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Futuro. El cambio climático hará que los rompehielos sean cada vez menos necesarios. R. C.
Crean autopistas marítimas por el Ártico aprovechando el deshielo

Crean autopistas marítimas por el Ártico aprovechando el deshielo

Donde unos ven negocio otros temen un desastre ecológico

JAVIER GUILLENEA

Viernes, 14 de septiembre 2018, 00:14

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El buque tanque de bandera rusa 'Christophe de Margerie' se convirtió en agosto de 2017 en el primer mercante en navegar por el océano Ártico sin la ayuda de un rompehielos. Tardó 19 días en llevar su carga de gas natural desde Noruega a Corea del Sur, casi una semana menos que si lo hubiera hecho a través del Canal de Suez, la ruta habitual hasta entonces. Aquella travesía abrió un atajo que está llamado a transformarse en una auténtica autopista marítima. Las principales navieras del mundo se frotan las manos pensando en el dinero que se van a ahorrar en combustible. Para ellas, todo eso del cambio climático y del deshielo del que tanto se habla quizá sea un desastre ambiental pero, ante todo, es una grandísima oportunidad de hacer negocio.

Compañías como la china Ocean Shipping Company o la japonesa MOL ya han navegado con éxito por las aguas cada vez más transitables del Ártico, que en los últimos 30 años ha perdido tres cuartas partes de su capa de hielo flotante. Ahora quiere probar suerte la danesa Maersk. Este mismo mes de septiembre, uno de sus buques transportará un cargamento de contenedores entre las poblaciones rusas de Vladivostok y San Petersburgo por la llamada ruta del Mar del Norte. En lugar de atravesar el Pacífico, el Canal de Suez, el Mediterráneo y de allí por el Atlántico enfilar hacia su destino a través del Báltico, el barco no tendrá más que cruzar el estrecho de Bering y navegar por el Ártico. Si todo sale bien se habrá ahorrado 7.000 kilómetros y un buen puñado de dinero.

La Ruta Marítima del Norte tiene tres vías de navegación. Una es el Paso del Noroeste, que transcurre junto a las costas de Alaska y Canadá y reduce en un tercio el tiempo de los cargueros que navegan entre Shanghái y Nueva York a través del canal de Panamá. El Paso del Noreste bordea el territorio ruso hasta alcanzar las costas de Noruega. La tercera es la Ruta Marítima Transpolar, que transita por aguas internacionales entre esos dos pasos pero que, hasta ahora, solo pueden realizar pesados rompehielos.

El viaje que en agosto de 2017 realizó el 'Christophe de Margerie' fue emulado ese mismo año por otros 19 buques. Y esto es solo el comienzo. Rusia, China, Canadá, Estados Unidos e Islandia encabezan el grupo de naciones que se preparan para una mayor actividad naviera en el Ártico. De momento, Rusia lleva la delantera. Vladímir Putin ha declarado recientemente que el objetivo de Moscú es crear en el Ártico una ruta de transporte competitiva y global. Según las previsiones oficiales rusas, el tráfico comercial de la ruta se multiplicará por diez hacia 2025.

Rescate difícil

Por detrás llega China. Los expertos calculan que entre un 5% y hasta un 15% de sus flujos comerciales (valorados aproximadamente en más de 500.000 millones de dólares) se moverán por el Ártico en 2020. Además, los analistas chinos aseguran que esta vía -que permite acortar alrededor de un 30% la duración del viaje entre China y Europa- supondrá también un importante cambio en el escenario industrial de sus provincias costeras y ofrecerá, por tanto, un gran impulso a su industria naviera.

El transporte marítimo comercial prevé crecer hasta 2025 un 500% en las rutas del Norte. Es un sueño hecho realidad para muchos armadores pero una pesadilla para el Ártico y sus habitantes. Pese a que las condiciones han mejorado, la navegación por las aguas del Ártico sigue siendo peligrosa debido a las bajas temperaturas, la mala visibilidad y la lejanía de cualquier instalación con presencia humana. Además, los barcos corren un riesgo constante de toparse con grandes masas de hielo flotante a la deriva. Una colisión en un entorno tan hostil y lejano pondría a prueba a los equipos de salvamento, que tendrían muchas dificultades para aproximarse hasta la zona del siniestro. Y si el accidente provoca un vertido las consecuencias para el medioambiente serían catastróficas.

A principios de 2017 entró en vigor el Código Polar, que establece estrictos requisitos obligatorios para garantizar la seguridad del transporte marítimo en las regiones polares y el respeto al medioambiente. El código prohíbe terminantemente descargar hidrocarburos o mezclas oleosas en el mar, y todos los petroleros deberán contar con doble casco y doble fondo para evitar los derrames de hidrocarburos en caso de accidente. Las normas también obligan a la tripulación a almacenar toda la basura que genere en contenedores que deben llevar a tierra.

Eso es lo que dice el código. Que se cumpla o no en un lugar tan a salvo de cualquier mirada es algo que queda entre los tripulantes y los habitantes del Ártico. Los impactos potenciales del creciente tráfico marítimo en los animales de la región han sido estudiados por la Universidad de Washington y la Universidad de Alaska Fairbanks. Según sus conclusiones, el 42% de los mamíferos acuáticos están expuestos al paso de embarcaciones. Los más vulnerables son los narvales (conocidos como los unicornios de los mares) que se concentran justo en medio de las rutas de navegación y son extremadamente sensibles a las perturbaciones de los barcos. Tampoco lo llevan mucho mejor las ballenas beluga, las de Groenlandia y las morsas, que han pasado del silencio de los hielos al estruendo de las hélices. Todo sea por la prosperidad de los mercados pero maldita la gracia que les hace a las ballenas.

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