Los expertos reivindican que la vejez es un éxito vital, no un problema
El segundo foro de IDEAL y Hefagra ‘Salud y Tercera Edad’ abordó el trato inadecuado a los ancianos en nuestra sociedad
Inés Gallastegui
Viernes, 9 de mayo 2014, 11:19
El Auditorio de la Caja Rural de Granada acogió anoche el segundo foro del ciclo Salud y Tercera Edad organizado por IDEALy patrocinado por Hefagra. ... Los geriatras José Manuel Marín Carmona y Francisco Javier Gómez y la psicóloga Mónica Triviño ofrecieron numerosos datos sobre el trato inadecuado que las personas mayores reciben en la sociedad actual, mientras el veterano periodista Tico Medina fue la voz de la experiencia que puso la nota emotiva y humorística de la velada.
Más de 200 personas acudieron al foro titulado Responsabilidad social en la Tercera Edad: afectos, protección y asistencia al paciente anciano. Su coordinador y director del Departamento de Medicina Interna de la Universidad de Granada, Francisco Javier Gómez, abrió el fuego ofreciendo algunos datos inquietantes sobre el maltrato a las personas mayores: al menos el 5% de los ancianos han sido agredidos por sus cuidadores en alguna ocasión, pero esta cifra puede ser aún mayor, habida cuenta de que la mayoría no denuncia a sus familiares a causa de su dependencia emocional o económica.
El doctor Gómez recordó que hay testimonios de maltrato a las personas mayores desde la antigüedad, cuando los individuos que ya no podían valerse por sí mismos eran abandonados por la tribu. Matizó que hay culturas en las que cuidar de los mayores representa «un honor y una bendición», como ocurre en el mundo islámico o en el gitano.
El profesor subrayó que, aunque el maltrato puede ser físico, psíquico e incluso sexual, el tipo más frecuente es «la negligencia o el abandono», que tiene en el anciano consecuencias tales como deshidratación, desnutrición, ropa inadecuada o falta de cuidados médicos. Un ejemplo extremo, pero desgraciadamente habitual, se produce cada 31 de julio en las urgencias: algunas familias, deseosas de irse a la playa sin cargas molestas, dejan al abuelo o la abuela en el hospital y se marchan, en la confianza de que alguien se ocupará de cuidarlo.
Con todo, el especialista recalcó que el trato inadecuado a los mayores procede, muy a menudo, de la sociedad en general. Se trata de la «violencia estructural» que generan las viviendas no adaptadas, las barreras arquitectónicas en las calles, las dificultades de acceso al transporte urbano o los semáforos que se ponen rojos sin dar tiempo a pasar a los peatones más lentos.
La neuropsicóloga Mónica Triviño abundó en el trato incorrecto a los mayores en el ámbito público y citó carencias como la escasez de instituciones especializadas, como hospitales geriátricos, centros de día o residencias para cubrir la demanda creciente de este tipo de servicios, así como la inadecuada formación de algunos profesionales sanitarios, «que achacan a la edad cualquier padecimiento».
A su juicio, sin embargo, el problema más grave es cultural: «Socialmente, en el mundo occidental hay una devaluación de la vejez que se aprecia en los medios de comunicación, en la publicidad, en las películas». Como ejemplo, destacó la obsesión por ocultar las huellas del paso del tiempo, desde las canas hasta las arrugas. «¿En qué quedamos? Llegar a viejo ¿es un éxito o un fracaso? se preguntó la psicóloga del Hospital de San Rafael. Las personas mayores tienen una vida previa riquísima: han superado enfermedades, accidentes, guerras, malnutrición, pérdidas de seres queridos, problemas...».
En ese aspecto, Triviño reivindicó la madurez emocional de los ancianos, su capacidad para aceptar las dificultades de la vida, asumir las decisiones tomadas y superar miedos y convencionalismos sociales. Y sin embargo, recordó, los mayores son castigados porque, para la sociedad, resultan un recordatorio de la muerte: «Envejecer conlleva un declive biológica que podemos retrasar, pero seguiremos muriéndonos».
De fenómeno a problema
El doctor José Manuel Marín Carmona, presidente de la Sociedad Andaluza de Geriatría y Gerontología, criticó asimismo que el envejecimiento poblacional haya pasado de ser un «fenómeno» a convertirse en «problema» del que, además, se culpa a los ancianos. «Cada vez hay más personas mayores, y eso es un tremendo éxito», recalcó el geriatra, quien recordó que España tiene una de las esperanzas de vida más altas del mundo, en torno a 84 años para las mujeres y 80 para los hombres.
En realidad, recordó, el problema no es que la gente viva más, sino que tiene menos hijos: las tasas de fecundidad en España están en caída libre desde los años setenta y solo experimentaron una ligera recuperación antes de la crisis gracias a la población inmigrante. Si la tendencia continúa, advirtió, en el año 2050 habrá, por cada español en edad de trabajar, otro mayor de 65 años o menor de 15.
El doctor Marín, que dirige el Centro de Envejecimiento Saludable de Málaga, recordó que la mayoría de las personas ancianas se sienten bien y mantienen una vida activa: viajan, asisten a espectáculos, hacen ejercicio físico, realizan labores de voluntariado y utilizan las nuevas tecnologías. Y por si fuera poco, con la crisis se han convertido también en el sostén económico fundamental de muchísimas familias: según una reciente encuesta de la Unión Democrática de Pensionistas, el porcentaje de mayores que ayudan económicamente a sus hijos y nietos ha pasado del 10% en 2010 al 60% en 2014.
Y mientras tanto, las pensiones pierden poder adquisitivo, el copago obliga a muchos enfermos a renunciar a sus tratamientos y los solicitantes de la Ley de Dependencia se mueren aguardando ayuda en la lista de espera. «En muchos aspectos, los mayores están muy por encima de nuestra sociedad», concluyó el médico.
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