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Mueren más de la mitad de los felinos del Templo del Tigre al ser trasladados a un parque natural

Mueren más de la mitad de los felinos del Templo del Tigre al ser trasladados a un parque natural

Hace tres años que las autoridades del país asiático pusieron fin a la aventura de la postal bucólica de monjes de color naranja conviviendo con enormes tigres

ANTONIO CORBILLÓN

Jueves, 19 de septiembre 2019, 08:09

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Había algo en el templo Wat Pha Luang Ta Bua (Templo del Tigre) que rompía con el 'ahimsa' budista tan respetado en Tailandia. La 'ahimsa' habla de paz integral, respeto a las especies vivas y no hacer daño gratuito a ninguna criatura viviente. Pero los gestores del templo pusieron por delante los magros ingresos de tantos turistas deseosos de hacerse un selfi acariciando un lindo 'gatito' de instintos felinos domados.

Hace tres años que las autoridades del país asiático pusieron fin a la aventura de la postal bucólica de monjes de color naranja conviviendo con enormes tigres como si los hubieran domesticado con sus rezos. Ahora se confirma que, tres años después de la gran operación logística que necesitó más de 500 operarios de los servicios de Conservación de Vida Silvestre, los resultados del rescate fueron más que decepcionantes. Solo 61 de los 147 animales rescatados han logrado sobrevivir. Las autoridades lo achacan al perverso sistema de reproducción que se había generado en Wat Pha Luang Ta Bua. «La mortandad puede estar relacionada con la endogamia. Tenían problemas genéticos que conllevaban riesgos para el cuerpo y el sistema inmunológico», declaró a una agencia internacional el responsable del Departamento de Conservación de Parques Naturales, Fauna y Flora de Tailandia, Pattarapol Maneeon.

La historia del Templo del Tigre arrancó hace 25 años. Los gestores del templo de Theravada (en Kanchanoburi, oeste del país) lo convirtieron en un santuario forestal. En la tradición de esta creencia, los templos han sido siempre lugares para llevar animales heridos o abandonados. El primer tigre no llegó hasta 1999. La imagen de armonía entre monjes y depredadores conquistó al mundo.

La verdad era otra. Wat Pha Luang Ta Bua era un parque temático de 240 hectáreas por el que deambulaban cientos de ciervos, jabalíes, vacas, ponis y pavos reales. Los tigres permanecían confinados en celdas de hormigón, aunque se les hacía rotar por un gran recinto aislado. Cada tarde, unos pocos eran conducidos con una correa hacia un lugar con forma de acantilado para que los turistas les hicieran fotos. Un 'fotocall' que llamaban 'El Cañón'.

Mantener aquello suponía un gasto de 15.000 dólares semanales (unos 12.000 euros). Todo se compensaba con los 600 baths (cerca de 20 euros) que pagaban los turistas. Si querían hacerse una foto en 'El Cañón' con uno de sus inquilinos, el precio aumentaba otros mil baths (más de 30 euros).

Circo turístico

Los colectivos conservacionistas hace años que habían puesto en el punto de mira al lucrativo negocio de las faunas turísticas. En Tailandia se puede montar y bañarse con elefantes, sostener monos, ponerse una serpiente de bufanda o meter la cabeza entre las fauces de un cocodrilo.

En el caso del Templo del Tigre, las denuncias dieron lugar a una redada del Ejército en 2005, aunque los gestores fueron absueltos en el juicio posterior. Tuvieron que pasar otros diez años hasta que, en 2016, el Gobierno tailandés retiró a 147 de estos gatos rayados tras una nueva denuncia. Las autoridades encontraron docenas de cachorros muertos en los congeladores del centro. Muchos de ellos convertidos en baratijas para la venta. Algunos turistas ya habían advertido de que los animales «parecían drogados».

En Tailandia, todos los animales salvajes pertenecen, técnicamente, al Gobierno. Solo pueden criarse en cautividad o usarlos con fines comerciales con una licencia. El pasado agosto, World Animal Protection informó de que la industria del entretenimiento con tigres estaba fuera de control, con un aumento del número de ejemplares cautivos hasta superar los 800. No se desperdicia nada, ya que los despojos de tigre alcanzan elevadas sumas de dinero en el mercado negro de China o Vietnam, donde se les atribuyen mágicas propiedades medicinales. «Se los daban a las personas que donaban dinero», admitió a la publicación 'Time' el director de Parques Nacionales de Tailandia, Adisorn Noochdumrong.

Una vez más se pone de manifiesto que, en materia de fauna salvaje, el remedio puede ser peor que el problema. Despojados de distracciones y sin espacio para merodear, los dos santuarios a los que fueron traslados desde el parque están siendo un destino fatal para casi todos los tigres de Wat Pha Luang Ta Bua. «El Gobierno vino y confiscó a todos los tigres, pero no tenían ningún lugar mejor para ponerlos», denuncia en 'Time' Julianne Parker, una voluntaria australiana que trabajó en el templo durante siete años.

Curiosamente, en el Templo del Tigre aún queda un felino. Se trata de 'Petchy', un león que deambula por la floresta del parque sin que nadie se haga cargo de él.

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