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Llega a España la aplicación para estar en contacto con tu barrio y comunidad de vecinos

Llega a España la aplicación para estar en contacto con tu barrio y comunidad de vecinos

Aterriza en España la red social Nextdoor, pensada para animar la vida en los barrios. En EE UU arrasa. Gracias a la aplicación Julia Roberts encontró a su perro perdido

ANTONIO PANIAGUA

Sábado, 22 de septiembre 2018, 03:45

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Todo surgió a partir de un boquete en una acera. El texano Nirav Tolia vio el agujero enfrente de su casa y se preguntó cómo podía implicar a la comunidad y buscar ayuda entre los vecinos para arreglar el desperfecto. De este modo nació Nextdoor, una red social que desembarca ahora en España y que está ya implantada en otros seis países. Su propósito es facilitar que los habitantes de un barrio se presten apoyo recíproco. Nextdoor sirve tanto para un roto como un descosido, desde buscar a una canguro hasta conseguir desinteresadamente el préstamo de un taladro, pasando por la organización de una fiesta, un mercadillo de segunda mano o un evento benéfico. El éxito de la app es tal que en EE UU está arrasando. No en vano, campa a sus anchas en el 90% de los barrios, es decir, unos 180.000. Gracias a la aplicación la actriz Julia Roberts encontró a su perro perdido, mientras que la modelo Irina Shaik la tiene entre sus favoritas.

La red, que ya tiene cartografiados 9.500 vecindarios en toda España, no busca acumular seguidores como un fin en sí mismo. Se aleja del voyerismo de Instagram, el narcisismo de Facebook, la incontinencia opinante de Twitter o el afán de reconocimiento laboral de Linkedin. El espíritu que mueve a Nextdoor es ser útil a los vecinos, una especie de asociacionismo vecinal nacido al calor de la era digital. Cuando las tormentas de nieve se abatieron en primavera sobre Gales del Sur (Reino Unido), la estrella del rugby Jonathan Davies se desvivió para qué médicos y enfermeras pudieran llegar a sus puesto de trabajo.

La app protagonizó ayer su puesta de largo en España, el séptimo país donde aterriza la firma tecnológica. Ya está presente en EE UU, Reino Unido, Francia, Países Bajos, Alemania e Italia y tiene planes para continuar su expansión.

Carlos Morales quería tener más amigos por su zona de residencia, en Tirso de Molina (Madrid), y en apenas dos horas le surgieron 20 recomendaciones para trabar contactos. Sara, una barcelonesa que no quería irse al extrarradio a trabajar, se ofreció para dar clases de inglés y en un santiamén ya contaba con un reducido grupo de alumnos.

Los estadounidenses, adictos a la red vecinal, adoran la aplicación. Se han dado casos llamativos, como el de Petra Sutherland, de 73 años, una mujer que languidecía de aburrimiento en su casa y cuyo único entrenamiento era tragarse cualquier comedia de amor que pusieran en la tele. Romántica empedernida y harta de la soledad, publicó el siguiente reclamo: «Se busca: ¡Novio para Navidad!». Enseguida, la anciana recibió un alud de peticiones para concertar una cita.

Nirav Tolia, cofundador y presidente ejecutivo de la empresa emergente, está seguro de que la introducción de la red social en España será exitosa. Hay un buen caldo de cultivo. El estereotipo pinta a los españoles como seres sociables, tipos que gustan de departir con amigos y cercanos. Si un 30% de los yanquis ignora el nombre de la gente de su barrio, en nuestro país no ocurre ese repliegue. Según las encuestas encargadas por directivos de la aplicación, apenas el 6% de los ciudadanos desconoce el nombre de sus allegados.

Comercio de proximidad

Jaume, de 58 años, ve en la aplicación una oportunidad para desarrollar el comercio de proximidad. Es uno de los 20.000 españoles inscritos en la red durante la fase preparatoria y lo primero que hizo, además de mandar una solicitud de amistad a los inquilinos desconocidos de su edificio, fue aprovechar la ocasión para estrechar relaciones con los comerciantes de su barrio: «Me muevo bastante porque me he tomado dos años sabáticos. Me interesa la red por el impulso que supone a los negocios locales».

No todo son parabienes. Tolia asegura que un aprovechamiento de la app tiene relación con la seguridad ciudadana. Sin embargo, en EE UU, se han difundido alertas de corte racista por el simple hecho de que un negro o un latino merodeaban por los suburbios.

La empresa ha recaudado 213 millones de euros en cinco tandas de financiación. Registrarse y participar en los foros es gratuito, dado que Nextdoor se nutre de ingresos publicitarios. La herramienta se reserva el derecho de admisión. A la red solo pueden acceder las personas que de verdad residen en el lugar. Nextdoor garantiza la privacidad de los datos personales y tiene prohibido que los mensajes aparezcan en Google. Con todo, es posible registrarse en el barrio donde se ubica una segunda vivienda o en el distrito en que se trabaja, aunque no se viva en él.

Con un grado tan alto de penetración social, los expertos no descartan que compita con Wallapop o webs para ligar.

No es la primera herramienta que trata de anudar lazos entre los vecinos. En España ya se puso a funcionar en junio la aplicación ¿Tienes sal?, una red que está integrada en una empresa afincada en Alemania. En Bélgica se encuentra Hoprl, basada en el mismo propósito que inspira a Nextdoor.

«El barrio es la red social original, anterior a todo lo demás», argumenta Tolia. «Utilizamos la tecnología para modernizar una idea antigua». La plataforma está disponible en la web y en los teléfonos inteligentes.

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