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Futuro. Sergio Galán, karateca madrileño de 22 años, ha sido campeón de Europa cadete, júnior y sub 21 de katas.
Patada al kárate en los JJ.OO.

Patada al kárate en los JJ.OO.

El comité organizador de los Juegos de París ha prescindido de este arte marcial para 2024. «Ya no nos podremos dedicar únicamente a entrenar», lamentan los karatecas

FERNANDO MIÑANA

Miércoles, 13 de marzo 2019, 01:18

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El kárate nunca lo tuvo fácil. Hace 50 años prácticamente no existía en España. Hasta que dos pioneros como el cántabro Manuel Palacios y el aragonés Luis Zapatero lo introdujeron pacientemente como quien colaba unas cajas de whisky escocés en el Chicago de la Ley Seca. El kárate estuvo perseguido y penado durante años, pero prosperó gracias a gente como Palacios, que trabajó como fotógrafo en Francia y se aficionó en el gimnasio parisino de Henry Plée, una institución de este arte marcial en el país vecino. Allí aprendió del maestro Murrakami, el primer japonés que se mudó a Europa para enseñar una disciplina que nació cuando se prohibieron las armas en las islas Ryukyu, en el siglo XVI, y sus habitantes desarrollaron esta forma de autodefensa con las manos vacías.

Los casos de aquellos karatecas clandestinos sonaban como una lección de prehistoria cuando hace tres años, el 3 de agosto de 2016, el Comité Olímpico Internacional (COI) anunció al mundo que había aprobado por unanimidad su inclusión en el programa de los Juegos de Tokio. La noticia fue como un regalo envuelto con un lazo para Sandra Sánchez y Damián Quintero, los dos españoles que trabajan por un objetivo nada utópico, una medalla en 2020.

El kárate afrontaba emocionado una nueva era porque los Juegos Olímpicos te llevan a las casas de medio planeta. No hay otra promoción mejor que esta. Pero esta semana vino el 'gatillazo'. El comité organizador de los Juegos de París 2024 comunicaba que, en un reto por captar al público juvenil, cada día menos vinculado al deporte convencional, había decidido incluir en el programa el breakdance y dar una patada al kárate.

Sergio Galán Karateca «Nos han sacado sin esperar a nuestro debut, a ver qué acogida tenemos»Lidia Rodríguez Karateca «Los valores del kárate, disciplina y superación, son los valores olímpicos»

Lidia Rodríguez estaba en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid ese día. Sus compañeros estaban comenzando el calentamiento y ella pegaba un último repaso a las redes sociales. La madrileña tiene 21 años y se motivaba cada día pensando que en 2024, con 26, podría estar sobre el tatami olímpico. Pero una noticia en Facebook la dejó helada: el kárate se caía de los Juegos.

«Primero lo leí para mí y luego lo hice en voz alta, para que se enteraran todos. Se me encogió el corazón. Teníamos un sueño y, de repente, nos lo habían arrebatado», explica Lidia, campeona del mundo sub 21 -la única no asiática- de katas, desde Salzburgo, en Austria, donde este fin de semana ha disputado una prueba del circuito mundial. «No nos lo creíamos», recuerda.

Uno de los que escucharon la peor noticia que podía recibir el kárate fue su compañero Sergio Galán. Él, como ella, también parecía proyectado hacia los Juegos de París. El madrileño ha sido campeón de Europa en todas las categorías -cadete, júnior y sub 21-y ya fantaseaba con el desafío olímpico. «Es una sensación extraña. El comité defiende que tiene que ir a por deportes con unos valores, enfocados a los jóvenes, que estoy convencido de que el kárate tiene. Es un deporte con cien millones de seguidores y el 70% menores de 18 años. Y también es artístico, es un arte marcial».

Perder la consideración de disciplina olímpica es un golpe para los deportistas. «Lo vamos a notar económicamente. Yo ahora tengo 21 años y lo puedo hacer, pero igual dentro de unos años ya no me puedo dedicar totalmente al kárate», se lamenta Lidia Rodríguez, nacida en Villalbilla y criada en Alcalá de Henares. La karateca amanece cada día a las 8.30 en la residencia Blume, desayuna y empieza con el trabajo físico a las 10. Después pasa al tatami y hace otra hora de técnica y una hora de trabajo de competición, las katas específicas. A la una acaba, se va a comer y a descansar hasta las cuatro, cuando reanuda el entrenamiento hasta las seis. Luego, una ducha, estudiar, la cena y a dormir. Un sacrificio que el deporte, de momento, le recompensa.

El Rey emérito era karateca

Pero sin el privilegio olímpico será más complejo. Sergio Galán, nacido hace 22 años en San Fernando de Henares (Madrid), se entrega al kárate gracias a una beca Podium que le reporta unos 1.200 euros limpios al mes. «Ahora que ya sabemos que esto se acabará en 2020, perderemos el derecho a una beca». Y añade, dolido, que les han sacado del programa olímpico «sin esperar siquiera a nuestro debut en Tokio, a ver qué acogida tenemos, qué aportamos, qué somos capaces de mostrar el mundo».

Poca gente en España conoce los derroteros olímpicos como Fernando Arrechea, doctor en Ciencias del Deporte. «El COI está muy preocupado por la pérdida de espectadores e ingresos publicitarios que pueden producirse en el futuro por los cambios sociales y de gustos y por las formas de consumo de los jóvenes, y busca soluciones. La apuesta a corto plazo por el breakdance, el skate o el surf va en esa línea. A largo plazo meterán los e-sports, pero aún no se han atrevido», reflexiona.

Arrechea, uno de los mayores expertos en olimpismo de España, no se llevó un sobresalto. «Lo del breakdance es sorprendente, pero solo a medias: lo metieron en los Juegos de la Juventud en Buenos Aires y fue un éxito de audiencia y de reproducciones online. El kárate tiene muy mala suerte: fue adelantado por el judo por exigencia japonesa y por el taekwondo por exigencia surcoreana y quedó relegado. Ahora que lo habían conseguido, sólo lo han mantenido en una edición».

Escuece un poco más que haya caído por culpa de Francia, una potencia mundial con 250.000 licencias. «Ha sido un grandísimo varapalo. ¿Cómo son capaces de tomar esta decisión sin esperar a que tenga lugar nuestro estreno como deporte en los Juegos de Tokio? Es totalmente intolerable e inadmisible. El mundo no puede obviar algo tan grande como el kárate», explica Antonio Moreno, presidente de la Federación Española, desde Houston (Texas).

Moreno, como los deportistas, no se resigna. «No nos callarán ni nos silenciarán», advierte. E inicia el contraataque: «Movemos en las redes sociales nuestro mensaje de apoyo al kárate olímpico en París 2024. Y en Tokio demostraremos al mundo que somos tan dignos como otras disciplinas deportivas».

El kárate ha crecido como un cactus en medio del desierto. Y siempre sobrevivió. Como en el franquismo, cuando logró que se levantara la prohibición, se hizo fuerte dentro de la federación de judo y demostró su solvencia organizando el 2 de mayo de 1970, en el INEF de Madrid, el primer campeonato de España. Esta competición supuso un impulso porque puso en contacto a todas las provincias y, además, contó con el respaldo del entonces príncipe Juan Carlos, todo un cinturón negro segundo dan, que repartió los trofeos rodeado de ministros.

Ocho años después soltó la mano del judo para siempre y en 1980 se graduó en un campeonato del mundo celebrado en Madrid en el que los anfitriones ganaron tres medallas de oro, una de plata y cinco de bronce. España ya era una potencia internacional. Las mujeres tampoco tardaron en hacerse un hueco en la élite y en 1994 se proclamaron campeonas en el Mundial de Malasia.

Entrar en los Juegos elevaba el kárate a una nueva dimensión. Las federaciones confiaban en que la exposición olímpica ayudara a introducir este arte marcial en los colegios. Hasta que París arruinó sus ilusiones. Aún así, no se rinden, como adelanta Lidia Rodríguez. «El kárate va a demostrar sus valores: disciplina, esfuerzo, superación... Valores propios de los Juegos. Y lo vamos a demostrar».

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