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Domingo, 13 de agosto 2017, 12:30
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Joanne es una madre británica que ha querido contar la pesadilla que vivió hace ochos meses para concienciar de la importancia de un buen diagnóstico médico. Por aquel entonces, su pequeño Connor murió por una septicemia después de ir varias veces al hospital y que los galenos lo mandaran de vuelta a casa en todas ellas.
Según cuenta la mujer al Manchester Evening News, el pequeño, de seis años, empezó a quejarse por un dolor de oídos, pero su familia creyó que se trataba de una molestia común y le trataron pensando que desaparecería rápidamente.
Cinco días más tarde, en cambio, tuvieron que llevarle al hospital porque sus síntomas empeoraron. Pero los médicos lo enviaron de nuevo a casa. 24 horas después, volvieron a trasladarle a urgencias porque el niño presentaba fiebre extremadamente alta. La respuesta de los sanitarios fue la misma.
Cuatro días después la situación ya era irreversible, nada se pudo hacer para salvarle la vida. El pequeño decía "mamá, mis piernas" cuando le llevaron al hospital. En declaraciones al citado medio, la madre sostiene que su hijo estaría vivo si lo hubieran tratado bien a la primera.
Por su parte, el hospital admitió que hubo "oportunidades perdidas" y que debían haber avisado a un pediatra más experimentado.
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