Edición

Borrar
Dos operarios desinfectan las calles de la ciudad china de Taiyuan. Reuters
COVID-19, el Chernóbil chino

COVID-19, el Chernóbil chino

La opacidad inicial de las autoridades y la tardanza en actuar alientan todo tipo de informaciones y bulos que ahora acaban en el terreno político

Zigor Aldama

Shanghái

Martes, 18 de febrero 2020, 19:19

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Aparentemente, las ciudades de Prípiat y de Wuhan tienen poco en común. Sin embargo, comparten un elemento que las ha hecho famosas en el mundo entero: son el epicentro de una catástrofe. Y muchos analistas creen que el parecido entre Chernóbil y la epidemia provocada por el coronavirus COVID-19 va más allá de esa coincidencia. Sobre todo porque tanto la catástrofe nuclear ucraniana de 1986 como la emergencia viral de la China actual han dejado al descubierto la opacidad de sendos regímenes autoritarios de corte comunista. En ambos casos, la primera reacción del gobierno local fue la de ocultar lo que sucedía, poniendo en riesgo a miles de personas, y la voz de alarma se dio cuando ya era demasiado tarde.

Lógicamente, dos mundos separan estas dos tragedias que guardan también grandes diferencias. Pero cada vez parece más claro que la epidemia va a tener consecuencias en el ámbito político de China. Y no solo a nivel local y provincial. Hasta ahora, el Gobierno central se ha presentado como ejemplo de buena gestión, y no ha dudado en cortar cabezas en la provincia de Hubei, epicentro de la infección, para demostrar que está al mando. No obstante, también ha trascendido que el propio presidente del país, Xi Jinping, ordenó que se tomasen medidas drásticas el 7 de enero, y que, sin embargo, la cuarentena de Wuhan no se decretó hasta el día 23 de ese mes. Por si fuese poco, se advirtió a la población, lo cual permitió que cinco millones de personas abandonasen antes la ciudad.

Así, la lluvia de críticas de la ciudadanía a la gestión de la crisis puede terminar erosionando la figura del propio Xi, el mandatario más poderoso de China después de Mao Zedong, y poner en solfa al propio Partido Comunista. Hay quienes consideran que los adversarios políticos de Xi aprovecharán la circunstancia para restarle poder, pero otros recuerdan que quienes se le han enfrentado han acabado cesados o en la cárcel. «La opinión pública parece que se ha unido contra el Gobierno. Esto es algo que no se veía desde 1989», afirma en el diario 'South China Morning Post' el politólogo Zhao Suisheng.

Incluso la prensa oficial ha lanzado dardos envenenados, aunque la mayoría contra las autoridades locales y no contra el Gobierno central. 'El coronavirus es una prueba para el Estado de Derecho', titulaba ayer su editorial 'Caixin'. A ese respecto, periodistas del 'Global Times', representante del ala más conservadora del Partido, criticaban los excesos de Policía y voluntarios a la hora de hacer valer las drásticas medidas impuestas. En un caso, incluso mostraban el vídeo de un hombre que había sido atado a un poste y criticado a gritos por no protegerse con una mascarilla.

Las abundantes teorías conspirativas que circulan por las redes son las que mejor reflejan la desconfianza que reina en el país. Destacan aquellas que señalan lo que aparentemente es una casualidad: en Wuhan se encuentra el único laboratorio de seguridad biológica de grado 4 -capaz de manipular los virus más peligrosos- de China. Hay quienes están convencidos de que de allí escapó el coronavirus. Y es un rumor tan extendido que la propia institución emitió un comunicado el lunes afirmando que el paciente 'cero' -el primero que se contagió- no trabaja en el laboratorio. Pero reconocieron que se desconoce quién es ese paciente 'cero'. Por su parte, varios científicos han desmentido que el coronavirus sea un producto de ingeniería genética.

La cuarentena, a debate

La creciente censura que trata de eliminar todos estos bulos también inquieta a la población, temerosa de ser manipulada. Y pronto comenzarán a preocupar más las consecuencias económicas del brote que los contagios. Desafortunadamente, el científico que asesora al Gobierno, Zhong Nanshan, ha advertido de que en Wuhan la transmisión entre personas aún no se ha detenido y señala dos grandes retos pendientes: lograr separar a enfermos de sanos, y a los infectados del COVID-19 de los que sufren gripe.

Relacionado con el primer punto está el caso que ha estremecido a China y que ha dejado en evidencia los problemas derivados de la cuarentena a la que están sometidas casi 60 millones de personas: el de Chang Kai y su familia. Todo comenzó cuando los padres de este director de cine enfermaron mientras permanecían en cuarentena en el domicilio familiar. Murieron entre el 28 de enero y principios de febrero e infectaron al resto. «Mi padre tenía fiebre. Tratamos de llevarlo a un hospital, pero ninguno lo ingresó porque no tenían camas libres», escribió Chang antes de sucumbir a la neumonía atípica el pasado día 14. Su hermana falleció solo dos horas después. El caso ha provocado un agitado debate sobre la conveniencia de tener a los ciudadanos encerrados en sus casas.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios