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La Manga es, desde hace décadas, uno de los lugares más visitados de la región de Murcia.
El Mar Menor es hoy una gran sopa verde

El Mar Menor es hoy una gran sopa verde

El enclave pierde sus 19 banderas azules por culpa de los vertidos y el urbanismo desmedido. «Han matado la gallina de los huevos de oro», lamentan los conservacionistas

IRMA CUESTA

Sábado, 13 de mayo 2017, 02:07

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A los vecinos de La Manga del Mar Menor, ese paraíso entre dos mares convertido en un concurrido lugar de vacaciones desde finales de los 60, les parece una broma macabra que justo este año, cuando el agua luce más clara y apetitosa que nunca, les hayan arrebatado todas sus banderas azules; que, por obra y gracia de la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (Adea), encargada en España de otorgar los preciados distintivos, las 19 enseñas que hasta ahora lucían orgullosas junto a sus arenales se hayan ido al garete.

Horas después de conocer que España encabeza un año más el ranking mundial (ondearán 684 banderas azules: 579 en playas, 100 en puertos deportivos y cinco en embarcaciones turísticas), los murcianos creen que ha sido mala suerte que los análisis del agua se realizaran el año pasado en un momento puntual en que todos, Gobierno incluido, reconocen que su Mar Menor tenía un aspecto muy poco apetecible.

De que se ha montado una suerte de revolución da idea el hecho de que Javier Celdrán, consejero de Turismo, Cultura y Medio Ambiente de la Región de Murcia, haya pasado los últimos tres días explicando que, aunque esperaban algo así, echarán el resto para demostrar que de aquella turbidez de 2016 apenas queda nada. «La laguna, única en España, sufrió algunos cambios relacionados con los propios procesos naturales y con algunos vertidos. Del resto se encargaron bacterias y clorofilas y la realidad es que el aspecto no era bueno. De hecho, hubo muchas quejas», reconoce el consejero, presto a explicar que desde septiembre un comité asesor científico, formado por expertos independientes, trabaja con la vista puesta en recuperar la zona. Eso, y que los niveles de clorofila, que hace doce meses eran de 14,4, actualmente no pasan de 3,8. «Es paradójico que, estando así las cosas, sea este año cuando nos quitan las banderas, pero las cosas funcionan de ese modo y nuestro empeño es firme: contamos con un plan de medidas urgentes y no pararemos hasta lograr que el Mar Menor esté en las mejores condiciones», afirma. Y uno se pregunta si, además de paradójico, el asunto no resulta un poco confuso.

Tres décadas de banderas

El concepto de 'bandera azul' nació en 1985, cuando Francia decidió que algunas de sus playas debían contar con una serie de servicios y acreditar buena parte de sus bondades. El año siguiente, dedicado al medio ambiente en Europa, el resto del continente pareció contagiarse y se sumó a esa corriente dispuesto a premiar aquellos arenales que cumplían con una serie de requisitos que incluyen calidad del agua, accesos, información, planes de protección... una lista de exigencias que, a criterio de la Fundación Europea de Educación Ambiental, puede hacerlos merecedores de un reconocimiento. Aunque estos requisitos no son suficientes para muchos, incluidos los miembros de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), si a lo que uno aspira es a la verdadera excelencia.

Pedro García, portavoz de este colectivo, recuerda ahora que, pese a que muchos de sus convecinos se echan las manos a la cabeza huérfanos de banderas azules, hace ya un año que ellos denunciaron que el Mar Menor se había convertido en «una gran sopa verde». «Nunca había estado así. La gran explosión de fitoplancton derivada de la entrada de nitratos de las explotaciones agrícolas del Campo de Cartagena por la Rambla del Albujón, y una temperatura del agua superior a 24 grados, y sin medusas que filtren la densa carga orgánica, hicieron el resto», dice. Reconoce que las cosas han mejorado desde entonces, pero insiste en que la situación sigue siendo preocupante. «Lo de las banderas es un varapalo para la promoción turística, pero la realidad es que el Mar Menor no está para exhibir banderas si lo que prima son las condiciones medioambientales. De hecho, hace años que no las merece».

El portavoz de ANSE opina que lo que está ocurriendo es la consecuencia del maltrato continuado que ha sufrido la zona; un cóctel perfecto de urbanismo desmedido y vertidos derivados de la actividad de la sierra minera y la agricultura. «Todo eso, y la ineptitud de muchas administraciones, han escrito la crónica de una muerte anunciada. Han matado la gallina de los huevos de oro», afirma el conservacionista.

Segundos demoledores

Un diagnóstico casi tan demoledor como el que en las últimas horas ha hecho Jesús Jiménez, flamante presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Murcia, que lamenta que perder las banderas azules ha sido algo nefasto para el turismo y llama a trabajar para recuperarlas. Empresarios y alcaldes mantienen que los 30 segundos de cualquiera de los informativos nacionales que se han hecho eco de la noticia tendrán un efecto desastroso y, aunque reconocen que esperaban perder alguna de las enseñas que hasta ahora ondeaban en su costa, ni en el peor de los sueños imaginaron que podrían ser todas.

El hecho es que hace tiempo que La Manga del Mar Menor dejó de ser lo que era: un largo ribete de islitas, muy juntas unas de otras, que los sedimentos convertirían en una gran lengua de tierra firme entre dos mares azules. De otro modo no se entiende que, hace solo unas semanas, la presidenta de la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo, Cecilia Wikström, admitiera a trámite una solicitud para que la Comunidad de Murcia y la Confederación Hidrográfica del Segura expliquen a las instituciones comunitarias qué le está pasando al Mar Menor.

Hace meses que una plataforma integrada por ANSE, Ecologistas en Acción, la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar y la Federación de Asociaciones de Vecinos de Cartagena y su comarca se plantó en Bruselas demandando una investigación sobre la contaminación de las aguas y, en particular, sobre el incumplimiento de la Directiva Marco del Agua y la Directiva Hábitats. Su objetivo es presionar para conseguir que las aguas vuelvan a su cauce y reflotar una estrecha manga de tierra que se ahoga estos días en el descrédito. Con o sin banderas azules.

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