Edición

Borrar
33 navidades en blanco y negro

33 navidades en blanco y negro

Entre 1943 y 1976, el NO-DO recogió la actualidad del país desde el prisma franquista.Cada fin de año, el noticiero llegaba cargado de niños, reyes magos, mercadillos, caridad y recogimiento en familia

ISABEL IBÁÑEZ

Lunes, 10 de diciembre 2018, 00:23

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Precisamente 'Navidad' fue el título del reportaje que abrió la primera emisión del NO-DO, el 4 de enero de 1943, el noticiero de propaganda franquista que emitieron los cines españoles antes de cada película hasta 1976 (y de forma voluntaria llegó a 1981). Fueron, pues, 33 navidades vividas a través del prisma del régimen dictatorial y de la Iglesia católica, que sirvieron para que las familias de este país, y aunque cada una tuviera sus tradiciones heredadas, supiera cómo había que vivir este periodo del año: recogimiento en torno a la mesa, belenes a punto, fraternidad y caridad a flor de piel. Y aunque en realidad para muchos eso es precisamente lo que significan estos días, el NO-DO se encargó de alentar el espíritu que debía respirarse y de barnizar con melodrama otras noticias que poco tenían de entrañables, entre ellas, las llegadas desde el frente de la Segunda Guerra Mundial. «Eran las únicas fechas en las que se abandonaba el tono heroico para adoptar un 'áurea mediócritas'» (tópico sobre la felicidad de la vida tranquila, moderada, equilibrada...), a decir de Rafael R. Tranche y Vicente Sánchez-Biosca, doctor y profesor de Comunicación Audiovisual, respectivamente, y autores de 'NO-DO. El tiempo y la memoria', un exhaustivo análisis en más de 600 páginas.

La primera noticia de aquel enero de hace 65 años (tras un prólogo explicativo del nuevo noticiero) llevó por titulo 'Navidad': «Un cartel de aroma naïf sirve de pórtico; en él se representan dos pastorcillos, hombre y mujer, que cargan sobre sus espaldas sendas ofrendas navideñas. La ingenuidad del dibujo entroniza un tono, atmósfera y estilo que las imágenes siguientes no harán sino confirmar: diversos niños y niñas, protegidos del frío por sus abriguitos, contemplan extasiados las figuras de barro pintado que se exponen en los tradicionales puestos callejeros de la madrileña Plaza Mayor, entre miradas furtivas a a cámara lanzadas con candorosa timidez. Quienquiera que repase el noticiero en cualquier otro periodo navideño encontrará ejemplos semejantes a éste por doquier», explican en el libro.

Los responsables de este 'informativo' aprovechaban este ambiente para tocar puntos de la actualidad iluminados con las luces navideñas; es el caso del segundo reportaje de aquel primer NO-DO, en el que podía verse cómo «las laboriosas manos de la Sección Femenina preparaban paquetes para los esforzados españoles que, 'en las heladas tierras de Rusia, conquistan nuevas glorias para la Patria'», dicho por el narrador. Tras esto, una pieza titulada 'Tregua en la guerra' cedida por los noticiarios alemanes; los autores del libro se asombran de que, en ella, «la Navidad irrumpe, como si los fieros combatientes se hubiesen entregado a la confraternización en el frente germanosoviético, cuando sabemos que la campaña de Rusia emprendida por la Werhmacht se caracterizó precisamente por un encarnizamiento, salvajismo e inhumanidad sin precedentes». En imagen, soldados alemanes adornan abetos, abren regalos y leen con emoción las postales enviadas desde sus hogares.

La Navidad en el NO-DO pasó de la austeridad de los primeros años a la abundancia de los 60

La última de las piezas de aquella sesión inaugural, 'Barcelona', abrió el «subgénero de Reyes, que implica un olvido del contenido religioso en beneficio de una ilusión casi pagana, la cabalgata. Si en la Navidad se trataba de inocencia y bondad, alentadas por el Nacimiento del Niño Dios, aquí el léxico infantil viene que ni pintado para saturar la ingenuidad». Por supuesto, nada de Papa Noel. El resumen es que el NO-DO presentó todos esos años esta festividad como un ambiente, amparado bajo el manto de la religión, en el que las palabras clave son «reinado del hogar», «calidez humana», «retorno de la ilusión», «hermandad entre los hombres»...

Llega el consumismo

Pero cambió la vida de los españoles, que iban dejando atrás épocas de carencia para entrar en otras más optimistas y abiertas al consumismo, y el NO-DO supo sumarse a esta transformación de la sociedad. Un vistazo a los noticiarios navideños de dos décadas después lo esbozan bien. En 1963, el narrador nos introduce así en el ambiente de la Plaza Mayor de Madrid: «Hay de todo en abundancia, desde las figuritas de barro hasta los árboles y el musgo para el Belén. En otros lugares, se expenden los suculentos ternascos, corderos lechales y los clásicos pavos, vivos o desplumados, amén de otras aves. Entre los pescados, los ricos crustáceos y el besugo, que falta en pocos manteles dentro de la hogareña paz familiar de la Nochebuena».

Para los autores se trata del nacimiento de una nueva forma de exponer la Navidad, ofreciendo «planos detalle para significar el lujo y el despilfarro, sin que el discurso anterior se haya agotado, pero los acentos habían variado». Ponen como ejemplo las palabras del narrador, que prosigue así: «Los comercios de la capital rivalizan en la ornamentación de sus escaparates con alardes de fantasía y luminotecnia para atraer las miradas de los transeúntes que fácilmente se truecan en clientes al calorcillo de pagas extraordinarias y quizá por algún pellizco de la lotería...». Y todo esto con banda sonora de villancicos, confirmación de que, a la postre, siempre acabábamos regresando al redil, al refugio del hogar y la familia.

«En esto radica la Navidad del NO-DO -esgrimen Tranche y Sánchez-Biosca-: una constante serie de noticias definidas por signos esclerotizados y altamente simbólicos, una retórica de la pobreza en cuyo corazón puede surgir, como un tumor (paradójicamente, sentido como benigno), un discurso del bienestar que modestamente cederá su puesto siempre que así lo aconsejen las verdades profundas del hombre».

Dos visiones cinematográficas

La Navidad que imprime el NO-DO quedó reflejada en películas como 'La gran familia' (Fernando Palacios, 1962), donde aquel matrimonio con 15 hijos perdía al pequeño Chencho entre los mercadillos navideños por un descuido del abuelo, Pepe Isbert. Un auténtico drama aliviado por el reencuentro con el pequeño y por el anuncio de la llegada del decimosexto hijo, la tan promocionada natalidad.

En el lado contrario, 'Plácido' (Luis García Berlanga, 1961); inspirada por la campaña gubernamental 'Siente a un pobre en su mesa', parecía precisamente querer empujar a los españoles a uno de los pilares en los que se apoyaba el discurso del NO-DO en aquellas fechas, la caridad de la que el régimen franquista hizo gala y publicidad, aunque en realidad fuera una forma de descargar conciencias. Tal y como reflejó el reputado director con aquellos ricos que invitaban a cenar al desgraciado indigente que acaba muriendo durante la cena.

En realidad, los reportajes del noticiero «hacían más hincapié en el hecho caritativo en sí que en los beneficiarios», además de destacar la presencia de famosos, variados episodios de humor circense y, de manera creciente, la figura de Carmen Polo, esposa de Franco, como figura central de los actos donativos.

Con todo, hay cierta sensación placentera en el recuerdo del NO-DO, como si el tiempo lo hubiera desprovisto de ideología, y más si hablamos de imágenes navideñas. Eso sostienen los autores de este concienzudo análisis: «El paso del tiempo ha producido un curioso efecto: el olvido de los signos, de los emblemas y las consignas que llenaron los escenarios recogidos por el NO-DO. Sólo así puede entenderse que para muchos espectadores estas imágenes hayan adquirido una dimensión sentimental. Evocan el pasado y por ello son merecedoras de una nostalgia cómplice que no necesita rendir cuentas de lo acontecido (por más que represente una parte de ese acontecer)». Apoyan esta idea en la proliferación de programas de televisión durante los años 90 donde se usaban estas imágenes de archivo como ejercicios de 'revival' sin interpretación histórica, vendiendo «imágenes al peso con la complaciente coartada de remitir al espectador a un tiempo en el que fue joven».

El libro comienza con una cita de J. D. Salinger, autor de 'El guardián entre el centeno': «¡Esos noticiarios del cine! ¡Dios mío! Siempre sacando carreras de caballo, y una tía muy elegante rompiendo una botella de champán en el casco de un barco, y un chimpancé con pantalón corto montado en bicicleta». Y la Navidad que ya llega, claro.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios