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Jim Jeffries, la 'Gran Esperanza Blanca', le duró 15 asaltos.
Rocky Balboa convence a Trump: habrá perdón para este boxeador negro

Rocky Balboa convence a Trump: habrá perdón para este boxeador negro

Por consejo de Stallone, Trump concederá el perdón póstumo a Jack Johnson, un púgil negro encarcelado a causa del racismo

INÉS GALLASTEGUI

Jueves, 26 de abril 2018, 02:06

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El jefe del mundo a veces se siente magnánimo y, en su reparto diario de guantazos en Twitter, desliza una caricia. El sábado publicó en la red social que, aconsejado por el actor Sylvester Stallone, está estudiando la posibilidad de conceder el perdón póstumo a Jack Johnson, un boxeador muerto hace 68 años. «Sus desafíos y tribulaciones fueron grandes; su vida, compleja y controvertida», explicaba sobre el primer negro campeón mundial de los pesos pesados, cuya carrera se vio empañada a causa de una acusación falsa por la que fue encarcelado en la Norteamérica segregacionista de comienzos del siglo XX.

Hijo de antiguos esclavos, Johnson (Galveston, Texas, 1878) fue un espíritu libre que esquivaba los ganchos de una sociedad profundamente racista como si no fueran con él. Aquel armario de 1,88 de estatura era lo opuesto al bueno del Tío Tom: mientras le amenazaban de muerte y le llamaban 'mono' y 'negrata', disfrutaba sin recato de la fama y el dinero que le proporcionaba el deporte más popular de la época y desafiaba reglas no escritas acostándose con mujeres blancas. Hasta se casó con dos.

EL PRIMER ICONO POPULAR NEGRO

  • La 'Gran Esperanza Blanca'

  • El primer combate del siglo

Lo había ganado todo antes de conseguir disputar el título mundial -vetado a los de su raza- y se lo arrebató en 1908 a Tommy Burns, en un humillante combate en Sydney en el que 20.000 australianos blancos bramaban contra Jack y él se reía de su evidente superioridad. La pelea fue interrumpida por la Policía y, aunque los jueces dieron el título al aspirante por KO técnico, las cámaras no captaron aquel hito histórico.

Barack Obama no se decidió a rehabilitar al boxeador afroamericano

Mucho antes de que brillaran Joe Louis y Mohamed Ali, el dominio del cuadrilátero convirtió a Johnson en un icono para los afroamericanos y en el 'punching ball' de los supremacistas. En la lona era invencible -conservó su título durante siete años-, así que las autoridades optaron por el golpe bajo y decidieron someter su arrogancia retorciendo la ley. En 1913, un jurado 100% caucásico le condenó a un año de cárcel por cruzar «con propósitos inmorales» la frontera entre dos estados con su amante, una mujer blanca, en virtud de una norma federal antiproxenetismo.

Para evitar la cárcel, escapó a Europa y vivió exiliado durante siete años. El escritor Pablo Mérida sigue en 'Expediente Johnson' sus pasos por España, donde, según cuenta, ejerció «de torero, creativo publicitario, periodista, actor o espía». Regresó a su país para visitar a su madre enferma y fue encarcelado, pero aprovechó el tiempo para inventar una llave inglesa. Cuando salió libre ya era una estrella en decadencia, pero siguió peleando hasta los 52 años. Tras su muerte en 1946 en un accidente de tráfico, su extravagante figura ha sido reivindicada: Miles Davis le dedicó un disco y el cineasta Ken Burns, su documental 'Negritud imperdonable'.

Línea directa con Trump

No está claro con qué frecuencia el cachas Stallone llama a Trump para pedirle cosas, pero el actor, que se hizo famoso por su papel del púgil Rocky Balboa, ha sido invitado a fiestas en su club de Mar-a-Lago (Florida). Se ve que tiene mano con el inquilino de la Casa Blanca. Al inicio de su mandato, el magnate ofreció al actor la presidencia del National Endowment of the Arts, una agencia que promueve proyectos culturales. Rambo le respondió que, aunque halagado, se sentía más útil ayudando a los veteranos de guerra en su difícil regreso a casa.

La petición de una medida de gracia para Johnson lleva décadas sobre la mesa del Despacho Oval. En su tuit, Trump no olvidaba mencionar que varios de sus predecesores sopesaron la cuestión, pero ninguno se había decidido. Frente a las generosas cifras de los anteriores POTUS -Clinton perdonó o conmutó la pena a 459 personas, incluido su hermano, por posesión de cocaína; Bush, a 200; y Obama, a casi 2.000-, en la 'era Trump' solo ha habido tres indultados: el sherif Joe Arpaio, condenado por violar los derechos de los indocumentados en Arizona; el marino Kristian Mark, que hizo fotos de una zona restringida de su submarino; y Lewis Libby, penado por desenmascarar a la espía Valerie Plame.

Algunos medios apuntaban ayer que el indulto póstumo al boxeador podría ser una maniobra de distracción de Trump en sus planes de usar su potestad absolutoria para librar de la cárcel a Michael Flynn y Paul Manafort, sus dos exasesores implicados en el 'caso Rusiagate' sobre las supuestas influencias de Moscú en la campaña electoral. Tendría gracia.

La expresión fue acuñada en esa época por la prensa racista, impotente ante la imbatibilidad de Jack Johnson, que conservó su título de campeón mundial de los pesos pesados hasta 1915.

El 4 de julio de 1910, en Reno, el 'Gigante de Galveston' venció de forma incontestable a quien parecía elegido para bajarle los humos, Jim Jeffries, un excampeón que aceptó dejar su granja de alfalfa en California tentado por una bolsa inédita. Estaba en baja forma y tiró la toalla al comienzo del 15º 'round'. Los negros salieron a festejar la victoria como una reivindicación de su raza sojuzgada. Los supremacistas se sintieron humillados. En los disturbios que estallaron aquel Día de la Independencia por todo el país hubo 20 muertos. La mayoría, de color.

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