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Semedo, rastas al vuelo, se aplica contra un jugador del Astana. Arriba, la Guardia Civil saca material del chalé del futbolista. AFP
El futbolista de Primera que acumula denuncias por agresión y amenazas con arma

El futbolista de Primera que acumula denuncias por agresión y amenazas con arma

Rubén Semedo acumula denuncias por agresión y amenazas con pistola desde su fichaje por el Villarreal. El prometedor central, de físico potente y carácter excitable, tuvo una infancia complicada. Su padre ingresó en prisión a sus 5 años

JOSEBA VÁZQUEZ

Viernes, 23 de febrero 2018, 03:12

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Deportistas profesionales licenciosos hay y ha habido muchos. Protagonistas de altercados públicos, también, aunque bastantes menos. Y el listado de los que en algún momento han sido detenidos, e incluso encarcelados, por acciones delictivas es, por fortuna, aún más reducida. A este último grupo parece empeñado en unirse Rubén Afonso Borges Semedo, de 23 años, un cotizado defensa central del Villarreal que suma tres denuncias por agresiones en tres meses y medio en los que sus presuntos atropellos han dibujado una línea de gravedad ascendente. La 'tontería' empezó con un botellazo en la cabeza a un joven en una discoteca el 29 de octubre, siguió a mediados de noviembre apuntando con una pistola en el cuello del empleado de otro local nocturno y se cerró, por ahora, con la supuesta retención, agresión y robo a un hombre el pasado día 11. ¡Más vale que pares pronto esta locura, chico!

Los tres sucesos tuvieron lugar a altas horas de la madrugada, alguno ya a plena luz. Los dos primeros se conocieron a finales de enero, en un plazo de tres días. Por el segundo de ellos la Fiscalía solicita dos años de prisión para el futbolista por encañonar con una pistola al trabajador de la discoteca a las ocho y media de la mañana. En aquel momento, Semedo, lesionado desde principios de diciembre, se limitó a publicar en su cuenta de Instagram: «Que sigan inventando, yo sigo con la recuperación». Esa primera petición fiscal puede ser superada por la que se deduzca del último incidente, el que acusa a Semedo, a un primo de este y a un tercer individuo de retener a punta de pistola, atar y golpear al denunciante en el propio chalé del deportista hace diez días. Después de inmovilizar y encerrar a su rehén en una habitación, le quitaron la llave de su casa, adonde acudieron para robar, siempre según el relato de la supuesta víctima, que presentaba varias magulladuras y fractura en un tobillo. La Guardia Civil ha dado credibilidad a este testimonio, por lo que detuvo al futbolista en la mañana de ayer.

Ante la acumulación de acusaciones contra su jugador, el Villarreal, que hasta ahora había mantenido silencio, reaccionó en la tarde de ayer abriendo un expediente informativo al futbolista y afirmando que tomará las medidas disciplinarias oportunas «con el máximo rigor y contundencia en base a la gravedad de los hechos».

Adelaida y el 'reggae'

El club castellonense pagó el pasado verano 14 millones de euros al Sporting de Lisboa para hacerse con el prometedor defensa portugués, un potente central de 1,89 de altura, atlético, veloz y con buena salida de balón, que fue ocho veces internacional sub-21 con Portugal. Una perla con todas las condiciones para triunfar. Menos la cabeza, al parecer. La apuesta del 'Submarino Amarillo' ha resultado decepcionante. Semedo, poco adaptado al equipo en el inicio de campaña y convaleciente desde hace dos meses y medio por una lesión, solo ha jugado cinco partidos -cuatro en Liga y uno en la Europa League- para unos pobres 321 minutos. Es decir, acumula casi tantas denuncias como encuentros con el Villarreal.

La suya es otra de esas historias difíciles. Hijo de emigrantes de Cabo Verde, su padre, Carlos, fue encarcelado cuando Rubén solo contaba cinco años. Con todo, «las pocas veces que he vivido con él me ha ayudado mucho», aseguraba hace tres años al periodista Marc Libiano, cronista del Reus, equipo en el que Semedo jugó como cedido en la temporada 2014-15. Pero el muchacho contó con una ayuda insustituible: «Solo tengo un ídolo en mi vida; es mi madre, Adelaida». En ella se apoyó y en ciertos goces de la vida, incluida la música, especialmente el reggae. De ahí sus rastas. Ya las lucía desde mucho antes de llegar a Reus, donde se le recuerda como un joven volcánico, bromista y alegre en el vestuario, pero también dueño de un «pronto muy fuerte». Sonriente y excitable el confundido Semedo.

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