Así reacciona el cerebro ante una ruptura: por qué duele el desamor y cómo superarlo
Los expertos en psicología analizan la importancia de la dopamina en los procesos amorosos y dan las claves para seguir adelante después de una separación
Cada catorce de febrero, millones de parejas alrededor del mundo se citan para celebrar el Día de los Enamorados. Esta jornada, que nos hace situar ... al segundo mes del año como la época del amor en el imaginario colectivo, tiene, sin embargo, un efecto rebote que muchos desconocen: las rupturas sentimentales se disparan en las semanas posteriores a San Valentín. De acuerdo con un estudio de Facebook, basado en la actualización de estados sentimentales en esta red social, las parejas tienden a romperse sobre todo en las semanas previas a Navidad y en los días posteriores a San Valentín. Las razones de este fenómeno radican en las peleas derivadas de las expectativas puestas por muchos en esta fecha, así como en el hecho de que algunas parejas con conflictos prefieren esperar a que pase el catorce de febrero para terminar definitivamente su relación.
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En cualquier caso, al contrario de lo que pudiera parecer, febrero se convierte en el mes del desamor para muchas personas, y el final del invierno resulta arduo para aquellos que sufren con las rupturas. Para analizar cómo funciona este proceso a nivel cerebral, hablamos con expertos en psicología que analizan la importancia de la dopamina en los procesos amorosos y dan las claves para seguir adelante después de una separación.
El amor, una adicción
Durante una relación amorosa, la dopamina invade los centros neuronales del placer, por lo que entender el funcionamiento de este neurotransmisor es fundamental para saber cómo actúa el cerebro ante una ruptura. Así lo estima José Capote, Máster en Psicología General por la Universidad de Granada, quien afirma que «la sensación que genera la dopamina es muy adictiva», de ahí que las rupturas amorosas, «sobre todo cuando estas ocurren en las primeras fases del enamoramiento», sean tan difíciles de superar.
Esta influencia de la dopamina tiene lugar durante la fase de enamoramiento, la segunda de las tres etapas del amor. Tal y como defiende Manuel Gálvez, médico y profesor de la Universidad de Granada, antes del enamoramiento se produce la atracción y, después, el apego. «Durante la primera fase, la de la atracción, son las feromonas las que hacen que dos personas se acerquen. Durante el enamoramiento, la segunda etapa, la dopamina engancha a la pareja. Finalmente, llega la fase del apego, donde la oxitocina se hace cargo de la sensación de bienestar en el cerebro de los enamorados», defiende el doctor.
Aunque durante las dos primeras fases somos 'víctimas' de nuestro cerebro, ya que no podemos elegir por quién nos sentimos atraídos ni de quién nos enamoramos, en la tercera etapa, la del apego, pasamos a ser parte activa. «Para que se produzca el apego entre dos personas, ambas deben poner de su parte. Muchas parejas no consiguen cultivar esa tercera etapa, y ahí llega el desenamoramiento», explica el doctor Gálvez.
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«Como ocurre con cualquier sustancia adictiva, los enamorados desarrollan tolerancia a la sensación del enamoramiento»
JOSÉ CAPOTE (PSICÓLOGO)
Y es que, desde el punto de vista médico y psicológico, el desamor no solamente es comprensible, sino que cumple con el desarrollo más lógico de una relación. «Como ocurre con cualquier sustancia adictiva, los enamorados desarrollan tolerancia a la sensación del enamoramiento. Y menos mal, porque si esa primera sensación del amor durara para siempre, acabaría conduciéndonos a la locura», explica el psicólogo José Capote.
Las claves para superar la ruptura
Así pues, biológicamente hablando, el amor tiene fecha de caducidad. El problema llega cuando la relación se termina sin que una de las dos partes -o ambas- haya superado las dos primeras fases del enamoramiento. Según José Capote, cuando esto ocurre, las personas entran en «un estado de desconcierto, incertidumbre, dolor e incredulidad equiparable al síndrome de abstinencia que sufren algunos adictos». En esta etapa, las sensaciones de tristeza y ansiedad son las más habituales.
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«Hay que potenciar las relaciones de amistad, los hobbies y el deporte para superar una ruptura»
MANUEL GÁLVEZ (MÉDICO Y PROFESOR)
Para el psicólogo, las claves para superar una ruptura amorosa son, en primer lugar, contacto cero con la persona, pues de lo contrario nunca podremos desengancharnos. «Tener algún contacto con la persona es como si un fumador quisiera dejar de fumar dándole una calada al cigarrillo de vez en cuando, algo que impediría que la ansiedad desapareciese», defiende José Capote. En segundo lugar habría que aprender a gestionar la tristeza, algo para lo que algunas personas requieren de tratamiento psicológico. «Hay que aprender que podemos, y debemos, estar tristes en algunos casos, pero no necesariamente la tristeza ha de estar presente las veinticuatro del día. El trabajo psicológico se basa en darle a esta emoción su momento, además de reestructurar los pensamientos que, en muchas ocasiones, cronifican dicha emoción», sentencia el experto.
En la misma línea, el doctor Manuel Gálvez defiende que las personas dolidas por el desamor deben fundamentar su mejoría en dos conceptos muy importantes: el respeto hacia la otra persona y la asunción de la realidad. «Hay que dejar a un lado las fantasías para afrontar la resolución», explica el médico. Igualmente, Gálvez apuesta por la vía del lenguaje para que las personas que terminan una relación fijen las bases para el futuro en el caso de que tengan algún asunto que resolver. Además, el experto argumenta que «potenciar las relaciones de amistad, los hobbies y el deporte» es una herramienta fundamental para superar una ruptura. Finalmente, Gálvez deja una reflexión, defendiendo que, a la hora de afrontar una ruptura, hay que tener en cuenta que «la concepción de amor tradicional no es para todo el mundo», ya que puede haber personas más preparadas para «tener una relación polígama» o para «no tener necesariamente una relación sentimental estable y duradera».
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