueño». Aun así, la calidad va por delante de la cantidad.

La dificultad para conciliar el sueño, el despertar precoz, tener múltiples despertares durante la noche, el movimiento excesivo, la somnolencia diurna o la fatiga son signos que determinan una mala calidad del sueño. «La higiene del sueño es fundamental para mejorar esta situación», advierte la doctora Lina Agudelo, colaboradora especialista en Neurología del Instituto del Sueño. Esto incluye «integrar horarios regulares para irse a dormir, contar con un ambiente adecuado para el descanso (temperatura de la habitación, cama y almohada cómoda), evitar la sobrecarga de estímulos a la hora de dormir como ruido, luz, exceso de comida, alcohol y cafeína; y adquirir un estilo de vida saludable que evite el estrés e integre la actividad física y una alimentación equilibrada».

«Dormir bien es uno de los pilares de la salud»

Carles gaig

Todo ello puede alterar los mecanismos fisiológicos que motivan el sueño. Así, a nivel inmediato, aparecerán signos de somnolencia, menor concentración, problemas de memoria o bajo rendimiento cognitivo. Mientras que, a largo plazo, puede ser un factor de riesgo para padecer otras enfermedades de tipo cardiovascular (embolia), endocrinológicas (diabetes), neurológicas (depresión, ansiedad), así como aumentar el riesgo de desarrollar cáncer o alzhéimer en personas predispuestas.

Sabiendo esto, sobra decir que el móvil, la tableta, el ordenador, la televisión o la radio, cuanto más lejos del dormitorio, mejor. «La tecnología de retroiluminación de las pantallas estimula la retina, que transforma la luz en impulsos nerviosos al cerebro de manera similar o incluso mayor que la luz del día, y esto altera nuestro 'reloj biológico'», destaca Agudelo.

Obsesión por el sueño

Y hablando de relojes, no está de más hacer una pequeña mención a los dispositivos inteligentes que hoy en día están tan de moda y que cuentan con sofisticadas funciones para monitorizar la calidad del sueño. Estos relojes o pulseras son capaces de saber el tiempo total que se ha dormido, el ritmo cardíaco que se ha tenido durante la noche, el número de veces que se ha interrumpido el sueño o si este ha sido profundo o no, entre otras cosas. ¿Es realmente útil conocer toda esta información o nos estamos obsesionando?

Estos dispositivos «son útiles como criba inicial, es decir, son un mapeo general de los horarios y fases del sueño alcanzadas, registrando parámetros que pueden ayudarnos a analizar los problemas que influyen en nuestro descanso, pero no reemplazan de ninguna manera la entrevista clínica con el especialista», opina la doctora Agudelo. «Existen muchos dispositivos actualmente, pero su fiabilidad depende de múltiples elementos como pueden ser el tipo de tecnología que utilizan, los estímulos externos, la distancia de alcance, etc.; por lo que no es aconsejable el uso de estos dispositivos como único indicador para diagnosticar o tratar un problema del sueño», continúa.

Por su parte, Gaig considera que «no hace falta obsesionarse con estas herramientas, pues lo más importante es cómo se encuentre cada uno. Si te levantas bien, descansado y con energía, tu sueño habrá sido de calidad diga lo que diga tu reloj o tu pulsera inteligente. Del mismo modo, si te levantas cansado y consideras que has dormido mal, tu móvil ya puede decir que has dormido a cuerpo de rey o como una reina», explica.

Ambos expertos coinciden en que, si se detecta un problema de sueño y mejorar los hábitos no es suficiente, lo mejor es acudir a un especialista y, en ningún caso, automedicarse.

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