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ANTONIO PANIAGUA
Jueves, 16 de agosto 2018, 01:53
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No tiene nada que ver con el conquistador de México. Su madre eligió para él un nombre tan imperial seducida por su sonoridad rotunda. Hernán Cortés, uno de los mejores retratistas españoles, expone sus obras en la Fundación Telefónica hasta el 10 de octubre.
- Sí, con seis años me compró mi primera paleta y tubos de óleos. Era muy aficionada a la música y yo he heredado esa afición. Me encanta escuchar música mientras pinto. Debe ser música acorde con mi estado anímico o relacionada con algo que esté haciendo. Me gusta el flamenco, pero, por la agresividad del sonido, no puedo pintar con ese género. Cuanto más abstracta es la música, mejor. La ópera 'Tristán e Isolda', como es tan hipnótica, me viene muy bien, pero con una composición verista que me diga '¡a la carga!' no puedo trabajar.
- Fui a Barcelona a verle. Físicamente se encontraba estupendamente, pero su mente ya era errática. Tan pronto volvía a la realidad al escucharme decir algo como se ensimismaba en sus cosas. El personaje me resultó entrañable.
- Mi abuelo era panadero y mi padre se hizo médico después de un grandísimo esfuerzo. Mi hermano estudió Medicina y yo también iba para médico. Tuve la suerte de tener como valedor a Dámaso Alonso, que acabó convenciendo a mi padre. Le dijo: «Antonio, déjese de pamplinas. Un buen pintor puede ganar mucho más dinero que un médico mediocre». Un argumento muy de poeta.
- Era muy íntimo de mi familia porque pertenecía al círculo de amistades de Gregorio Marañón, del que mi padre era discípulo. En el cuadro aparece con su traje, muy elegante, impecable, y una bata por encima de los hombros. En su casa hacía mucho frío, no había calefacción, y se cubría así. Era un gran profesor, filólogo y poeta que tenía mucho de niño travieso.
- Oscilo entre el silencio y la música. La pintura es el arte del silencio. La buena pintura es silenciosa y ha de permitir una contemplación reiterativa. Trabajo unas diez horas al día, y muchas veces el tiempo se va sin que me dé cuenta. Eso sí, como soy andaluz, me echo una siesta de unos quince minutos.
- Su mirada era tan incisiva que decidí retratarle de perfil. Y no le hizo mucha gracia. Tardé cinco años en hacerlo.
- No, pinto a gente de todos los círculos sociales. Empecé retratando a mis amigos, a poetas de la Generación del 27 (Jorge Guillén, Rafael Alberti, Dámaso Alonso...) y a intelectuales. Pero no sólo he trabajado para banqueros. No encajo en eso que se llama 'retratista de salón'. Lo que he procurado siempre es hacer una aproximación al ser humano que se esconde detrás del personaje público.
- Siempre es necesario tomar distancia. El buen retratista no debe juzgar. Ha de actuar como un entomólogo. No ha de dejarse impresionar nunca por el modelo.
- Por lo general, son ellos los que vienen al estudio. Me gusta verlos en su terreno, observar a la persona en su ambiente, porque eso me facilita mucha información. Pintar en el estudio me confiere un mayor control de la luz. También siempre charlo con los retratados antes de ponerme a pintar. Si la hay, busco documentación gráfica, fotos y vídeos.
- Él quería que su retrato fuera del natural, sin fotografías previas. Cuando llevaba dos días posando, me dijo: «Por favor, hágame fotos». Hablábamos mucho de música. Cuando él vivía en Nueva York iba siempre a los conciertos del Cuarteto de Cuerda Juilliard.
- Me sorprendió su carácter, una mezcla de fuerza espiritual, fragilidad y contención, algo que supongo le viene por la admiración que tenía por las culturas orientales.
- Sí, claro. Cuando opina, el modelo se retrata. En un retrato participan tres actores: el pintor, el modelo y el espectador. Si cualquiera de ellos cree que el cuadro es fallido, la obra cojea por algún lado.
- A Velázquez, sin dudarlo.
Retrato más visto. Uno de sus cuadros más vistos es el políptico en el que retrata a los siete ponentes de la Constitución. La obra preside la Sala Constitucional del Congreso.
Técnica del acrílico. Hernán Cortés (Cádiz, 1953) es un pintor realista que trabaja con el acrílico. Pertenece a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y al patronato del Prado.
Instituciones. Sus obras están diseminadas por un sinfín de instituciones: RAE, Biblioteca Nacional, Moncloa, La Zarzuela, Congreso, Tribunal Constitucional...
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