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ideal.es
Sábado, 31 de marzo 2018, 10:36
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Parece que todo está inventado. La tecnología avanza a grandes pasos, pero las leyes no siguen su ritmo. Cada vez está más de moda eso de convertir al cuerpo humano en una especie de dispositivo electrónico. Y al arte de implantarse cachivaches electrónicos en el cuerpo a lo casero se le llama "biohacking".
Algunos se instalan antenas en la cabeza, otros sensores capaces de ampliar el rango de percepciones que registran los sentidos e incluso tarjetas bancarias. O, como el protagonista de esta historia, bono de transportes, como el australiano Meow-Ludo Disco Gamma Meow-Meow.
Este australiano de poco más de 30 años no solo se cambió el nombre para diferenciarse de cualquier otra persona, sino que también se implantó en la mano una tarjeta inalámbrica que contenía el bono de transportes de su ciudad, Sidney.
Hasta aquí todo puede parecer normal o extraño, según se mire. La respuesta de las autoridades de Sidney cuando le pidieron el billete a Meow-Ludo Disco Gamma Meow-Meow fue que querían el billete físico, nada de "abstracto". Como no podía retirarse el implante, las autoridades multaron a Meow-Ludo Disco Gamma Meow-Meow por no tener el título válido para viajar por la red de transportes públicos de Sidney.
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