Edición

Borrar
Trabajadores de la empresa de cárnicas Molina, en una asamblea a finales de los años 90.
Los ERE y la fábrica de chorizos

Los ERE y la fábrica de chorizos

El caso que va a sentar en el banquillo a dos expresidentes andaluces arrancó un lluvioso 23 de febrero de 1999 en una empresa de embutidos de Jaén. Lo cuenta un libro que sale hoy a la venta

REMEDIOS MORENTE

Sábado, 22 de abril 2017, 00:43

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Caso ERE. Su simple mención estremece los cimientos del PSOE desde hace un lustro. Un molesto muerto en el armario, un fantasma en el camino de la andaluza Susana Díaz. Una historia de corrupción y de una causa judicial inmensa, del drama de despidos y prejubilaciones. Pero también de fiestas y cocaína pagadas con dinero público; de sobornos y comisiones; de maletines y sobres con fajos de billetes circulando a manos llenas; de imperios empresariales y personajes que amasaron dinero «como para asar una vaca», como se le escapó a la madre de uno de los encausados ante el guardia civil que registraba su casa.

Ironías del destino, el mayor caso de corrupción institucional de nuestro país por número de investigados (250) arrancó hace dieciocho años durante la crisis de una fábrica de chorizos y embutidos de Jaén. Es la historia que cuenta el periodista de 'Ideal' Juan Esteban Poveda (Jaén, 1974) en 'Caso ERE: Las entrañas de la corrupción institucional en Andalucía', que llega hoy a las librerías.

23 de febrero de 1999. Veinte hombres gritan y fuman sin cesar en la sala de juntas de la empresa de cárnicas Molina. Entre voces y humo de los cigarrillos se está decidiendo el futuro de la principal industria de Jaén, que emplea a mil personas. La Junta de Andalucía, que la tiene intervenida, intenta convencer a los sindicatos de que hay una salida. Todo Jaén está pendiente. Con elecciones autonómicas a la vista, el Gobierno de Manuel Chaves se juega su prestigio. Las cosas se complican porque Bruselas vigila muy de cerca que no se concedan ayudas que vulneren la libre competencia. El Ejecutivo andaluz recurre a una fórmula para burlar los controles e inyectar dinero público en Molina: oculta subvenciones para prejubilaciones como gasto corriente. El ardid se aplicó durante una década en decenas de empresas. Se creó un «fondo de reptiles», tal y como admitió a la Policía Francisco Javier Guerrero, uno de los protagonistas de la trama. Él manejaba el dinero y firmaba las prejubilaciones. Prejubiló hasta a su suegra. «Soy un hombre jovial, no un putero ni un drogadicto», tuvo que explicar en el Parlamento andaluz ante una comisión de investigación. Guerrero será juzgado por gastarse en fiestas y lujos un millón y medio de euros de ayudas a los parados. Esta treta de manejar dinero público con total opacidad desembocó años después en una causa penal con dos expresidentes de la Junta procesados (el propio Chaves y su sucesor, José Antonio Griñán) y otros 250 investigados. Está bajo sospecha la forma en que se movieron nada menos que 850 millones de euros. y quienes los movieron.

Desenredar la madeja

El caso de los ERE siempre se ha contado situándolo en 2011 en Sevilla, cuando la Justicia descubre a dos ejecutivos de la empresa pública Mercasevilla exigiendo sobornos a cambio de subvenciones de la Junta. Y también se ha contado desde el estupor de la opinión pública cuando se conoció que personas afines al PSOE andaluz cobraban como prejubiladas en empresas donde nunca habían trabajado. Sin embargo, el libro se remonta mucho más atrás, al principio del hilo de esta colosal madeja que se va desenredando para ofrecer un relato comprensible y ordenado en el tiempo, trufado de detalles y curiosidades.

Desde aquel primer ERE en la fábrica de chorizos, se documenta a lo largo de 232 páginas toda la red de sociedades pantalla y testaferros que se usó para blanquear el dinero que debía ir para los desempleados de la región con más paro de España, dinero que se diluyó en comisiones y favores a amiguetes y «criaturicas necesitadas», como afirmó el mismo político acusado de esnifarse las subvenciones.

«Si usted lo que considera es que ha habido varias personas que se han metido en un cuarto oscuro para confabular y hacer toda una operación para delinquir, para ayudar a amigos y para ayudar a gente del Partido Socialista, mire usted, no solamente no puedo estar de acuerdo sino que lo rechazo. Eso es una desmesura», declaró el presidente Chaves en la comisión de investigación sobre los ERE del Parlamento andaluz en 2012, ya acorralado por el caso. Lo cierto es que buena parte de los protagonistas del ERE de Molina están hoy procesados: el propio Chaves, su mano derecha, Gaspar Zarrías, y el director general Francisco Javier Guerrero. Quien fuera nombrado por la Junta consejero delegado de Molina, César Braña, ya fallecido, apareció prejubilado en una empresa de Málaga que nunca pisó. El abogado que lo asesoró en la negociación, Carlos Leal, está considerado indiciariamente responsable de una red de blanqueo del dinero saqueado de las arcas públicas. Y buena parte de los sindicalistas que negociaron en nombre de los trabajadores también acabaron salpicados. Todos ellos agrupados en torno a Juan Lanzas, de UGT, al que se atribuye el papel de persona «clave» para acceder a las ayudas públicas a cambio de comisiones. Familiares y amigos de Lanzas fueron también prejubilados fraudulentamente.

La jueza Alaya y sus retoques

'Caso ERE' aborda igualmente las desventuras de los extrabajadores de Molina. Tras la crisis de 1999 fueron absorbidos por Campocarne y luego por el grupo Primayor. En 2007 de nuevo vieron en peligro sus empleos y se pusieron en manos de su salvador de antaño, Juan Lanzas. Su odisea sirve para ilustrar cómo funcionó el sistema y cómo se movían los protagonistas en la trastienda del poder. Ahí entran en escena los Ruiz Mateos, además de abogados, intermediarios, comisionistas, políticos de primer nivel. hasta que irrumpe la magistrada Mercedes Alaya, la jueza más famosa del país, y su trepidante instrucción de cinco años. El libro cuenta el asombro que genera su peculiar forma de instruir, su carácter, sus manías... y recoge los testimonios de testigos que relatan cómo revisa minuciosamente cada hoja de papel que sale de su juzgado, y también cómo se perfila los labios o se aparta la melena y se perfuma el cuello ante imputados y abogados estupefactos. «Primero en el lado izquierdo, luego en el derecho. Finalmente en las muñecas. Ensimismada, a lo suyo, como si allí no hubiera nadie. ¡Y había doce abogados! Devuelve el perfume al bolso y saca un botecito rosa. Lo abre y saca un pincel cuya punta se lleva al labio inferior, aplicándose un poco. Luego hace ese gesto típico con los labios para repartirse el carmín de manera uniforme...». Así lo recuerda un letrado que asistió a la escena. Pero al margen de esa llamativa personalidad de la jueza sevillana, «nunca nadie hasta la irrupción de Alaya había clavado con tanta decisión el bisturí en la piel de la Junta de Andalucía para bucear por las entrañas de un régimen firmemente instalado sobre una red clientelar, tejida durante treinta años», sostiene en el libro el periodista jienense.

Los ERE no son un caso del pasado, una historia cuya actualidad haya prescrito. Al contrario, aún acapararán muchos titulares. Este año y los siguientes. A lo largo de 2017 está previsto que comience el juicio contra Chaves, Griñán y una veintena de ex altos cargos por la 'pieza política' del procedimiento. Después llegarán decenas de juicios más, cuya resolución final puede ir más allá de 2020. Y todo comenzó en 1999, entre humo de tabaco y voces, en una fábrica de chorizos y otros embutidos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios