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Sangre, vísceras y plumas en el frontal de un AVE tras una colisión con varios pájaros. RC
AVE contra ave

AVE contra ave

El Tren de Alta Velocidad mata en España a decenas de miles de pájaros al año. Se buscan sistemas para evitar las colisiones

JAVIER GUILLENEA

Lunes, 15 de enero 2018, 01:16

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Se sabía que ocurría porque no es ningún secreto. Así como los coches llegan de un largo viaje con su parachoques delantero tapizado de insectos reventados, los trenes de alta velocidad arriban a su destino con un penacho de plumas a modo de estandarte sanguinolento. No siempre lo hacen pero en ocasiones son una máquina de matar pájaros. Lo que hasta ahora se desconocía es cuántos sucumben al paso de un tren capaz de alcanzar los 300 kilómetros por hora. Ahora ya se sabe.

Un estudio elaborado por el investigador de la Universidad Autónoma de Madrid Juan Malo ha arrojado nueva luz sobre lo que les sucede en campo abierto a numerosas especies de aves sorprendidas por el curso rectilíneo del progreso. Según sus cálculos, un AVE en marcha se cruza con pájaros «en las proximidades de su frontal cada catorce kilómetros de recorrido y atropella un ave cada 350 kilómetros circulados».

Para realizar el estudio, un grupo de investigación instaló un sistema de vídeo en la cabina de las locomotoras durante más de 14.000 kilómetros de circulación a velocidades de entre 250 y 300 kilómetros por hora. Las imágenes, tomadas en dos tramos de la línea Madrid-Levante, muestran de vez en cuando sombras inesperadas que desaparecen en fugaces revoltijos de plumas. Menos de un segundo basta para hacer de un pájaro un resto de carne desperdigada. «Cuando la máquina les coge de lleno es como si estallaran», afirma Juan Malo.

Masacre relativa

Aunque las cifras no son definitivas, en la línea analizada «pueden atropellarse al año unas sesenta aves por kilómetro entre Madrid y Motilla del Palancar, y 26 en el tramo entre Motilla del Palancar y Albacete». Si se tiene en cuenta que el primero de los trazados tiene unos 250 kilómetros de longitud y el segundo 72, el AVE mata al año en cada uno de ellos cerca de 15.000 y 1.800 pájaros, respectivamente. Son números que se multiplican hasta límites aún desconocidos en los 3.240 kilómetros de la alta velocidad en España. Es una masacre, aunque relativa.

Pueden parecer muchos pero no es para tanto. «Porcentualmente son pocos», sostiene Juan Malo, quien destaca además que las especies más vulnerables «no son de las más amenazadas». Son pájaros que a veces pagan con su vida su apego a las estructuras creadas por los hombres. «Les gustan los cables y los túneles, utilizan los postes como posaderos y la vegetación en la zona vallada de las vías es un entorno perfecto para ellos». El único inconveniente es el paso intermitente de un monstruo metálico a casi 300 por hora.

Es entonces cuando palomas, urracas, garcillas, estorninos, cornejas, gorriones, jilgueros y perdices «juegan a la lotería». Según el trabajo, alrededor de un tercio de los cruces de la vía ocurren por debajo de la catenaria. «Además, más del 25% de los cruces de aves frente al tren tienen como protagonistas a pájaros que se hallaban posados en el suelo, las vías o los cables de la propia infraestructura».

Todo depende del tiempo de reacción del pájaro. En 2015, un equipo de investigadores de Estados Unidos ofreció pistas sobre esta cuestión al analizar el comportamiento de los tordos cuando se les presentaban filmaciones de una camioneta acercándose a ellos. Los científicos llegaron a la conclusión de que no era la velocidad del vehículo lo que hacía reaccionar a las aves sino la distancia a él. Y eso es lo que las pierde.

Poco tiempo

Se vio que los pájaros adoptaban la postura de alerta cuando la camioneta ficticia se acercaba hasta los 43 metros y emprendían el vuelo a los 28 metros. Descubrieron también que por encima de 120 kilómetros por hora los pájaros no tenían tiempo para emprender el vuelo ya que necesitan para hacerlo 0,8 segundos y para entonces el vehículo ya se les había echado encima. En el caso del AVE este plazo es aún menor. Un tren que circula a 300 por hora recorre 28 metros en 0,336 segundos.

El visionado de las 1.090 grabaciones de aves enfrentadas a su suerte en la línea Madrid-Levante ha permitido afinar con estas cifras. «Se ha comprobado -explica Juan Malo- que las aves reaccionan generalmente a una distancia del tren de 60 a 136 metros». Es más que los 28 metros de los tordos en Estados Unidos, pero menos de lo necesario para salvar la vida.

Hasta ahora se han utilizado pantallas opacas para evitar en lo posible las colisiones, pero son caras, luchan en desigualdad de condiciones contra el viento en zonas desprotegidas y tienen una altura limitada debido a condicionantes aerodinámicos. Para reducir los atropellos, el grupo liderado por Juan Malo propone estudiar procedimientos para que las aves no usen elementos de la infraestructura. Se trata de hacer que las zonas que rodean a las vías sean un lugar «menos atractivo» para los animales con vegetación incómoda o sin ningún elemento vegetal.

Los autores del estudio, que forma parte del proyecto de la UE Life Impacto Cero, liderado por Adif, plantean también instalar pantallas de postes que no impidan el paso de las aves pero que las obliguen a modificar su trayectoria para no sucumbir bajo las ruedas del progreso. Solo hace falta que los pájaros se den por aludidos. Les va la vida en ello.

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