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Mujeres bolivianas se bañan en las aguas de Bolivia Mar, el enclave cedido por Perú a su país. :: Paco chuquiure
El país sin mar que ahora sí lo tiene

El país sin mar que ahora sí lo tiene

La Corte de La Haya cierra de un portazo la obsesión del país andino por recuperar una salida al océano. El único consuelo de La Paz es una franja costera cedida por Perú, aunque no le dan ningún uso

ANTONIO CORBILLÓN

Sábado, 6 de octubre 2018, 02:13

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Toda Bolivia llora su derrota diplomática en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que el lunes dio carpetazo a sus aspiraciones de recuperar el trozo de litoral que los chilenos le arrebataron de un zarpazo en el mapa tras la guerra que sostuvieron entre 1879 y 1884. El país más indígena de América perdió entonces 400 kilómetros de costa y 120.000 kilómetros cuadrados de tamaño (casi la cuarta parte de la superficie de España).

Hace siglo y medio, el ahora interior país andino extendía sus dominios desde las fuentes sureñas del Amazonas hasta el Pacífico. La economía chilena, basada en la exportación de sal y mineral, usaba sus puertos para sacar las riquezas de la región de Atacama. Cuando el Gobierno boliviano incrementó el gravamen en 10 céntimos se desató la Guerra del Pacífico (también llamada del Guano y el Salitre). La alianza con los peruanos no fue suficiente para Bolivia y la derrota tuvo un grave coste para su mapa territorial.

Un tratado bilateral en 1904 dejó las cartografías como están ahora. Los derrotados perdieron el Departamento Litoral. A cambio, podrían usar sus antiguos puertos del norte, ahora chilenos (Arica, Antofagasta), como si fueran suyos: sin aranceles ni costes de almacenamiento. Pero los bolivianos nunca dejaron de añorar una salida propia al mar. El conflicto mantiene las relaciones diplomáticas rotas desde hace 40 años.

En 26 años de cesión de la franja costera peruana los bolivianos «no han colocado ni una sombrilla»

Los mayores acercamientos se produjeron durante las coincidentes dictaduras de Augusto Pinochet (Chile) y Hugo Banzer (Bolivia). Diálogos cuarteleros que reflotaron la obsesión boliviana por el océano y que su actual presidente, Evo Morales, utilizó para reforzar su apoyo popular. La presentación de la demanda ante La Haya en 2013 disparó su popularidad.

La obsesión por el agua salada se vive hoy en el país con fervor religioso. Debe de ser el único estado del mundo sin playas que dispone de Fuerza Naval e incluso un cuerpo de Infantes de Marina que tiene su base en el lago Titicaca. La asignatura de lo que su Gobierno llama 'conciencia marítima' se extiende por los colegios. Y en todos los actos oficiales se entona, por ley pero también con ansia, la 'Marcha Naval': «Levantemos la voz/ Por nuestro litoral/ Que pronto tendrá Bolivia/ Otra vez; su mar, su mar». Este 'oleaje' patriótico se desborda cada 23 de marzo, Día del Mar. Pero después del fallo dictaminado este lunes en la capital judicial holandesa, Bolivia seguirá siendo, junto a Paraguay, el único país del continente sin puertos marítimos.

Arenal de préstamo

Pero esto no es del todo cierto. Como se aprecia en la imagen superior que acompaña este artículo, las cholitas y el resto de paisanos pueden bañarse libremente en la playa, en un trozo del Pacífico que es como si les perteneciera.

En 1992, el hoy nuevamente prófugo expresidente peruano Alberto Fujimori y su colega boliviano Jaime Paz Zamora firmaron el acuerdo por el que Perú (con el que comparten agria rivalidad con los chilenos) les cedía durante 99 años un arenal de cinco kilómetros de largo y uno de ancho muy cerca del puerto peruano de Ilo. «Es una gran victoria nacional para volver a ser un país marítimo», proclamó Paz Zamora. No se complicaron con el nombre: Bolivia Mar. Era la alternativa a las playas fluviales del lago Titicaca, las únicas que podían disfrutar en sus vacaciones sin salir del país. La idea inicial era convertir la franja en centro turístico y puerto franco para dejar de depender de los derechos de uso de los chilenos. Según el Instituto Nacional de Estadística Boliviano, cada año se exportan unos 3.000 millones de euros desde puertos 'enemigos'.

Pero, casi tres décadas después de la cesión, en este secarral marítimo «nadie pone ni una sombrilla», lamentaba el lunes en el diario chileno 'La Tercera' el cónsul boliviano en Ilo, David Herrada. Salvo las nostálgicas visitas de grupos de bolivianos dispuestos a cubrir las ocho horas de trayecto desde La Paz para darse un baño en estas aguas prestadas, en todo este tiempo no se ha movido ningún proyecto de desarrollo.

La Corte Internacional de Justicia tiene sobre la mesa otro conflicto entre ambos países. Esta vez son los chilenos los que reclaman el disfrute de las aguas del fronterizo río Silala. En La Paz esperan que se cumpla la ley de la compensación.

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