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¿Podemos comer panga sin preocuparnos?

¿Podemos comer panga sin preocuparnos?

Este pescado, retirado de los menús de más de dos mil colegios, vuelve a situarse en el ojo del huracán después de que Carrefour haya decidido dejar de venderlo

borja olaizola

Sábado, 4 de febrero 2017, 00:35

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Pocos pescados pueden presumir de tener una travesía comercial tan accidentada como el panga. El pez de agua dulce que constituye una de las principales exportaciones de Vietnam vive bajo sospecha desde que a principios de siglo empezó a llegar a Europa y América. La mala fama que le persigue motivó su retirada de los menús escolares de algunas comunidades autónomas hace seis años. Ahora no solo se ha ampliado la lista de los colegios que no lo quieren en sus comedores, sino que Carrefour ha decidido dejar de venderlo apelando al importante impacto medioambiental que tiene su cultivo.

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Como del cerdo, del panga se aprovecha todo. Es un pescado blanco originario de los ríos y lagos de Vietnam y Tailandia que ofrece un rendimiento extraordinario. No solo crece a una gran velocidad le bastan entre ocho y diez meses para alcanzar una talla comercial, sino que además presenta una configuración óptima para su aprovechamiento porque tiene pocas espinas y es muy fácil de filetear. A esas virtudes se suma su capacidad de adaptación a todo tipo de entornos y su extraordinaria resistencia.

El panga ha tenido siempre una importante presencia en la gastronomía vietnamita. Algunos pescadores fluviales acondicionaron criaderos artesanales para satisfacer la demanda local y observaron que los ejemplares se aclimataban con éxito a la cautividad. Cuando la economía vietnamita empezó a desarrollarse, las granjas fueron ganando tamaño hasta hacer de su cultivo uno de los pilares que sostienen la balanza exportadora del país. Los pangas, que durante siglos habían recorrido sin descanso el curso del río Mekong, pasaron a ser animales sedentarios que completaban su ciclo vital sin moverse de los criaderos.

El cultivo del panga es la historia de un éxito económico. La producción pasó de las 12.000 toneladas en 1995 a las 30.000 en 2006. En 2014 ascendió a 385.736 toneladas, según cifras de la FAO, la organización de la ONUpara la Alimentación. Con un precio extraordinariamente competitivo gracias a los bajos costes de producción de Vietnam, tuvo una irrupción triunfal en los mercados occidentales. De la noche a la mañana los consumidores europeos y americanos descubrieron un pescado versátil y fácil de preparar que resultaba además imbatible a la hora de cuadrar las cuentas. Las cocinas industriales no tardaron en incorporarlo a los menús que facilitaban a hospitales, residencias, cuarteles y centros escolares.

Competencia engorrosa

Tan fulgurante éxito colocó enseguida al panga bajo sospecha. Los acuicultores estadounidenses, donde la especie se comercializa bajo el nombre de swai, urdieron una estrategia para deshacerse de tan engorrosa competencia que pasaba por desacreditar el método de producción. Pronto empezaron a salir a la luz voces que cuestionaban los sistemas intensivos que se utilizan en las granjas vietnamitas y que proyectaban la sombra de la sospecha sobre las condiciones sanitarias del pescado. Los análisis de las autoridades de consumo europeas y estadounidenses, sin embargo, nunca han llegado a detectar sustancias nocivas en las muestras examinadas.

En España, principal consumidor europeo de panga, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) hizo un estudio en 2010 que reveló la existencia de pequeñas cantidades de mercurio en cuatro de los 23 filetes de panga analizados. Aunque esos valores no llegaban a los límites autorizados, la OCU aconsejó un consumo «moderado» de la especie, lo que quiere decir que no conviene tomarla más de una vez a la semana. El informe causó alarma entre las asociaciones de padres de alumnos, que presionaron a las administraciones para que el panga desapareciese de los menús escolares. La iniciativa prosperó y el pescado quedó excluido hace años de los colegios de gran parte de las autonomías, entre ellos todos los de Euskadi, Castilla-León, Asturias y buena parte de los de Murcia. La alarma no ha desaparecido y ahora el grupo Serunion, que se encarga de la comida diaria de 2.100 colegios de todas las comunidades autónomas, ha indicado a Europa Press que ha sacado el panga de los menús como respuesta a la demanda de las asociaciones de padres de alumnos.

Además, Carrefour ha decidido dejar de vender el pescado «dadas las dudas sobre el adverso impacto ambiental de su crianza», ha anunciado la multinacional, que ya había adaptado meses antes esa política en Bélgica y Francia.

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