«Buscamos la llave de la felicidad allí donde no se ha perdido»

–¿Hay mucho 'iluminado' en la escena pública?

–La pandemia ha sido una situación que ha cogido a todo el mundo por sorpresa. Los políticos no estaban preparados para esto, pero no solo en España, sino en ninguna parte del mundo.

–¿En qué momento pierde un buda la calma?

–El orden del tiempo es muy importante para mantener un equilibrio mental, hay que generar una rutina que cada día se repita. La meditación practicada a largo plazo aporta un autocontrol natural de los estados de ánimo, del pensamiento, y evita que la mente se desboque. Cuando no tienes rutina a la que atenerte, los límites se borran y se provoca una situación angustiosa.

–¿Por qué tendemos a ser infelices?

–La respuesta en el budismo es muy sencilla: por ignorancia. Buscamos la llave de la felicidad allí donde no se ha perdido. Concebimos la felicidad como un estado permanente y la felicidad es un estado inestable. La felicidad interior no depende de las circunstancias externas. Siempre pongo el ejemplo de San Juan de la Cruz, que estando encarcelado y en unas situaciones de salubridad terribles, fue cuando compuso el 'Cántico espiritual'.

–¿El español es egoísta por naturaleza?

–No sé si el español es más egoísta que otros. Somos más bien individualistas gregarios. España sigue siendo un país invertebrado, como dijo Ortega y Gasset. Por un lado, producimos genios; por otro, a nivel colectivo, seguimos sin saber cooperar y trabajar al unísono por un bien común.

–¿Es más poderosa la mente o los mercados?

–Los mercados han sido creados por mentes humanas, no son un producto espontáneo de la naturaleza, como las mareas. Igual que la mente ha creado el sistema de mercado puede crear otro que respete más la vida en su conjunto y que no tenga como objetivo principal la acumulación de riqueza.

–¿Sobran ideologías en la sociedad actual?

–Sobra ideología y falta reflexión, pensamiento crítico.

–¿Es suficiente con contar hasta diez?

–Dicen que la paciencia es la madre de todas las ciencias. Es la ciencia de la paz. Paciencia significa no reaccionar ciegamente a una situación dada. A veces, contar hasta diez es suficiente, pero en otras ocasiones hay que contar hasta un millón.

–¿Recomendaría ir al buda o al psiquiatra?

–Soy de la opinión de que todos los adultos, al cumplir 18 años, deberían tener la experiencia de un proceso psicoterapéutico de dos o tres años. A modo de conocimiento de sí mismo. La Seguridad Social debería cubrir esto, como una medida de salud pública, así nos evitaríamos muchos problemas en nuestras relaciones personales y sociales. A lo largo de mi vida he hecho varios procesos psicoterapéuticos. Al mismo tiempo que he estado meditando desde hace 40 años. No hay incompatibilidad entre una cosa y otra. Como no la hay entre ir al dentista y meditar.

–¿Qué pasa si uno se descubre y no se gusta?

–¡Lo tiene claro! No tienes otra opción que hacer las paces contigo mismo y aceptarte como compañero de viaje hasta la muerte, porque no hay otro 'uno mismo' de recambio. O eres lo que eres o nunca serás nada, porque nadie puede llegar a ser lo que no es. No hay salida.

–¿Hay cosas del comportamiento que no se pueden cambiar?

–El carácter es como la estatura. Si mides 1,50, por mucho que te esfuerces, no llegarás a 1,90.

–¿El hábito tampoco hace al buda?

–El hábito no hace al monje, aunque le ayuda a ocultar su erección.

–¿Pensar duele?

–Necesitamos pensar. Lo que tal vez duela es el hecho de ser más consciente. A mayor consciencia hay mayor sensibilidad y comprensión. Esto no es como la película 'Matrix', que te tomas la píldora roja para seguir dormido y no darte cuenta de nada. Siendo inconsciente se sufre igual, pero no te das cuenta ni sabes por qué sufres.