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Una mujer pide a Facebook y Twitter que dejen de bombardearla con anuncios que le recuerdan que ha perdido al hijo que esperaba

Una mujer pide a Facebook y Twitter que dejen de bombardearla con anuncios que le recuerdan que ha perdido al hijo que esperaba

«Cada anuncio que recibí tras llegar a casa del hospital con los brazos más vacíos del mundo se convirtió en un cruel recordatorio del niño que jamás tendré», confiesa

IRMA CUESTA

Martes, 18 de diciembre 2018, 22:08

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Cada vez que tenía un ratito, Gillian Brockell abría su portátil y se ponía buscar. Como cualquiera que tenga hijos sabe, traer un bebé al mundo requiere, además de una energía considerable, tener a mano un montón de cosas. Así que, mientras pasaban los meses y su tripa engordaba, Gillian ocupaba buena parte de su tiempo libre leyendo sobre embarazos, buscando ropita para recién nacido y compartiendo su dicha en las redes sociales. Su caso no habría tenido nada de particular si no fuera porque cuando Brockell, una joven editora de vídeo del 'Washington Post', iba por el octavo mes de embarazo, perdió el niño que esperaba y a su pena tuvo que añadir el empeño de Facebook, Amazon y Google en recordarle continuamente su ausencia.

Incapaz de seguir soportándolo, la periodista ha escrito a los gigantes tecnológicos Twitter, Instagram, Facebook y Experian rogándoles que se abstengan de alimentar su pena. «Por favor, empresas de tecnología, os lo imploro. Si sois lo suficientemente inteligentes como para daros cuenta de que estoy embarazada o de que he dado a luz, entonces seguramente seréis también lo bastante inteligentes como para daros cuenta de que mi bebé murió y mostrarme publicidad en consecuencia, o tal vez, solo tal vez, no mostrarme ninguna», dice en un 'post' que apenas tardó unos minutos en dar la vuelta al mundo.

Brockell sigue su relato explicando que al dolor por la pérdida sufrida se ha sumado el continuo bombardeo desde todas las redes sociales con información sobre bebés y embarazos. «Cada anuncio que recibí tras llegar a casa del hospital con los brazos más vacíos del mundo se convirtió en un cruel recordatorio del niño que jamás tendré», confiesa.

Ella reconoce, sin embargo, ser la única responsable de lo sucedido. «Sé que sabíais que estaba embarazada. Es culpa mía. Yo fui quien usó etiquetas en Instagram como #tripitadeembarazada, quien pinchó en anuncios de ropa premamá en Facebook, dejó que me etiquetaran en fotos de mi 'baby shower' e hizo un montón de búsquedas en Google relacionadas con niños. Probablemente me observasteis buscando en Google 'vestido de embarazada con cuadros escoceses' y 'pintura segura para cunas de bebés'. Apuesto a que Amazon, incluso, les dijo la fecha en la que esperaba el parto, el 24 de enero, cuando me registré en Prime. ¡Qué estúpida fui!».

Políticas de publicidad

El objetivo de Gillian, que a punto ha estado de colapsar las redes sociales con el enorme número de apoyos recibidos, es lograr que las grandes empresas de internet tengan en cuenta casos como el suyo y modifiquen sus políticas de publicidad. «¿Acaso no visteis cómo buscaba en Google cosas como: '¿esto son Braxton Hicks (las contracciones que pueden producirse antes del parto)?' o 'el bebé no se mueve'?, ¿acaso no detectasteis mis tres días en silencio, algo muy poco común para una usuaria como yo que tuitea frecuentemente?, ¿o el post que incluía frases como 'con el corazón roto', 'problema' y 'nacido muerto'?, ¿Ni siquiera los 200 emoticonos con lágrimas de mis amigos? ¿Acaso eso no es algo que podáis rastrear?».

Gillian continúa su carta reprochando a los imperios de la era digital que sus algoritmos asuman que, si diste a luz, hubo un final feliz; y que a continuación te bombardeen con anuncios de sostenes de lactancia, vídeos para que el bebé duerma toda la noche -«yo daría lo que fuera por escuchar llorar al mío»- e información sobre los carritos que mejor se adaptan al crecimiento de tu criatura. «Cuando millones de personas con el corazón roto se ven forzadas a hacer clic en 'no quiero ver este anuncio', y a contestar a vuestro '¿por qué?' con el cruel, pero cierto, 'no es relevante para mí', la pena no hace más que crecer», lamenta la editora, alentando un debate que lleva ya un tiempo sobre la mesa.

De hecho, en un momento en el que los millones de usuarios de las redes sociales y los grandes gestores de internet cuestionan la cada vez más intrusiva práctica de publicidad hiperespecífica de las empresas de tecnología, la carta de Brockell destaca los efectos emocionales perjudiciales que pueden tener estas estrategias de márketing cuando estas empresas no ajustan su orientación a los cambios, a las modificaciones vitales de los usuarios. Internet avanza rápido, incluso demasiado rápido, pero sólo en algunas cosas.

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