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Miércoles, 30 de enero 2019, 16:09
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Su inseparable cuaderno contiene la obra de ingeniería paso a paso pero también las horas sin dormir y los días sin ver a su familia, especialmente preocupada por Julen. «Mi hija me preguntaba siempre que si iba a sacar a Julen y a mí se me ponían los pelos de punta». Ángel María Vidal dejó hasta la mesa puesta para dirigirse a Totalán, a solo diez minutos de su casa en Málaga, para dirigir una obra monumental, aunque nunca imaginó lo que se iba a encontrar. «Una vez analizado el terreno nos dimos cuenta que eso era un drama enorme».
Un drama al que le sobraban múltiples inconvenientes y al que le faltaba tiempo, aunque nunca pensaron en tirar la toalla. Un esfuerzo inédito para cumplir la promesa que hizo a los padres, que no se iban a ir del cerro sin su hijo. Imposible olvidar el momento en el que sacaron a Julen: «Un silencio atronador que solo se interrumpía con las lágrimas de los que estábamos allí. Se nos partió el cuerpo». El triste final a un impecable trabajo humanitario.
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