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F. MIÑANA
Miércoles, 4 de octubre 2017, 01:03
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Esta entrañable ancianita ya no tiene al lado a su marido y a sus hijos. No posee más compañía en la vida. Y la salud, a los 86 años, apenas le deja salir de casa. Pero no está sola. Y, lo más importante, no se siente sola. Hace más de 65 años comenzó a guardarse todos los muñecos de peluche que encontraba. Un osito, un conejito, un cerdito... Una colección que no paraba de crecer. Ahora cuenta con un ejército de estos suaves ejemplares. Y le ayudan.
Da la sensación de que la tienen acorralada en su hogar, en Bruselas, pero ella dice que no es así, que le hacen compañía. «Es todo lo que me queda ahora que mi marido y mis hijos no están. Son un poco como mis hijos», asegura. 20.000 hijos de peluche. Una prole muy mullida. Y sigue creciendo.
Catherine Bloemen, que es como se llama esta coleccionista voraz, advierte que los mantiene bien aseados, que los limpia semanalmente, a los 20.000, e incluso los cambia de sitio. «Nunca por casualidad». Viendo el espacio que le queda en la habitación, parece que tiene compañía más que suficiente, pero afirma que no, que todo aquel que vaya a desprenderse de un peluche, que no lo tire, que se lo envíe a ella. Más muñecos, más compañía.
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