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El periodista Manuel Erice. Maya Balanya
Muere el periodista Manuel Erice, corresponsal de ABC en Washington

Muere el periodista Manuel Erice, corresponsal de ABC en Washington

Fue subdirector del diario y uno de los pioneros de la prensa digital en España

José Luis Martín Alonso

Madrid

Domingo, 12 de agosto 2018, 17:24

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Manuel Erice Oronoz, corresponsal de ABC en Washington, ha fallecido a la una de la tarde de este domingo en la Clínica Universitaria de Navarra, en Pamplona, su ciudad natal, a los 52 años. El que fuera subdirector de ABC y también pionero en la puesta en marcha del diario en internet, luchaba desde hace dos años contra un cáncer con una enorme entereza.

Manuel Erice Oronoz (Pamplona, 1965-2018) era uno de esos periodistas vocacionales y de talento, de los que es obligado hablar cuando toca el fin de su carrera profesional, o de su vida. El problema es que Erice solo tenía 52 años. Pero incluso a una edad tan temprana será recordado como «un periodista de ABC de los de toda la vida», un modelo de rigor informativo y un maestro para otros compañeros, a los que formaba a golpe de ejemplo y buen hacer. Corresponsal en sus inicios, fue ascendiendo poco a poco como subdelegado y delegado en ediciones provinciales de ABC, al que dedicó su vida. Más tarde se responsabilizó de secciones tan importantes como España e Internacional. También estuvo al frente de la edición digital del periódico cuando internet era un territorio casi virgen en España. Erice fue un auténtico pionero digital. Interesado por todo lo humano y buen orador, se convirtió además en colaborador habitual de tertulias políticas de radio y televisión.

Actualmente estaba cumpliendo uno de los sueños de su vida, volver a ser corresponsal de ABC, pero esta vez ni más ni menos que en Washington. Su detallada cobertura de la campaña que dio la victoria electoral a Donald Trump se tradujo luego en un excelente libro, 'Trump, el triunfo del showman' (Encuentro Ediciones), que supone una inteligente crónica de la ascensión política del magnate neoyorquino contada desde dentro, porque Erice lo siguió a pie de escenario por toda la América profunda y urbana. Recientemente la obra ha sido galardonada con el Premio al Libro del Año 2017, que concede anualmente la Washington Academy of Political Arts and Sciences.

Nada más licenciarse en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, en el año 1988, hizo sus primeros pinitos laborales en Radio Pamplona-Cadena Ser y en los periódicos El Día y Canarias7 en las islas. Aunque su primer contacto con ABC -donde fue corresponsal de Deportes en Navarra, su tierra natal, y posteriormente corresponsal en Pamplona- se remonta aún más atrás, cuando todavía estaba cursando la carrera. En el año 1992 desembarca en Castilla y León, como subdelegado de la edición de ABC en esa comunidad y en el año 1995 se sitúa al frente de la misma, donde permanece casi diez años. Su trayectoria a partir de ese momento es fulgurante. Sin embargo, su paso por Castilla y León no supone un simple renglón en su amplio currículum, puesto que es mucho lo que construyó y son muchos los jóvenes periodistas a los que instruyó en el rigor, la moderación y el buen hacer periodístico en aquella nueva Delegación de ABC Castilla y León.

En 2005, se convierte en redactor jefe de España y solo un año después en jefe de Internacional. En septiembre de 2008 es nombrado subdirector de Medios Digitales de ABC y dos años después subdirector de Fin de Semana. En 2011 pasa a ocupar la Subdirección de Expansión Territorial, cargo que desempeña hasta 2014. En el año 2015 inicia la aventura que tal vez más lo colmó: corresponsal de ABC en Washington, un cometido que le apasionaba en todos los sentidos y que le proporcionó grandes satisfacciones, no menores que las que él dio a los lectores de sus crónicas.

Así, Manuel Erice transmutó de «plumilla» a escritor, desempeñando durante su temprana y larga trayectoria todo tipo de papeles, incluida la gestión de distintas áreas del periódico, lo que en ocasiones le llevó a creer que se alejaba del ejercicio más puro de esa profesión. En absoluto. Lo suyo era no parar de trabajar y no dejar nunca de escribir, ya fuera información pura y dura u opinión en su propio blog. Y es que como él siempre decía, y como también nos enseñó, «queda tanto por aprender…».

Sus dos últimos años, peleando ya con la enfermedad que se lo ha llevado, supusieron un formidable ejemplo de entereza y profesionalidad. Nunca dejó de trabajar, ni siquiera cuando recibía duros tratamientos contra el cáncer, y no transmitió un lamento durante el calvario de su dolencia. Siempre estaba ahí, su sonrisa serena y su tono tranquilo y bienhumorado.

Sus restos mortales reposan en el Tanatorio San Alberto, en la calle Ermitagaña de Pamplona, desde donde mañana lunes las dos de la tarde será conducido al cementerio. En la tarde del lunes se oficiará un funeral por su eterno descanso en la Iglesia del Colegio de los Jesuítas de Pamplona.

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