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Resurge una nueva burbuja de la construcción y los expertos temen por la subida de alquileres

Resurge una nueva burbuja de la construcción y los expertos temen por la subida de alquileres

Superada la crisis, se han retomado megaproyectos como el rascacielos In Tempo, en Benidorm. Los expertos no temen una nueva burbuja en la construcción, pero sí en los alquileres

FERNANDO MIÑANA

Lunes, 7 de mayo 2018, 01:57

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El monstruo ha estado dormido durante cuatro años. La crisis paralizó el remate de In Tempo, un rascacielos que había crecido en Benidorm, con la forma de una M esbeltísima y casi 200 metros de estatura. Pero los peores tiempos pasaron y el dinero vuelve a correr por sus vigas. In Tempo, convertido en su día en uno de los símbolos de la crisis inmobiliaria que apretó del cuello a España entre 2008 y 2016, resurge después de que la Audiencia Provincial de Alicante archivara el caso y el inmueble cayera en manos del fondo SVP Global.

Ahora renace con el mismo objetivo de convertirse en el edificio residencial más alto de España, el segundo de Europa y el quinto rascacielos más estirado del país, solo por detrás de las cuatro torres de Madrid. Sus medidas son imponentes: 192 metros. Estas torres gemelas unidas por un cono invertido tienen 29.000 metros cúbicos y 2.500 toneladas de acero. Para formar parte del 'skyline' de Benidorm -una ciudad con 75.000 habitantes que en verano se hincha hasta alcanzar los 500.000- junto al hotel Bali (el más alto de España con 186 metros) y la torre Lugano (158), tres de los diez mayores rascacielos del país -la ciudad tiene también 23 de los 100 más altos-, se tuvo que hacer una maqueta que incluía también los edificios de alrededor y los accidentes geográficos del municipio para recrear la realidad en un túnel del viento en Madrid.

Las obras se interrumpieron en 2014, cuando ya estaba hecho el 90% y la operación de elevar hasta arriba los materiales con una grúa duraba unos ocho minutos, porque la promotora entró en concurso de acreedores. Hubo gente que compró una vivienda y se quedó sin nada. El sueño inconcluso de José Ignacio de la Serna, un empresario vasco que cambió los muebles en su tierra por los inmuebles en la capital del turismo hace 20 años. Este hombre nacido en Arcentales (Vizcaya) obtuvo un crédito de 93 millones de euros de Caixa Galicia que terminó en manos de la Sareb, conocido como el banco malo.

La promotora de José Ignacio de la Serna parecía resistir los embates de la crisis y hasta los políticos sacaron pecho en 2012 haciéndose una foto desafiante en el edificio, pero Olga Urbana terminó entrando en concurso de acreedores y las obras cesaron. El empresario murió en 2015 sin ver su obra rematada, algo que sucederá en los próximos meses después de que las grúas vuelvan a picotear por la costa mediterránea. A 500 metros de In Tempo está la playa de Poniente, donde el Ayuntamiento desbloqueó hace unos meses el último pedazo de tierra que quedaba libre: 165.000 metros cuadrados que pretende urbanizar TM Grupo Inmobiliario, una promotora de Torrevieja (Alicante) que prevé invertir 260 millones para construir 1.200 viviendas.

Un poco más al norte, frente a la bahía de Cullera, se mantiene en los archivos otro despampanante proyecto urdido antes de la crisis, el Manhattan de Cullera, que preveía edificar sobre unos 600.000 metros cuadrados de terreno. Una obra mastodóntica que incluía la construcción de un puerto deportivo, un hotel de 40 plantas y otras 33 torres de 25 alturas.

100.000 viviendas al año

El Ayuntamiento ya decidió desligarse de esta iniciativa porque considera inasumible una operación que ronda los 90 millones de euros. «Ahora mismo estamos en proceso de dejar de ser el agente urbanizable y se oyen voces de que hay empresas interesadas. El Ayuntamiento quiere el nuevo puerto sí o sí y existe voluntad de que se lleve a cabo el proyecto», explican fuentes municipales.

José Luis Miralles es el director del departamento de Urbanismo de la Universidad Politécnica de Valencia y, aunque afirma desconocer qué deparará el futuro, está convencido de que España no tendría excusa si crea otra burbuja inmobiliaria. «Ya hemos tenido tres: la del desarrollismo, entre 1972 y 1985, una segunda entre 1991 y 1997 y la última, que comenzó en 2007 y acabó hace poco. Así que no sería una casualidad. Si alguien necesita una casa, la busca y la compra. El problema viene cuando los agentes del mercado construyen por expectativa de subir el precio y no por una necesidad».

A José Luis Varea no le asustan los rascacielos. Él es el director de Alimarket Construcción, una revista on line especializada en este sector. «Un megaproyecto no es malo por sí. Es malo si no está dimensionado con la demanda». Varea da su visión del presente: «El sector inmobiliario ha cambiado mucho. Ahora se mueve fundamentalmente por fondos de inversión de dinero de procedencia, fundamentalmente, de Estados Unidos que mueven promotoras de aquí que han subsistido. Los expertos coinciden que donde sí hay una burbuja es en los alquileres. Hay una demanda potencial y los agentes han tomado inmuebles a precio de derribo y suben los precios. La construcción va más despacio en precios y tomando posiciones».

Varea señala que actualmente se están produciendo unas 100.000 viviendas al año, que no alcanzan ni a la demanda estructural que los expertos dan a España, la necesidad de unas 150.000 anuales. Y en España, con la burbuja, se construyeron de 500.000 a 700.000 durante ocho o diez años». A todo esto hay que sumarle, además, un intangible, el impacto «tan fuerte y traumático» que tuvo la burbuja entre los españoles».

Los alquileres han subido tanto en las grandes urbes que muchos ciudadanos han tenido que buscarse la vida en otra parte. Este fenómeno, afianzado por sueldos que frisan los 1.000 o 1.200 euros, ha permitido la resurrección de otro símbolo de la crisis, la urbanización que construyó El Pocero en Seseña. El pueblo fantasma ha comenzado a llenarse y en las inmobiliarias aseguran que ya está cubierta la oferta a un 95%. La obra, demonizada en su día, ha sido la salvación para familias 'mileuristas' porque por 500 euros tienen un piso con tres habitaciones y piscina comunitaria a media hora de Madrid, donde, por ese mismo dinero, solo encuentran viviendas de 30 metros cuadrados.

Málaga también parece estar desperezándose y la ciudad debate sobre la conveniencia de construir un hotel en una torre de 150 metros de altura y 38 plantas en el dique de Levante. Un fondo catarí ya ha presentado el aval pero aún le quedan por delante años de burocracia, la decisión del Consejo de Ministros y el plan de viabilidad de la Junta. La crisis sí se llevó para siempre las torres planeadas para los terrenos de la Repsol, que ahora pueden convertirse en un pulmón verde.

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