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El presidente que cayó en las televisiones de todo el mundo

El presidente que cayó en las televisiones de todo el mundo

El trigésimo séptimo presidente de EE UU fue el primero y único en dimitir de su cargo, asediado por el escándalo del 'Watergate'

ANTONIO CORBILLÓN

Miércoles, 15 de agosto 2018, 01:16

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«Habría preferido llevar a cabo hasta el final cualquier agonía personal que hubiera implicado, y mi familia unánimemente me instó a hacerlo. Pero el interés de la Nación debe siempre venir antes que cualquier consideración personal». En directo, ante las televisiones de todo el país, el trigésimo séptimo presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, leyó su esquela política. Se convertía en el primer y único mandatario de la primera potencia mundial que renunciaba a su cargo tras demostrarse su juego sucio en el 'caso Watergate'.

De nada le sirvió el apoyo popular, que había reelegido al político republicano año y medio antes con un amplio 56% de votos. Nixon atesoraba una brillante carrera. Tras ocho años como vicepresidente con Eisenhower, encaró años muy difíciles pero con logros más que destacados.

Sacó al país del infierno de Vietnam (58.200 soldados estadounidenses muertos) y negoció con la URSS de Brezhnev el primer tratado de limitación nuclear. En la política casera incluso enfureció a su partido con medidas progres propias de los demócratas, como la creación de la Agencia de Protección Ambiental, la Ley del Aire Limpio o la ampliación de la enmienda sobre igualdad de derechos de la mujer.

Todo aquello se vio eclipsado y enterrado por las 'cloacas' estatales que abrió en el Watergate, un edificio de oficinas de Washington donde estaba el Comité de Campaña del Partido Demócrata. Nixon abonó la semilla de su derrota en su primer mandato, aunque no renunció hasta después de su brillante reelección.

Los primeros 'fontaneros'

Fue un asunto de 'fontanería' política. Eso eran supuestamente, fontaneros, los primeros agentes que mandó infiltrar en septiembre de 1971 en el despacho de Daniel Ellsberg, exfuncionario del Pentágono que había filtrado datos de la guerra del Vietnam. La gente de Nixon repitió la 'chapuza' en junio de 1972 en el Watergate. Lo que parecía otro simple robo creció como una bola de nieve por la labor de dos periodistas del 'Washington Post': Carl Bernstein y Bob Woodward, que probaron las conexiones entre este caso, el anterior y el ovillo de actividades del lado oscuro oficial. Como explicó Bernstein a la CNN en 2003, «se trataba de un patrón de ilegalidades que buscaba golpear a la oposición robando sus memorandos».

Pero la intuición de los sabuesos periodistas no habría logrado cazar una pieza tan poderosa sin la ayuda de una fuente misteriosa, conocida como 'garganta profunda'. Con los años, este alias se ha convertido en sinónimo de arrepentido que 'tira de la manta'. Después se supo que fue el oficial del FBI Mark Felt.

Ese 9 de agosto Nixon fue relevado por su vicepresidente, Gerald Ford. «Nuestra larga pesadilla nacional ha terminado», dijo éste. Un mes más tarde firmó su perdón. No le sirvió para ser reelegido. En su despedida en la Casa Blanca, Nixon dijo a su equipo: «Recordad siempre que otros te odian, pero los que te odian no ganan a menos que los odies. Y luego te destruyes».

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