Edición

Borrar
El cenicero de Europa que quiere prohibir el tabaco en todos los lugares públicos

El cenicero de Europa que quiere prohibir el tabaco en todos los lugares públicos

Austria debate revocar la prohibición total del tabaco en lugares públicos a partir de mayo. Es el país con mayor nivel de consumo y más joven iniciación de la UE

ANTONIO CORBILLÓN

Miércoles, 21 de marzo 2018, 00:50

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Apfelstrudel (tarta de manzana) con un regusto a nicotina. El postre más típico de los deliciosos cafés de Viena está condenado a compartir sus aromas con el humo del tabaco. El Kleines Cafe, situado en la Franziskanerplaz, está en las rutas que trazan los turistas por la ciudad. Todavía hay un cenicero en cada una de sus mesas de mármol. El aire conserva la densidad azulada de las volutas de humo de los adictos.

Parece que seguirá así por bastante tiempo. Al menos mientras la ultraderecha del Partido de la Libertad (FPÖ) que lidera el fumador compulsivo Heinz Christian-Strache tenga la llave de gobierno del país centroeuropeo. «El nuevo Gobierno acaba de hacer a Austria el cenicero de Europa», resume gráficamente a la 'BBC' el profesor emérito de la Universidad Médica de Viena, Manfred Neuberger.

El Parlamento austríaco comenzará a discutir esta semana la revisión de la normativa aprobada en 2005, que limitó el consumo de tabaco a los espacios cerrados y delimitados en los grandes locales y a la libertad de elección en los pequeños bares y pubs. La norma, similar a la que se aplicó en España y el resto de Europa antes de la prohibición total, contemplaba que el próximo 1 de mayo toda Austria se adaptaría a lo que ya es rutina en el resto: tolerancia cero.

Austria es el único país europeo donde el consumo de tabaco no ha bajado

Pero uno de los mensajes que llevaron a la ultraderecha del FPÖ a rozar el 25% de los votos en las elecciones de diciembre fue su defensa de la libertad individual. Los recovecos de la política han hecho que el partido conservador (ÖVP), que fue quien aprobó la norma anterior, haya cedido a las exigencias de los ultranacionalistas para continuar en el poder.

Ha pesado más el acuerdo para repartirse las carteras ministeriales que la preocupante evolución del tabaquismo en el país alpino. En esta nación de apenas 8,8 millones de habitantes, unas 70.000 personas morirán en el próximo lustro (14.000 al año) por culpa del tabaco. Además es el único de la Unión Europea que no ha registrado un descenso en el consumo de esta droga desde el año 2000. Casi un 30% de los austríacos mayores de 16 años siguen inhalando humo. Y tiene la mayor prevalencia en niños menores de 15 años entre los 26 países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo). Es decir, la 'cantera' está garantizada.

Berlín como espejo

El proyecto que llegará esta semana a la Cámara austríaca es una copia del 'modelo Berlín'. La capital alemana mantiene un sistema mixto que prohibe fumar en los locales públicos, salvo en zonas acotadas. Y da libertad a los más pequeños. La norma sólo incluye un guiño a los antitabaquistas: su aprobación subiría la edad mínima de consumo de los 16 a los 18 años.

Un 'remiendo' que ni mucho menos ha convencido a los que defienden un radical rechazo al cambio de paso. La campaña 'No fume', que ha liderado el presidente del Colegio de Médicos de Austria, Thomas Szekeres, supera el medio millón de apoyos (bastan 100.000 para imponer al Parlamento que se pronuncie sobre algo).

Los que exigen abolir el tabaco de la vida pública no olvidan el legado de Kurt Kuch. El periodista de investigación más prestigioso del país murió en enero de 2015 a los 44 años tras un devastador cáncer de pulmón con metástasis ósea. En sus últimos meses, Kuch ilustró sobre todo lo que puede 'robar' a una persona el engancharse a esta droga. Él lo hizo a los 13 años. Les contó a sus conciudadanos que fumaba tres paquetes diarios y se sintió condenado por los 475.000 cigarrillos que calculaba haber apurado en su todavía joven vida. «No conoceré al primer novio de mi hija (tenía 12 años cuando él murió). Ni asistiré a su boda», lamentó. Su muerte fue el aldabonazo que acabó de inclinar la balanza en 2015 a favor de la defensa de la salud pública en los lugares de ocio compartidos.

Al igual que en España, muchos hosteleros bramaron contra la medida con el argumento del descenso de clientes, el cierre de locales y la pérdida de empleos. También como en España, los tradicionales cafés vieneses se adaptaron pronto y ninguno notó el 'apocalipsis' clientelar de los agoreros.

El siempre elegante Hummel (distrito 8 de Viena) no esperó a la prohibición. Pensó más en los turistas que en la clientela adicta local y se convirtió en espacio libre de humo hace un año. Al principio, se redujo su clientela en un 5%. Pero se reconvirtió hacia una oferta más familiar y joven. Hoy llenan sus mesas padres e hijos que comparten desayunos y zumos. O un buen trozo de 'apfelstrudel' sin nicotina. «Hemos cubierto el gran reto de cambiar nuestro concepto de negocio», dice orgullosa su dueña, Christina Hummel.

El español Paco Bernal llegó a Viena en 2005 en pleno debate peninsular y europeo sobre el tabaquismo en los bares. «Cuando aterricé aquí me llamó la atención que los austríacos parecían inmunes a la histeria antitabaco que reina en el resto del mundo», cuenta en su blog VienaDirecto.

Cuenta otra anécdota que apela al carácter germánico de este pueblo. Muchas empresas obligan a sus fumadores a fichar cada vez que salen a echar un pitillo. Descubrieron que «incide negativamente» en su rendimiento laboral.

La dureza del discurso ultra, que ataca a los «talibanes de la nicotina, fetichistas de la salud», ha obligado a la ministra de Sanidad y líder del FPÖ, Beate Hartinger-Klein, al absurdo de negar que las leyes prohibicionistas ayuden a bajar el consumo de tabaco. Al menos no en el 'cenicero de Europa'.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios