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¿Quién está detrás de los equipos de Primera y Segunda? Los verdaderos dueños del balón

¿Quién está detrás de los equipos de Primera y Segunda? Los verdaderos dueños del balón

11 de los 42 clubes del fútbol profesional español están en manos extranjeras. Dominan chinos y árabes. Buscan notoriedad, ampliar sus negocios y, cómo no, ganar dinero

JOSEBA VÁZQUEZ

Sábado, 17 de febrero 2018, 01:34

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Son tres chinos, tres árabes, un ciudadano de Singapur, un mexicano, un belga, un venezolano y un israelí. No es el clásico chiste intercultural con reparto extralargo. De hecho, alguno de ellos provoca escasa gracia entre los afectados por sus decisiones. Idan Ofer (Atlético de Madrid), Peter Lim (Valencia), Chen Yansheng (Espanyol), Abdullah Bin Nasser Al-Thani (Málaga) y Mansour Al Nahyan (Girona) -en Primera División-, junto a Carlos Slim (Oviedo), John Jiang (Granada), Roland Duchatelet (Alcorcón), David Kabchi (Albacete), la academia catarí Aspire (Cultural Leonesa) y Xu Genbao (Lorca) -estos seis en Segunda- son en la actualidad los extranjeros con capital invertido en algún equipo de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) española. Salvo el primero, todos controlan una mayoría accionarial que los hace propietarios, dueños y señores ejecutivos de sus clubes.

Sus dominios representan algo más de la cuarta parte de los equipos. Once de 42 entre Primera y Segunda. De 38, en realidad, ya que cuatro de ellos -Real Madrid, Barcelona, Athletic y Osasuna- no computan a tal efecto. Estas entidades quedaron exentas de la conversión en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), ya que la ley promulgada en 1990 por el Gobierno de Felipe González permitía eludir esa obligación a los clubes que hubieran acreditado saldo patrimonial positivo desde la temporada 1985-86 hasta entonces. Blancos, blaugranas, rojiblancos y rojillos pudieron así mantener su condición de agrupaciones deportivas, lo que determina que los dueños son sus socios y, en la práctica, los libera de posibles operaciones de compra-venta.

El recién aterrizado Idan Ofer, el último en llegar, se acaba de hacer con casi la tercera parte de la propiedad del Atlético de Madrid en dos fases muy próximas. En noviembre adquirió el 15% de la sociedad en una ampliación de capital abierta expresamente para él. Pagó por ese paquete 50 millones de euros. Una cifra similar desembolsó hace dos días para adquirir el 17% de las acciones del chino Wang Lian, presidente de Dalian Wanda Group. La empresa asiática abandona así el Atlético después de tres años, aunque mantendrá su apoyo como uno de los patrocinadores del club y el nombre del nuevo estadio 'colchonero', el Wanda Metropolitano.

Le queda por tanto el 32% del accionariado al israelí Idan Ofer, un empresario de 62 años que ejerce el control del grupo Quamtum Pacific, un holding dedicado a las industrias naviera, petroquímica, automotriz y energética. Se le calcula un patrimonio de 2.500 millones de euros y, en su anecdotario, figura la compra por 600.000 euros de una réplica del Balón de Oro que ganó Cristiano Ronaldo en 2013.

La punta del iceber

La irrupción de Ofer en el fútbol español es una muestra más de que algunas de estas sociedades anónimas deportivas se asemejan a organismos vivos, con periódicos cambios de manos de una parte o la totalidad de sus acciones. También es un mundo propicio a la aparición de vivales y depredadores. ¿Quién no recuerda a Dmitry Piterman, aquel tiburón ucraniano-estadounidense que desplumó sucesivamente al Racing de Santander y al Deportivo Alavés? El equipo cántabro vaga por la Segunda División B. El vitoriano acumuló una deuda de 25 millones de euros en los tres años de gestión de Piterman, que puso muy en peligro su viabilidad futura. Salvó la situación con un concurso de acreedores que se prolongó desde 2007 a 2017 y la entrada en 2011 del presidente del Baskonia de baloncesto, Josean Querejeta, sustentado por un amplio respaldo institucional que resultó clave.

El buitre, que reside en California, se fue de rositas. No le ha ido tan bien a Quique Pina, en prisión sin fianza desde el pasado día 2 por orden de un juez de la Audiencia Nacional que le imputa un presunto delito de blanqueo de capitales derivado del traspaso de jugadores. Pina, empresario y agente de futolistas, controló el Murcia, presidió el Granada y figura como el actual consejero delegado del Cádiz. Este tipo de peregrinajes tampoco es infrencuente entre los dirigentes del zoco futbolístico. Y mucho menos el cruce de caminos y de entrelazadas tentativas inversionistas. A través de su empresa de representación, Pere Guardiola, ahora copropietario del Girona a partes iguales (un 44,3%) junto al dueño del Manchester City, casualmente el equipo al que entrena su hermano Pep, medió en el verano de 2016 en la compra del Granada por parte del chino John Jiang y durante un tiempo le asesoró en la gestión de la entidad. El propio Jiang había tanteado antes su entrada en el Málaga. El venezolano David Kabchi, que en julio adquirió el Albacete Balompié a través de su empresa Skyline International, había negociado un año antes con el Elche. Etcétera, etcétera. Un lío, vaya...

Y esta es solo una pequeña porción de un trajín que no para, según Álvaro Marco, director legal de BDO Abogados, firma que en los últimos tres años ha intervenido como asesora en seis operaciones de este tipo. «Por mi experiencia y la de otros compañeros, solo un 5-10% de los intentos de compra-venta cristalizan al final, sobre todo cuando vas de parte del inversor. Esto es como un iceberg, lo que se ve es solo la punta. Hay mucho contacto, pero a menudo no se llega a un acuerdo por cuestión de precio, por el enganche emocional del vendedor con el club y otros motivos», detalla. Hay también que tener en cuenta el papel fiscalizador del Consejo Superior de Deportes en las transacciones. De todas ellas tiene que estar informado el CSD cuando se negocia un paquete accionarial de entre el 5 y el 25%. A partir de este porcentaje, ningún intercambio puede concretarse sin su consentimiento.

Jeque rico, jeque pobre

Si hay tanto movimiento es porque hay intereses. Los acaudalados que entran en el fútbol lo hacen, según los casos, «por un ansia de notoriedad, por diversificar sus negocios y por ganar dinero, como nos reconoce la práctica totalidad de ellos, a través de un reparto de dividendos o de la subventa del club», comenta Marco. La multiplicación de los derechos televisivos -1.246,7 millones repartidos la pasada temporada en Primera y 140,8 en Segunda- incrementa las posibles plusvalías.

Pero, por supuesto, no todos consiguen su objetivo. Un caso de rentabilidad extrema es el del italiano Giani Pozzo y familia, que en 2009 se hizo con el Granada, entonces en Segunda B, por millón y medio de euros y siete años más tarde, ya en Primera, se lo vendió a John Jiang por 37 millones. Tras descender en verano, el inversor chino trata ahora de devolver al equipo a la élite. Un compatriota de Jiang, Xu Genbao, adquirió el Lorca por 900.000 euros, lo ascendió en junio a Segunda y ahora, colista a catorce puntos de la permanencia, comienza a caer en el vicio de retrasos en los pagos a plantilla y proveedores.

No siempre se compra tan barato, ni mucho menos. Peter Lim pagó 94 millones por el 82% del Valencia hace cuatro años; Chen Yansheng en torno a 70 por el Espanyol; y en 2010 el jeque catarí Abdullah Al-Thani desembolsó 36 millones por el Málaga, incluida la absorción de la deuda del club, 26 millones. El hombre invirtió mucho dinero en fichajes estrella (Monreal, Joaquín, Van Nistelrooy, Cazorla o Demichelis) y el equipo alcanzó una temporada los cuartos de final de la Champions League. Esos años dorados generaron una deuda de 105 millones y Al-Thani -primo del actual emir de Catar y auténtico propietario del PSG, Tamim Al-Thani- tuvo que rebajar sus pretensiones. La deuda se ha reducido a unos 35 millones, pero mientras su pariente pelea por la Champions él se encuentra a siete puntos de la permanencia en Primera.

Antídoto contra tiburones

Según Álvaro Marco, el Gobierno chino ha decidido cambiar sus focos de inversión hacia objetivos diferentes al fútbol, lo que explica la salida del grupo Dalian Wanda del Atlético. Menor cauce para la eventual invasión de pirañas. Pero quienes no gozan del estatus de Real Madrid, Barcelona, Athletic y Osasuna disponen de otras fórmulas para evitar riesgos indeseables: la atomización accionarial, una vía elegida por Deportivo de La Coruña, Real Sociedad y Eibar.

En este último, uno de esos extraños milagros por los que el equipo de una ciudad de apenas 25.000 habitantes se codea con holgura con los mejores por cuarta campaña consecutiva, solo hay un paquete con cerca del 5% de las acciones. Del resto, nadie suma ni el 2%. Son unos 11.000 accionistas en 69 países, tres cuartas partes de ellos en Gipuzkoa. Además, «por estatutos, en una junta nadie puede tener control sobre más del 20% de los derechos de voto presentes en ella», explica Joan Ander Ulazia, consejero del Área Social de la entidad. «Va con nuestra filosofía. La gestión con un dueño es más operativa, pero creo que hay que valorar otras cosas. Un club es más que una empresa normal, es una pasión de todos y este sistema es una especie de antídoto», justifica Ulazia. Y si en un momento dado, con esta «democrática» pauta de gobierno, «la masa social censura nuestras decisiones, tendremos que aceptarlo. El club no es nuestro».

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