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Al volante, cero en alcohol y cero en drogas

Al volante, cero en alcohol y cero en drogas

La Guardia Civil de Tráfico insiste en que quiere concienciar a los conductores de que los controles de vigilancia aumentan la seguridad

J. Luis Alvarez

Lunes, 5 de junio 2017, 14:32

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Los agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil (ATGC) montan un control rutinario de alcohol y drogas en la vía de servicio de la A-3 a la salida de Madrid en sentido Valencia. Son las 11:00 horas de un martes y el sol aprieta. Los conductores miran de reojo el dispositivo, mientras los agentes seleccionan los vehículos que van a ser controlados. Ha pasado media hora y ya han encontrado a dos conductores que dan positivo en drogas. De alcohol nada, es muy pronto y anoche no hubo fiesta.

Según el último Estudio de Prevalencia del Consumo de Alcohol y Drogas (EDAP) de la Dirección General de Tráfico (DGT), doce de cada cien conductores circulan bajo el consumo de sustancias que afectan a las capacidades necesarias para llevar un vehículo. Diez de cada cien conductores consumieron drogas de manera reciente y tres de cada cien alcohol. Incluso otros tres habían combinado ambas sustancias.

Para poner freno a este peligro combinado al volante cada vez son más habituales los controles o 'puntos de verificación' de la ATGC. Son operativos que trabajan día y noche para velar por la seguridad de todos los usuarios de la carretera. El dispositivo tiene una duración aproximada de una hora. Después cambia de emplazamiento. Por regla general se seleccionan los vehículos a los que se da el alto pero si las circunstancias lo permiten, «se para a todos», explica el alférez Alberto Carril, jefe del Destacamento de Tráfico de la Guardia Civil de Arganda del Rey (Madrid).

Es aquí donde un agente de la Guardia Civil solicita al conductor la documentación y le informa que va a ser sometido a una prueba de alcoholemia. «Es necesario que todos los conductores tenga la percepción de que en estos puntos se les está haciendo la prueba, que se les está vigilando, para conseguir que esto tenga el efecto disuasorio y que la gente se conciencie de no conducir bajo los efectos del alcohol o de las drogas», destaca el oficial.

Los agentes desplegados en la A-3 dan el alto a un viejo utilitario. En su interior, una pareja. El conductor no lleva documentación. El coche está a nombre del marido de la acompañante. Tras dar negativo en la prueba del alcohol, el conductor es trasladado a la furgoneta de atestados, donde una cabo de la Guardia Civil le informa de que va a ser sometido a la prueba de las drogas. «¿Conoce en qué consiste?», le pregunta. «Si, ya me lo he hecho otras veces», responde él con apatía.

Tras desenvolver el aparato de toma de muestras, el conductor se lo introduce en la boca para impregnarlo de saliva. «Tiene que chupar hasta que el indicador se vuelva azul», informa la agente. Finalizada la prueba, la cabo mete el aparato en un analizador. Cuatro minutos después el resultado es positivo en cocaína y opiáceos. El hombre ni reacciona. La sorpresa llega cuando otro agente informa al conductor de que tiene 16 requisitorias judiciales, por lo que, además de ser llevado hasta el cuartel más próximo, tendrá que esperar a ver qué decide el juez. Ni se inmuta.

Según el alférez Carril, los conductores tienen «reacciones diversas» al ser parados en el control. Incluso, cuando tienen «signos evidentes» de haber bebido o tomado drogas, «algunos dicen que no han tomado nada. Hay quien aseguran que solo han tomado una cerveza, mientras otros reconocen que han bebido mucho o se han drogado media hora antes». Otro agente que participa en el dispositivo agrega que algunos conductores, al serles detectados consumos de droga, afirman que «es lo normal, está en el aire que se respira».

Frente a esa mayoría que asume con calma que ha sido pillado in fraganti, «otros lo hacen de un modo un poco más violento debido a que el alcohol y las drogas dan una falsa percepción de la realidad y sostienen que están en perfectas condiciones», detalla el alférez Carril. «Lo importante es exigir a los conductores que no jueguen a la ruleta rusa con el que 'yo bebo cuatro cervezas o dos copas y no voy a dar positivo'. Hay que concienciar a la ciudadanía de que al volante cero alcohol y cero drogas», añade el oficial.

 Una vez que ha dado positivo y no pueden seguir conduciendo, «hay quien se echa a dormir y otros cogen un taxi y se van». Pero, según el alférez Carril, otros «se ponen a correr, hacen flexiones y hemos visto a gente comer hierba de la cuneta pensando que eso les hará que la tasa baje», pero contra el consumo de alcohol y las drogas ni sirve ni comer, ni beber agua, hay que esperar a que el cuerpo metabolice las sustancias.

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